1.
A veces escribo queriendo equivocarme. Publiqué el 2 de febrero de 2002 que debíamos distinguir entre la cacerola de la sociedad civil y las de la turba, porque «claman la una por el golpe, y las otras por los tres golpes», y vean lo que pasó. El golpe avisa.
Lo que nos espera no sale en el horóscopo, sino en el oráculo de los medios.
2.
A diferencia del criminal ordinario, que oculta sus planes, el poder impone los suyos divulgándolos en forma saturativa. Toda liquidación física es precedida de un asesinato comunicacional.
Crear la matriz de opinión favorable es legitimar la agresión.
Si esto no es posible, se la anuncia repetitivamente hasta que la reiteración es confundida con inevitabilidad, y ésta con consenso.
3.
Ejemplos sobran. El bloqueo de Inglaterra, Alemania e Italia contra nuestras costas en 1902 y 1903 fue precedido y acompañado de un diluvio de insultos contra Venezuela y su presidente Cipriano Castro en la prensa internacional. Estados Unidos anticipó con campañas mediáticas calumniosas la anexión de Puerto Rico, la invasión de Guatemala, el desembarco en Cuba por Bahía de Cochinos, la agresión contra República Dominicana, el asesinato de Salvador Allende, el bloqueo contra la Revolución Sandinista y el terrorismo de los contras, la ocupación de Grenada, las intervenciones en Panamá y Haití.
Para muestra basta un botón, y para declaratoria de guerra, una ofensiva mediática.
4.
¿Avanza una agresión comunicacional contra el régimen democráticamente electo? En mi libro Investigación de unos medios por encima de toda sospecha, recopilé un abultado expediente sobre la incitación al golpe y a la guerra civil por un sector de los medios internos. Los de afuera reciclan los infundios de los criollos, y viceversa. Repitiéndola, pretenden elevar a artículo de fe la patraña de que el régimen electo es autoritario, represivo y ajeno al Estado de Derecho.
5.
La campaña internacional añade a estas falacias el enmarcamiento de Venezuela en una categoría sin valor jurídico que opera como sentencia de muerte: la de «Estado forajido». Para invadir un país, a Estados Unidos le basta calificarlo de tal sin juicio ni apelación; es quien tiene un régimen que no agrada a Estados Unidos y unos recursos naturales que sí le agradan.
6.
Para Estados Unidos es gobierno non grato el que se niega a entregar un recurso grato ¿Le agrada a Estados Unidos el gobierno electo de Venezuela? Apoyó un golpe contra él, y se abstuvo de condenar al dictador Carmona.
¿Tenemos recursos del agrado de Estados Unidos?
Aparte del oro, el hierro, el agua dulce y la biodiversidad, poseemos 300.000 millones de barriles de reservas en crudos convencionales y 270.000 millones de barriles de reservas en crudos pesados: las mayores del hemisferio. Para Estados Unidos somos un proveedor seguro y confiable. En un mundo donde el petróleo es supervivencia, es obvio que le agradaría que fuéramos además un proveedor gratuito.
7.
Estados Unidos bombardea países del Medio Oriente, envenena la población con proyectiles de uranio enriquecido, saquea su patrimonio cultural y les impone gobiernos de ocupación para dominar los hidrocarburos.
Confiscar el petróleo de Irak abre el camino para inundar el mercado de crudo barato, quebrar a los gobiernos de la Opep y privatizar sus industrias y yacimientos. A los productores estadounidenses no les interesa abaratar demasiado la energía, pero el reparto previsto de los yacimientos iraquíes les resarciría en mil por uno este sacrificio temporal. Cuando los monopolios estadounidenses y europeos monopolicen el petróleo, solo habrá una clase de energía: la cara, y un tipo de países: los que se les entreguen incondicionalmente a cambio de ella.
8.
Dueña de su petróleo y de su industria petrolera, Venezuela debe ser irremisiblemente caracterizada como Estado forajido. No basta calumniar a su gobierno democrático: hay que presentarlo como amenaza para el «orden» internacional. Cualquier pretexto es bueno. La modesta cooperación educativa y asistencial de la bloqueada Cuba es presentada como importación de entrenadores marxistas.
La negativa del Gobierno venezolano de participar en el conflicto colombiano es falseada como «colaboración con el terrorismo». El hecho de que desde tiempo inmemorial en forma pacífica, fraterna, legal e inobjetable formen parte de nuestra nación ciudadanos de origen árabe, es tergiversada para tildar a Venezuela de país fundamentalista islámico. Un reportaje calumnioso inventó «caminos de entrenamiento» en Macanillal, desierto donde no puede disimularse una pulga. La revista derechista estadounidense U.S. News and World Report presenta a los inofensivos clubes de amistad árabe-venezolana como fortalezas armadas. Tales infundios mueven a risa, pero también a precaución. Afganistán está ocupado en función de vínculos con el atentado de las Torres Gemelas que jamás se demostraron. Irak fue destruido con el pretexto de armas de destrucción masiva que nunca existieron.
9.
El golpe del 11 de abril de 2002 fue el preámbulo de la guerra de Irak. El programa de la Coordinadora Democrática ofrecía la privatización de Pdvsa y Estados Unidos quería tener seguro el petróleo del patio trasero antes de robar el de Oriente.
La guerra contra Irak estalló cuando la Coordinadora Democrática y Bush perdieron toda esperanza de ponerle mano a Pdvsa a corto plazo.
Mientras persista la resistencia en Afganistán e Irak, se retardará la agresión contra Venezuela. No habrá batalla en las reservas petroleras del patio trasero mientras no se dominen las de Oriente. Si estas son inconquistables, vendrán por las nuestras. La insurrección en Bolivia, la derrota de Uribe en el referéndum de Colombia y la elección de un opositor como alcalde de Bogotá hacen más desaconsejable la ampliación del conflicto. Estos acontecimientos internacionales nos acuerdan una breve tregua.
Aprovechémosla.
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