Las declaraciones de Ezequiel Zamora en relación a que el CNE no verificará
la autenticidad de las firmas ni la de las huellas dactilares que se
recogerán en los eventos que han sido programados para este fin semana y la
próxima, son muy graves y evidencian no solamente lo irresponsable del
personaje, quien siendo uno de los rectores principales del Cuerpo
Electoral, y que como tal debe actuar siempre en total apego a las normas
que regulan los procesos electorales, las cuales le imponen al Organismo la
revisión del material que produzca cualquier proceso de ese tipo, inclusive,
de forma exhaustiva, sino que desenmascara, una vez más, otra nueva treta o
argucia orientada a propiciar que el proceso se "encarate" y dar lugar así
para que la trampa haga de las suyas en el mismo, por vía de que cada quien
firme y estampe sus huellas cuantas veces quiera y en el lugar que sea. Las
inexplicables (?) declaraciones de este señor conducen a eso, pues quienes
vienen maniobrando cómo vulnerar el mecanismo de recolección de firmas para
propósitos nada santos, pues encuentran en esas declaraciones el mayor apoyo
para lograr dicho cometido.
En absoluto nos sorprenden las declaraciones de este caballero de la vieja
política. El fue integrante de los cuerpos electorales del pasado, cuando
era una realidad que las actas mataban a los votos y que las trampas en
todas sus expresiones eran la norma y no la excepción. De forma tal que eran
de esperarse este tipo de conductas de un señor como ese, de muy curtida
experiencia en comicios de oscura factura y que él mismo se jacta de
tenerla, cuando orgulloso declara haber prestado servicios al antiguo
Consejo Supremo Electoral por más de quince años. Más que sorpresa, diríamos
que nos extrañaba que hubiera demorado tanto tiempo en dar a conocer sus
simpatías con el liderazgo del golpismo, muchos de cuyos integrantes
debieron apadrinarlo para que se le incorporara a ese vieja y corrupta
estructura electoral.
De manera que Ezequiel Zamora hace evidente lo que hemos venido denunciando
desde hace semanas. La oposición no da tregua en su afán de propiciar lo que
sea, con tal de salir de Chávez al margen de la normativa constitucional, no
importa cómo, ni de qué forma. Zamora es parte de ella y esas declaraciones
suyas no hacen otra cosa que confirmarlo. Lo anunciado por los "capos"
Ortega y Cova que durante el "reafirmazo" la rebelión civil será imparable y
Chávez no tendrá otra opción que dejar la Presidencia, así como la
advertencia del Bloque Democráctico recogida por el diario El Nazional en su
edición del 10/11/03, de que ese proceso de firmas no será igual al de
agosto, sino que sus resultados deberán ser tenidos como la revocatoria
automática de su mandato, terminan por entregarle a la oposición, con esas
declaraciones de "Zamorita", el detonante que le faltaba para tratar de
hacer reventar al país antes de que llegue la navidad.
Zamora, lo reiteramos, no es otra cosa que una ficha más del plan golpista
que la oposición no está dispuesta a desactivar, simple y llanamente porque
sus cuentas no les cuadran y ya está convencida de que, en buena lid, ni
siquiera podrá lograr el número mínimo de firmas requerido para solicitarle
al CNE la convocatoria para revocarle el mandato al Comandante Chávez.
En eso no tenemos duda alguna. Estamos persuadidos de que la estrategia
opositora no ha sufrido ningún cambio. Sigue obsesionada con la idea de
derrocar al gobierno y en esa línea ha radicalizado sus esfuerzos, al punto
de que, como ya todo el país lo sabe, está siendo financiada y asesorada por
agentes de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, quienes
actúan bajo la protección del embajador Shapiro.
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