Se debe evitar caer en el terreno religioso pues la Iglesia, que se atribuye la representación de Dios en la tierra, tratará de llevarla a su terreno desviándose de lo científico y entrando en el terreno de lo etéreo desvirtuará la discusión; no olvidemos tampoco aquellos que, oponiéndose per se, defienden la vida con consignas profundamente retrógradas llegando hasta el asesinato de médicos por practicar abortos como ya ha sucedido en los EE.UU. ¡Que contradicción! Por un lado reivindican la vida y en nombre de ella, la quitan.
En el aborto terapéutico hay que considerar si se debe obligar a la mujer a tener un hijo concebido contra su voluntad, tal como lo sería en el caso de violación. Igual en el caso de mujeres con hijos y maridos alcohólicos, que borrachos y con alevosía machista, las obligan a tener relaciones sexuales cuando ellas no lo desean. ¿Se les debe obligar a tener un hijo no deseado que repercutiría negativamente en su educación? ¿Se debe obligar a las adolescentes traer al mundo hijos para los que nos están física ni emocionalmente preparadas? Y las mujeres que aspiran a un desarrollo profesional, ¿Tendrán que renunciar a sus sueños y quedarse en casa a criar niños? Deben tener el derecho a decidir porque se trata de sus cuerpos y conlleva una evidente carga familiar, social, psicológica y están hartas que otros decidan por ellas.
La frase “Las ricas abortan y las pobres mueren”, sinónimo de desigualdad, debe ser extrañada del sentir popular, permitiendo en la nueva ley condiciones seguras para abortar, con asistencia médica gratuita y ayuda psicológica especializada, erradicando de esa manera un problema de salud pública que ha dejado muertes, secuelas físicas y daños psicológicos. La nueva ley debe garantizar educación sexual y la promoción del uso de anticonceptivos que disminuya el riesgo de embarazos no deseados, y por consiguiente, disminuya también la posibilidad de abortos.
Un elemento importante a ser tomado en cuenta es la duda que se tiene sobre donde se debe trazar la raya que separa la concepción en si misma de la formación del ser con todos sus órganos para que pueda ser considerado humano. Carl Sagan (1), en su libro “Miles de Millones”, con colaboración de su esposa Anne Druyan, dedica un capítulo al aborto tratando de aportar, con su sapiencia y percepción, algunos conceptos que ayuden a una mejor comprensión y por lo tanto, a tomar sabias decisiones. En ese orden afirma que los reflejos, el movimiento y la respiración no son lo que nos hace humanos, y que a partir de la octava semana de gestación, “después de unas etapas en la que el feto se asemeja a un gusano, un anfibio, un reptil y un mamífero inferior, aparecen rasgos reconocibles de primate (mono, hombre). Sin embargo pasarán meses antes de que se desarrollen los pulmones y se detecte una actividad distintivamente humana”.
Sagan y Druyan, destacan la importancia crucial que las neuronas desempeñan en lo que llamamos pensamiento, “el pensamiento es nuestra bendición y nuestra maldición y nos hace ser lo que somos”; resaltan, que la conexión a gran escala de las neuronas “no empieza hasta el sexto mes de embarazo”, hasta entonces los fetos, por vivos y activos que parezcan, carecen de la necesaria arquitectura cerebral, todavía no pueden pensar. Terminan afirmando: “Si tenemos que optar por un criterio de desarrollo, aquí es donde hay que trazar la raya: Cuando se hace posible un mínimo asomo de pensamiento característicamente humano”.
Países como Uruguay han dado pasos importantes para reivindicar, mediante las leyes, la despenalización del aborto. En Noviembre del año pasado, el senado de ese país aprobó un artículo del proyecto de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, que despenaliza el aborto durante las primeras doce semanas de gestación, ampliando las causantes a motivos socio-económicos, psicológicos y emocionales, teniendo en cuenta que la decisión para interrumpir un embarazo, no importa la causa, no es algo banal e impensado para quién lo practica voluntariamente.
Reivindiquemos el derecho al aborto tomando en cuenta todos y cada uno de estos intríngulis ahora que las mujeres están siendo protagonistas ¡y de que forma!, dejando atrás siglos de discriminación, desigualdad y degradación. Es hora también, que los hombres, hasta ahora al margen o simples espectadores, compartamos con ellas sus problemas, apoyándolas e involucrándonos en sus luchas, facilitándoles el camino de la inclusión social, máxime cuando la Constitución les reconoce sus derechos en paridad con los hombres.
(1) Carl Sagan doctor en Astronomía y Astrofísica, profesor en Harvard, fue director del Laboratorio de Estudios Planetarios y presidente cofundador de la Sociedad Planetaria. Trabajó en la NASA y colaboró con las misiones espaciales Mariner, Pioneer, Viking, Voyager y Galileo. Acreedor de varios premios, su labor docente e investigación le consagró como uno de los mejores divulgadores científicos del mundo. Autor de Los Dragones del Eden: Especulaciones sobre la evolución de la Inteligencia Humana que fue galardonada con el premio Pulitzer en 1978 y en 1980. Su serie televisiva COSMOS obtuvo tres premios Emmy. Publicó una treintena de libros y miles de artículos de divulgación, entre ellos: “Cosmos”, “Un punto azul pálido” y las obras “Comet”, “Contact” y “Sombras de antepasados olvidados” en colaboración con Anne Druyan, su esposa, novelista, guionista, realizadora de televisión y colaboradora de las revistas New Cork Sunday Magazine, Reader’s Digest y Discover.