Esta fecha aniversaria de los cien años del nacimiento del doctor Juan
Pablo Pérez Alfonzo es propicia para un recordatorio al venezolano más
preclaro del siglo XX. Hablar de Pèrez Alfonzo, no sólo es hablar de 100
años de petróleo, es hablar del humanista y defensor de los derechos
patrimoniales de los pueblos.
El aporte más importante de Pèrez Alfonzo a la actividad petrolera
nacional y de los países de la Liga Árabe, estuvo en ser un estudioso de la
legislación que regía las relaciones del Cartel del petróleo. Era con
leyes, con la alianza y unidad de los países productores como se podía
frenar la desmedida apetencia de las compañías en las actividades de
exploración, explotación y distribución del petróleo y sus derivados. El
gran aporte de Pérez Alfonzo hay que buscarlo en el campo de la
legislación. Así como existían tratados internacionales del café, el trigo
y el azúcar, productos renovables, mucho más justificable era el
establecimiento de un acuerdo del petróleo, que es energía básica no
renovable. En 1960, Tariki, de Arabia Saudita y Pèrez Alfonzo, sentaron
las bases de lo que más tarde sería la OPEP, apoyándose en tres propósitos
fundamentales: el prorrateo internacional de la producción con miras a la
estabilización de los mercados; la prevención del desperdicio del petróleo;
y la conservación de un producto natural agotable y no renovable. Durante
años, la OPEP, permaneció a la expectativa de su real utilidad, hasta que
llegó su hora a raíz de la Guerra del Petróleo (1973). Los mecanismos se
activaron y en medio de vicisitudes y enfrentamientos -durante 30 años-
cumple con su propósito inicial, hasta llegar a la situación actual de
máximo entendimiento por la lealtad en el cumplimiento de las cuotas que
garantizan la fluctuación de los precios en la banda de 22 y 28 dólares.
Indiscutible gran éxito del actual gobierno.
Pèrez Alfonzo no sucumbe a la aridez de los códigos ni de los
contratos ni de las relaciones económicas. Su interés llega a otras áreas
de la economía, como la minera, la agrícola, el crecimiento demográfico,
donde también manifiesta su sensibilidad social de humanista, esbozada,
como doctrina que rige toda su vida, en su tesis para optar al título de
Doctor en Ciencias Políticas y Sociales, titulada: “La Legítima Defensa de
los Derechos Patrimoniales”.
Cuando los campesinos de Bailadores, ante la amenaza de explotación de
las minas de cobre, plomo y zinc, salieron en defensa de su agricultura;
por insinuación de Domingo Alberto Rangel, se invita a Pèrez Alfonzo. Vino,
acompañado de su esposa Alicia e Iván Pulido. Recorrimos el Valle, conoció
de sus bellezas naturales y al regresar a Caracas, en la rueda de prensa
que daba cada martes, dijo: “el gobierno le quiere echar plomo a la
agricultura de Bailadores”, en abierta referencia a la explotación de la
mina, pero también, en velada alusión a la actitud represiva que distinguía
a los gobiernos de la IV República cada vez que las comunidades salían en
defensa de sus derechos patrimoniales. El Cabildo Abierto del pueblo de
Bailadores (28.4.1990), aprobó construir un monumento que, frente al
fantasma de la mina, haga perdurar aquella actitud de defensa patrimonial
y nadie mejor, que el doctor Juan Pablo Pèrez Alfonzo, para presidir el
monumento alegórico con su figura de luchador egregio.
Tovar, diciembre del 2003
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