LE MONDE | 20.01.04 | 13h36
El antiguo economista jefe del Banco Mundial, profesor de la Universidad de Columbia (EE UU), denuncia la “focalización” sobre el crecimiento.
Bombay, de nuestro enviado especial, Laurence Caramel
Traducción: Juan Vicente Gómez Gómez
Usted ha intervenido, lunes 19 de enero, en el Foro Social de Bombay. ¿Acaso eso significa que Ud. respalda el movimiento ‘altermundialista’?
El Foro Social es un acontecimiento muy positivo. El mundo es mucho lo que ha sufrido con esa idea según la cual no habría más que una manera de alcanzar el crecimiento económico, de desarrollarse, de que no hay sino una sola manera de organizar la sociedad y la economía. Las discusiones aquí tratan, por el contrario, de demostrar que existen varias vías y también múltiples objetivos. Ellas dejan al descubierto a que punto la ‘focalización’ sobre el crecimiento es excesiva.
Creo que puedo ayudar en este contexto, puesto que es necesario reformar la mundialización. El proceso del Foro puede contribuir a ello de manera efectiva. Los 100.000 participantes van a regresar a su países y, a través de sus redes, hacer que progresen un cierto número de ideas. Una sociedad civil mundial se está construyendo, ella ya tiene un impacto. Por su cuestionamiento de las instituciones, su trabajo de análisis, ella ha acelerado, por ejemplo, la toma de conciencia del vínculo que existe entre la globalización y el crecimiento de las desigualdades.
Los ‘altermundialistas’ hacen un análisis totalmente negativo de la mundialización, y en particular para los países emergentes o en vías de desarrollo. ¿Comparte Ud. ese análisis?
La realidad es mucho más compleja. Países como la India muestran como, por una parte, la mundialización puede ser un formidable vector para el crecimiento y, por la otra, dejar a una gran cantidad de la población abandonada en el hombrillo. Desde hace veinte años, mucha es la gente que ha sufrido de ese proceso de liberalización. Mucha más gente aún simplemente no ha visto que su vida cambie, mientras que se les había prometido un mundo mejor. Y se preguntan por qué, mientras que la prioridad absoluta era el crecimiento económico en detrimento de consideraciones orden social o políticas, ese objetivo (el crecimiento económico) ni siquiera se ha alcanzado.
La otra crítica que se hace se centra sobre el “déficit” de democracia, de participación, que caracteriza a la mundialización en lo relativo a la toma de decisiones en escala internacional. Esto es muy importante, por cuanto sólo un proceso de toma de decisiones abierto a diferentes perspectivas, diferentes preocupaciones, puede conducir hacia un modelo de democracia duradera. En lugar de ello, no tenemos en la cúspide de las instituciones internacionales más que a tecnócratas, ministros de finanzas y de comercio, y presidentes de bancos centrales.
¿La mundialización se sustenta sobre la voluntad imperialista de EE UU, como se ha denunciado sin tapujos aquí?
El concepto del imperialismo es muy amplio. Si se trata de decir con ello que hemos entrado, con referencia al siglo XIX, en una forma de colonialismo, debo decir que no. Sin embargo, es cierto que EE UU utilizan su supremacía económica y militar para orientar al mundo hacia el servicio de sus intereses, y ello en detrimento de otros países.
Esto es tanto más verdadero desde la elección de George “W” Bush. El presidente habla mucho de democracia. Pero el unilateralismo no es compatible con la democracia, y esto plantea un autentico problema del que tenemos variados ejemplos a través del funcionamiento de instituciones como el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial del Comercio.
Hay por lo menos tres reivindicaciones sobre las cuales los ‘altermundialistas’ está de acuerdo: la anulación de la deuda externa de los países pobres, la creación de una cuota (‘tasa’) global para financiar el desarrollo y la suspensión de las privatizaciones. ¿Qué opina de ello?
Sobre el primer punto, es cada vez más evidente que los diferentes mecanismos de reducción o de condonación de la deuda no han sido suficientes. El caso de Irak pudiera hacer evolucionar la situación, estableciendo una especie de jurisprudencia. Si se determina que los iraquíes no deberán pagar la deuda acumulada por Saddam Hussein, entonces muchos otros países podrán también hacer valer que no tienen por que asumir políticas pasadas de sus déspotas, por lo que no deberán honrar esas deudas “horrorosas”.
En cuanto al segundo punto, me parece indispensable conseguir una fuente de financiamiento en escala mundial, no sólo para conseguir recursos para el desarrollo, pero también para preservar los bienes públicos mundiales, tales como el medio ambiente, la salud... Hay varias proposiciones sobre la mesa. La Tasa Tobin tiene al menos una virtud que debiera tener cualquier impuesto. Gravaría algo nocivo: el flujo de capitales especulativos que contribuyen a la volatilidad de la economía mundial. Pero para serle sincero, no sé como es que se podría instrumentar.
En fin, sobre las privatizaciones, la experiencia no muestra pocos éxitos y muchos fracasos. El América Latina, hemos podido comprobar como las privatizaciones nada habían aportado cuando los servicios públicos funcionaban bien, pero por el contrario, en empresas deficitarios, la intervención del sector privado más bien sirvió para mejorar las cosas. El problema radica en que los gobiernos siempre quieren privatizar lo que funciona puesto que ello les garantiza la venta.
El agua es notablemente un sector en el que las privatizaciones casi siempre han fracasado, puesto que es muy difícil que haya competencia en un sector de esa naturaleza. Por lo que las privatizaciones lo que han hecho es sustituir un monopolio público, por otro privado. Sin beneficio alguno para la población.