Asumir la derrota es aprender de los errores

Pese a que el mapa se pintó de rojo nuevamente hay que dejarse de tonterías y asumir valientemente los resultados de este domingo como una derrota. Es así, y sólo así, como entenderemos que algo está pasando en nuestras filas, en nuestros gobernantes. Lo demás es analizar las causas el ¿qué pasó? y comenzar a trabajar en función de enmendarlas. En un intento por participar en este debate que se abre, me atrevo a hacer las siguientes consideraciones.

A mi juicio, se perdió por la sordera. Prevaleció la prepotencia, el autismo, la soberbia y la subestimación. Creo que también fue causa determinante la ausencia de control.

Durante meses, se habló y se repitió hasta el cansancio de la pésima gestión que venían realizando varios de nuestros alcaldes y gobernadores. No hubo respuesta. Se denunciaban actos de corrupción, despilfarro. No hubo respuesta. Ahí está el meollo del problema. Pero también se habló de que algunos de los candidatos seleccionados no eran precisamente los mejores (caso Carabobo), pero aún así, la terquedad se impuso y hubo exceso de confianza en el sentido de que el portaviones Chávez lograría abrir los flancos y abonar el terreno. No fue así.

En el caso del Distrito Capital nos encontramos con que una sola pésima gestión (la de José Vicente Rangel Ávalos) echó al traste con la posibilidad de conquistar no sólo el municipio Sucre, sino además la Alcaldía Mayor y el estado Miranda, pues Diosdado y el negro Aristóbulo perdieron porque no contaron con los votos del municipio Sucre.

Ahora bien, José Vicente lo hizo pésimo, así como pésimo también lo hicieron Barreto, Bernal, Acosta Carlez, pero surge la gran pregunta: ¿Por qué los dejaron sólos? Si había todo un conglomerado que llevaba meses, años, criticando el deplorable estado de las vías, las fallas garrafales en la recolección de la basura, la presencia de gran cantidad de mendigos y niños de la calles deambulando por las grandes ciudades, el problema de los hospitales y las escuelas, la corrupción, el despilfarro (recordemos la compra de los mil millonarios globos aerostáticos que compró Barreto y que nunca pudieron ponerse en funcionamiento), por qué no se les hizo caso.

El Presidente o el PSUV debieron haberlos llamados a botón, pero de una manera seria y contundente e intervenir políticamente dichos espacios si era preciso, o haber declarado una emergencia, pero nunca evadir o subestimar las denuncias que se hacían. Definitivamente no se quiso escuchar la voz del pueblo y en vista de, el pueblo decidió hacerse escuchar el pasado domingo. Creo que hay que asimilar la experiencia y sobre todo, entender que cada alcaldía, cada gobernación, es un pedacito de revolución, es como un espejo de la sociedad que queremos, con la que soñamos. La gente está harta de la política (o de la politiquería). Nunca entenderá las bondades del socialismo, ni de esta revolución si lo que ve, lo que percibe, en el día a día, es catastrófico.

Si un revolucionario es vinculado con hechos de corrupción o con el narcotráfico eso nos debe doler en lo más hondo, pues nos está dañando a todos y amerita de respuestas contundentes, tal y como lo hicieron en Cuba (respetando las distancias) cuando el general Ochoa, uno de los comandantes de la revolución, fue vinculado con el narcotráfico y a la revolución no le quedó alternativa, sino fusilarlo.


(*) periodista venezolano



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