Parte IV
Uno de los grandes problemas que ha venido enfrentado la oposición
venezolana ha sido la inmediatez para tratar de derrocar al gobierno, y cuyo
punto de referencia ocurrió el 11 de abril de 2002, cuando una marcha
opositora se concentró en las afueras de la sede principal de Pdvsa, siendo
ésta el principal sector de apoyo de una élite política y económica, que
durante muchos años estuvo acostumbrada al usufructo del poder. En tal
sentido, durante ese día vimos como individuos y “personalidades” de la alta
“sociedad civil” se paseaban por las estaciones de radio y televisión para
“pronosticar” el fin del gobierno, el cual según distintas apreciaciones de
estos analistas, se había convertido en una dictadura comunista. Así veíamos
a Pedro Carmona Estanga y Carlos Ortega (hoy prófugos de la justicia
venezolana), como los principales voceros del bloque opositor, quienes a
primera horas de la tarde hacían un llamado a la concentración civil, la
cual previamente había sido arengada por las televisoras, para que marcharan
hasta Miraflores con el propósito de lograr definitivamente la caída del
“régimen”.
Cuando la marcha comenzó su fatal destino, ya todo estaba preparado por los
sectores fascistas (civiles y militares), quienes desplegando un macabro
plan, apostaron francotiradores desde las azoteas de los edificios por donde
pasaría la marcha, con la finalidad de asesinar a mansalva a venezolanos
quienes sirvieron de “carne de cañón” para que un grupo de militares
insurrectos justificaran tales hechos, alegando que el gobierno por
intermedio del Presidente de la República era el principal responsable de la
masacre; al punto que incluso una canal de televisión se prestó para editar
imágenes de personas identificadas con la corriente oficialista, quienes
según los comentarios de los “especialistas”, eran los responsables de las
muertes allí ocurridas; cuando en realidad, (así lo han demostrado las
investigaciones), estos ciudadanos se encontraban defendiéndose de policías
adscritos a la Alcaldía Metropolitana, quienes curiosamente algunos de ellos
fueron encontrados muertos en condiciones muy extrañas.
Durante este día la confusión seguía reinando; en horas de la noche un
conocido periodista leía la “renuncia presidencial”, mientras que los
pronunciamientos militares continuaban esta vez por intermedio de generales
y coroneles de todos los componentes armados; al punto que uno de ellos,
tuvo el tupé de afirmar que origen de la tales acciones para derrocar a Hugo
Chávez se habían gestado con siete meses de antelación.
Durante la madrugada del 12 de abril, una vez impuesto Pedro Carmona Estanga
del poder, comenzó la más cruel persecución en contra de los colaboradores y
seguidores del gobierno. Vimos la detención de Tarek Willian Saab, Rodríguez
Chacín y el Gobernador del Táchira, Ronal Blanco La Cruz, así como múltiples
“allanamientos” en busca de las armas pertenecientes a los “círculos del
terror”. Simultáneamente el “nuevo líder venezolano” recibía en Miraflores
las adulaciones de los sectores más recalcitrantes de la derecha y la
aristocracia venezolana. Pasadas las cinco de la tarde, Daniel Romero
investido del cargo de Fiscal General, leía el decreto de disolución de
todos los poderes públicos. Una vez autojuramentado Carmona, la palabra
“Democracia” era coreada por los asistentes. Por otra parte, una vez
consumado el Golpe de Estado, las firmas de “demócratas venezolanos”, entre
ellos el Gobernador del Zulia y “Monseñor” Velazco (hoy fallecido, quien
dijo ante las cámaras que rubricó un papel en blanco), refrendaban el
“gobierno de transición”.
Un día después, el 13 de Abril, las televisoras ampliamente comprometidas
con el Golpe de Estado cumplían su labor de desinformar lo que ocurría en
Caracas y otras ciudades, tratando con ello de darle un último aliento a la
dictadura, la cual en sólo 48 horas asesinó a más de 80 compatriotas,
quienes también siguen esperando justicia. No pudieron lograrlo y de esta
manera el pueblo y la Fuerza Armada reponían a Hugo Chávez en el poder.
Pidamos a Dios por la Paz y la Democracia.
Parte V
Los hechos políticos sucesivos al Golpe de Estado de Abril de 2002,
estuvieron signados por una profunda conflictividad política, la cual era
marcada por factores de oposición quienes desde el 11 de julio y meses
siguientes, servían para planificar todo tipo de agendas, justificadas a
través de marchas y protestas que tenían como supuesto objetivo “justicia
para las víctimas del 11 de abril”; víctimas éstas que por cierto de 19
quedaron reducidas a sólo cuatro, lo que en definitiva demuestra que la
mayoría de compatriotas asesinados durante tales eventos, nunca
pertenecieron a la oposición.
De esta manera, con un intenso debate político, la mal llamada
“coordinadora democrática”, emergió en la lucha por el poder, escenario que
permitió la reagrupación de los mismos individuos que en 1998, antes de las
elecciones presidenciales se hicieran llamar el “polo democrático”; fuerzas
que habían quedado visiblemente disminuidas con los resultados electorales
de la época. No obstante, esta vez el Golpe de Estado y el apoyo mediático
irrestricto por parte de televisoras, radios y periódicos de carácter
nacional, impulsados por el llamado “pacto de gobernabilidad”, el cual fue
ungido días antes del 11 de abril, por la mano iluminada del rector de la
Universidad Católica Andrés Bello, Luis Ugalde (Iglesia y Opus Dei), junto
con los actuales prófugos de la justicia venezolana, Pedro Carmona Estanga
(cúpula empresarial) y Carlos Ortega (expresidente de la CTV, sin el aval
del CNE), permitió que tomaran la ofensiva en el juego de descalificaciones
y calumnias en contra del adversario, es decir el gobierno, al punto que
casi a diario, se afirmaba que nos encontrábamos a las puertas del paro
nacional indefinido, debido al abuso y atropello que el “régimen” había
instaurado en Venezuela. Es importante resaltar que se realizó una segunda
versión del “pacto de gobernabilidad”, en donde Carlos Fernández (hoy
asilado en el país yanqui), se convertía en el nuevo líder de los
empresarios.
Pero mientras esto ocurría, en el Tribunal Supremo de Justicia se llevaba a
cabo el antejuicio de mérito por rebelión militar a cuatro altos oficiales,
y cuya decisión, por demás deplorable para el poder judicial y la historia
del país, en donde 11 “magistrados” determinaron que en Venezuela no hubo
ruptura del hilo constitucional; en semejante decisión prevaleció la
“creativa” tesis del “vacío de poder” y con ello se legalizaba el Golpe de
Estado y la posibilidad que cualquier militar se levante en armas en contra
de la república sin temor a ser sancionado por tal hecho de indisciplina.
Con tal exabrupto jurídico estos militares regresaron a sus andanzas
conspirativas para tratar de derrocar al gobierno.
La ofensiva opositora tomaba calor, y casi a diario eran introducidas en el
propio TSJ, querrellas en contra del Presidente de la República, se buscaba
su destitución por la vía “legal” sobre la base de subterfugios creados en
laboratorios de “guerra sucia”. Los “asesores” de estos mecanismos pensaban
que tendrían éxito en sus propósitos; pero la realidad era que cada
"querrella"se caía por sus propio peso, debido a la cantidad de mentiras y
disparates en que eran sustentadas; en otras palabras, se cerraba para la
oposición otra oportunidad para “tumbar” a Hugo Chávez.
Así continuó el diseño de “Septiembre Negro” y “Octubre Rojo” sin ningún
tipo de resultado; pero los opositores con el pronunciamiento de los
militares golpistas, esta vez desde la Plaza Altamira preparaban lo que en
definitiva sería el principio de su autodestrucción; sin importar el daño
incalculable para el país; hechos que serán analizados en próxima y última
entrega. Pidamos a Dios por la paz y la democracia.
javiervivas_santana@hotmail.com