La presencia de los médicos cubanos en el plan “Barrio Adentro” ha
sido motivo de discusión y conjeturas en tirios y troyanos. Presentar un
plan dirigido a la atención de la salud, en la lucha contra la pobreza, es
tocar fondo, es agarrar el rábano por la raíz, es llegar al sentimiento más
profundo que se alberga en el ánimo de los excluidos. La enfermedad del
cuerpo en medio de la miseria es la condición más deprimente del ser
humano. Vivir con salud en la pobreza, ya es una posibilidad. De allí que
el Plan ”Barrio Adentro” constituya una de las iniciativas de mayor
trascendencia junto a la”Misión Róbinson” de alfabetización, el “Plan
Zamora” para la entrega de tierras a los campesinos y habitantes de los
barrios pobres, y el “Vuelvan Caras” para crear fuentes de trabajo. Estas
cuatro acciones del gobierno tocan con mucho acierto el fondo del problema
y es punto de arranque para cualquier proyecto económico, social o
cultural. Salud del cuerpo, cultivo de la mente, entrega de la tierra que
es fuente originaria de trabajo y de vida. Tener salud, conocimientos, un
pedazo de tierra y trabajo, es tener posibilidades y la posibilidad es el
mayor incentivo para la acción. Cualquier proyecto económico, social o
cultural, con proyección de futuro, tenía que comenzar por la salud, la
educación y el trabajo, había que descender al nivel de los excluidos para
atacar las lacras más deprimentes de cualquier sociedad: pobreza,
enfermedad, ignorancia, desempleo. Atacarlas, no con sentido de caridad,
sino de justicia social, para arrojar por la borda ese lastre que impide
levantar vuelo hacia el desarrollo. “O todos en la cama o todos en el
suelo.”
Está plenamente demostrado el fracaso de los proyectos habidos en el
pasado para el desarrollo económico, social y cultural. Los resultados
están a la vista: 80% de pobreza, en el país, que durante cien años ha
suministrado al mundo la energía que mueve la actividad económica. Si los
planes de desarrollo habidos, han fracasado, aquí, como en todo el
continente ¿Cómo volver al pasado, a la aparente economía de índices
económicos que generan pobreza en las mayorías?
El médico cubano es el hombre nuevo que, con un título universitario
en la mano, se va por las barriadas del mundo a servir a los excluidos;
renuncia a la comodidad, al bienestar de la vida hogareña y acepta vivir en
medio de las condiciones más deprimentes, de un barrio miseria de Caracas,
Haití, Somalia o el Congo. Cambiar la mentalidad del lucro y la ganancia
que impera en la cultura capitalista, por la mentalidad de servir al
prójimo, es ser un hombre nuevo. Si Francisco de Asís o la madre Teresa de
Calcuta deciden servir a los pobres ¡Qué maravilla! ¡Qué vida ejemplar!
¡Qué abnegación y entrega¡ Pero si el Che Guevara o Simón Trinidad,
renuncian a todo y se van a luchar por los derechos de los excluidos
¡Bandoleros! ¡Terroristas! Si Cuba envía por el mundo a 15 mil médicos,
capacitados para dar vida y no muerte ni llevar la guerra ni ver morir con
prácticas piadosas...¡Qué horror! !Espionaje! ¡Invasión! ¡Cuba exporta la
revolución!
En la forma de ver las cosas, sin egoísmo ni individualismo, radica
la mentalidad del hombre nuevo que palpita en el pecho de los médicos
cubanos. Mentalidad que no se forja en nuestras universidades y debería ser
práctica normal de creyentes como lo es de no creyentes.
Tovar, febrero del 2004
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