En Tovar hay múltiples edificios para la cultura elitista. Tal vez el
mismo fenómeno en todo el país. Nuestras culturas aborígenes no tuvieron el
desarrollo alcanzado en otras regiones de América: Bolivia, Perú, Colombia,
Guatemala, México. La herencia cultural de los aborígenes Mucus - en el
Valle del Mocotíes - a excepción de las prácticas agrícolas y la dieta
alimentaria: papa, maíz, auyama, no dejaron ni una mucura ni un tejido ni
una tumba ni un menhir ni una arquitectura como huella de su paso por la
historia. Sin embargo, la cultura de la papa y no la del trigo, acabó con
las hambrunas en Europa e hizo posible el capitalismo y la Revolución
Industrial. Nuestra cultura es 90% importada. Una parte llegó por
imposición religiosa y está rellena de sincretismo: paradura del niño;
velorio del angelito; la quema de Judas; los rezos para el mal de ojo;
horóscopos y cábalas; procesiones y creencias en general. Otra parte son
culturas extrañas, foráneas: actividad económica, navidad, corrida de
toros, expresiones musicales y artísticas. En medio de la indigestión,
joolibudense y yanqui, se cuelan por algunos resquicios tímidas expresiones
culturales nativas.
En Tovar, a excepción del Mercado Público y La Terminal, emporio de
auténtica expresión cultural, abundan edificios que albergan pacatas
promociones culturales, más como recurso burocrático y exaltación del
“ego”, que como real animación popular. Ante la solicitud de un Núcleo de
la Universidad Bolivariana de Venezuela, UBV, para el Valle del Mocotíes,
en artículo anterior señalamos el edificio del Cuartel y el edificio del
Viejo Mercado, éste, remodelado hace 28 años, con un área aproximada de
4000 metros de construcción, en dos plantas. Fue dado en comodato a la ULA
para Extensión Universitaria. Es el edificio que, por herencia y por
decisión del pueblo tovareño, le correspondería a la UBV.
Tovar tiene: edificio para el Ateneo; edificio para el CONAC;
edificio para la escuela de oficios; edificio para la “Ruta del
Arte”; edificio para la “Casa de la Ciencia”; edificio subterráneo para la
Biblioteca Pública; en el club Mocotíes, “Danzas Mocotíes”; y en
construcción, el edificio para la Banda Municipal. Dejamos de último “El
Coliseo”: plaza de toros con techo, para el montaje de corridas, con
“arena y sangre... sin sol”. Toda una “exquisitez”. Ya el nombre evoca el
anfiteatro de la Roma de los Césares, el banquete de los leones, el combate
de los gladiadores, la gritería del populacho. En el Coliseo de Tovar se
escenifica un espectáculo parecido: la gritería de la burguesía, los
toreros en función de gladiadores, el toro que hace las veces de cristiano,
algún personaje público que hace las veces de César, todo a punto para el
banquete de las ”fieras”. El Coliseo es una unidad arquitectónica
formada por cuatro torres, cada una de 10 por 10 metros cuadrados, siete
pisos de altura (suman 28 oficinas con escaleras, salones, baños,
ventanales), sostienen la estructura del techo que cubre la gradería y el
ruedo. Bajo la gradería, hay más salones. ¿Tanto espacio no será suficiente
para albergar, además del Museo de Arte, las expresiones culturales
diseminadas por la ciudad en múltiples edificios? ¡Que desperdicio! En
medio de tanto despliegue arquitectónico, la cultura elemental, la cultura
del agua ¡falla! Cultura xerófila, urbanística, contradictoria, sin agua...
ésta de Tovar.
Tovar, febrero del 2004
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