Y a lo dije en Miami, frente a más de dos mil venezolanos en el exilio, que estoy dispuesto a volver a Venezuela a luchar en la clandestinidad hasta acabar con el régimen del señor Chávez. Y lo repito aquí, frente a esta grabadora, para que quede en el archivo histórico de la nación una vez que alcancemos el poder.
Después de meditar profundamente, cosa que a mí no me cuesta mucho, he decidido asumir esta lucha con todas mis energías.
Los hombres somos del tamaño del compromiso que se nos presenta, como me dijo un día Alfaro Ucero, y yo asumo este compromiso de derrotar al régimen del señor Chávez.
Digo que he meditado porque he visto con mucha vergüenza cómo los hombres y mujeres que participaron en el heroico paro cívico que celebramos desde el 2 de diciembre del 2002 y hasta no se sabe cuándo, corrieron en cambote a inscribirse en el Consejo Nacional Electoral.
Debo decir, además, que no confío en las declaraciones de Antonio Ledezma, porque estoy seguro de que nadie lo postuló para nada, y ahora quiere sacarle provecho a este momento. Igualmente pasa con Andrés Velásquez, que dice que no se inscribió para contribuir moralmente con la unidad, pero lo que no dice es que no puede inscribirse porque tiene responsabilidad administrativa en su período de gobierno. Así no se puede, con la mentira no llegamos a ninguna parte.
Todos esos escenarios los he revisado detenidamente y he llegado a la conclusión que la única manera de extirpar el régimen del señor Chávez, es asumiendo la lucha en la clandestinidad, y que las Fuerzas Armadas den un paso al frente.
Y, debo decirlo, entre todos los líderes que están en la coordinadora no hay nadie capaz de enfrentar este momento, por eso he decidido sacrificarme, porque creo, y me perdonan lo pedante, que soy el único capaz de llevar adelante esta tarea.
Aquí voy Venezuela, a reconquistar la paz y el amor. La honestidad y la libertad.
También voy por ti, Covita, que te dejaste engañar con Carlos Blanco y le creíste que tú podías ser el mejor candidato porque eres el negrito del Batey que hace falta para subir cerro, y menos mal que te diste cuenta que no ibas para ninguna parte. Se perdieron esos reales de tu candidatura. ¡Qué vergüenza contigo, Covita!
Huyendo, pero orgulloso.
Carlos Ortega.
robertomalaver@cantv.net