Entre cuatro paredes

Dos análisis han sido muy difundidos, ambos incorrectos: uno cree que la crisis actual llevó al fin del neoliberalismo y condena al propio capitalismo a la  muerte. El otro afirma que todos los intentos actuales – especialmente los latinoamericanos – de superación del neoliberalismo fracasaron o tienden a fracasar, “traicionando” los mandatos que recibieron.

Parecen análisis contrapuestos, pero son funcionales uno al otro. Porque remiten a la idea de que las condiciones de superación del capitalismo están dadas, solo que no se realizan por la “traición de las direcciones políticas”, burocráticas y/o corruptas, cooptadas por la burguesía y por el capitalismo.

Además de equivocados, ambos análisis sirven de excusa para las derrotas de la izquierda: son siempre derrotas “de los otros”.  Se quedan en la eterna e indispensable tarea de la denuncia, tanto de la represión, como de las “traiciones”. Pero los sectores más radicales se consideran inmunes a las derrotas, como si al no aprovecharse la crisis del capitalismo y el agotamiento del neoliberalismo para construir alternativas de izquierda capaces de disputar hegemonía, no estaríamos siendo todos derrotados.

O los argumentos de la izquierda están equivocados – y la realidad insiste en probar que lo que dicen no es verdad, cuando se avanza es por la izquierda y las propuestas de derecha están asociadas a la  generación de la crisis – o hemos sido incapaces de convencer y de ir hacia la construcción de fuerzas alternativas que traten de transformar esas ideas en fuerza concreta – económica, social, política, ideológica. Tal vez las posiciones concretas de la izquierda o no sean lo suficientemente concretas como para llegar a las personas o estén equivocadas en su forma. Tal vez se exorbite en el radicalismo verbal y eso lleva a la izquierda al aislamiento y al doctrinarismo,  cerrándose sobre si misma, apegándose excesivamente a la teoría y aprendiendo poco de las formas siempre nuevas y heterodoxas de la realidad concreta. Tal vez se privilegien las palabras, la doctrina, en relación a la realidad concreta, olvidándonos de que la verdad es siempre concreta.

“La teoría, cuando penetra en las masas, se vuelve fuerza material” – decía Marx. Su pensamiento pretende ser al mismo tiempo interpretación del mundo y su transformación radical. Las palabras que no se transforman en fuerza material, que no sensibilizan, que no llegan al pueblo y no son asumidas por este como vector de movilización y proyecto de transformación de la realidad, permanecen palabras, teorías, doctrinas.

Por eso un marxista es necesariamente, al mismo tiempo, teórico y dirigente político, intelectual y militante, de forma indisoluble.

Cuantos mas sectores de la izquierda consideran que los proyectos actualmente existentes son todos cooptados por la burguesías, proyectos de una “nueva derecha” disfrazada de izquierda, etc., etc., mas deberían sentirse derrotados y desmoralizados. Porque creen ciegamente que tienen razón, pero nunca consiguen triunfar, no consiguen convencer a los amplios sectores del pueblo de sus propuestas. Deberían sentirse mas derrotados que todos. No obstante,  exhiben soberbia frente a las derrotas, parece que las derrotas son de los otros. (Como en el caso de la obra de Sartre, “Entre cuatro paredes”, en que “el infierno son los otros").

Muchas veces sectores de la izquierda colocan como objetivo la disputa del espacio dentro de la izquierda, la demostración de fuerza de que tienen mas fuerza que otros grupos de izquierda, cuando el objetivo fundamental es construir y disputar hegemonía en la sociedad como un todo. Tantas veces reina el placer cuando se considera que tal persona o tal grupo habría “capitulado”, cuando deberían sentir  tristeza, porque – en caso de que sea realmente así – es una persona o un sector más que abandonaría la izquierda, reflejando nuestra incapacidad de conquistarlos.

A veces da la impresión de que se considera que el género humano está condenado a la traición y cada vez que se considera que eso sucede, genera una especie de satisfacción interior, al constatar que mas y mas gente muerde la manzana del pecado y de las garras de la cooptación del capitalismo.

El debate ideológico dentro de la izquierda se debe dar en función del objetivo mayor de construcción de alternativas de izquierda, no de ver quien triunfa en el marco cerrado de la izquierda. Si no el campo quedará libre para que la derecha decida quien gobernará – y lo hará siempre contra la izquierda y el campo popular.



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Emir Sader

Emir Simão Sader es un sociólogo y politólogo brasileño. De origen libanés, se graduó en Filosofía por la Universidad de São Paulo, donde obtuvo una maestría en filosofía política y un doctorado en Ciencias Políticas Es profesor de la Universidade de São Paulo (USP) y de la Universidade do Estado do Río de Janeiro (Uerj), es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Uerj y autor, entre otros de "A vingança da História".

 @emirsader

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