Imagino la cara de los miembros del Consejo General de Policía cuando Soraya El Achkbar, secretaria de dicha instancia, les comunicó aquel hallazgo propio de un micro radial de Nuestro insólito universo, con guión y musicalización de Rafael Sylva y narración de Porfirio Torres: entre los miles de integrantes de la Policía Metropolitana evaluados para ser incorporados a la nueva Policía Nacional no sólo hubo varios con antecedentes penales y policiales, lo cual ya es decir bastante, sino que algunos de ellos estaban siendo solicitados por la propia policía, en unos casos, y por la Fiscalía, en otros, por la presunta comisión de hechos punibles. Es decir, prófugos de la Justicia que, a sabiendas de su situación, presentaron sus papeles y se inscribieron en los exámenes requeridos para continuar ejerciendo el oficio policial con uniforme nuevecito.
Estos últimos no pasan de la decena, pero el solo hecho de que algo así ocurra habla, por un lado, de la mentalidad desfachatada que existe en ciertos miembros de la sociedad, que desafían cualquier limite o lógica con tal de lograr un determinado provecho, y por el otro del nivel de descomposición al que llegó el aparato policial venezolano.
Solidaridad cómplice
¿Por qué esos funcionarios no habían sido puestos a la orden del organismo correspondiente, sea el Cicpc, la Fiscalía o los tribunales? Me temo que para poder continuar activo dentro de la policía con una orden de privación de libertad sobre los hombros es necesario un alto grado de complicidad interna o, si se prefiere un eufemismo, de solidaridad corporativa.
El Achkbar soltó el dato durante una entrevista que le hice para mi programa de radio Todos en confianza, que ahora se transmite de 2:00 a 3:00 pm por Jazz 95.5 FM. Ante mi asombro, la activista de DDHH prestada a la creación de la Policía Nacional sostuvo que, una vez detectados, los solicitados fueron referidos al órgano que los solicitaba.
Soraya pertenece a la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz, una ONG de Derechos Humanos que se dedica precisamente al seguimiento, denuncia y prevención de abusos policiales. Que una persona de esas características haya sido llamada, junto con académicos con amplia trayectoria en la defensa y promoción de los DDHH, para participar en la creación de la Policía Nacional desde una posición tan relevante, habla por sí solo acerca de la voluntad política, al más alto nivel, para que esa policía sea realmente nueva y lo más impermeable posible a los vicios y desviaciones característicos de los cuerpos policiales existentes.
Me temo que ninguno está inmune, ni lo estará nunca del todo, a las prácticas deleznables del abuso policial, ni al concubinato con el delito común, pues ambos pertenecen a códigos no escritos de una cultura de violencia que difícilmente pueda cambiarse de un día para otro. Pero algún día y por algún lado había que comenzar a enfrentar el problema que las propias policías constituyen. La historia reconocerá que la sólo la Revolución Bolivariana tuvo la fuerza y decisión para intentarlo.
Denuncia helicoidal
El tránsito entre lo viejo y lo nuevo es, como suele suceder en toda mudanza, el mundo de lo insólito. A la revelación de Soraya El Achkbar hay que sumar la denuncia sobre presuntas torturas en la Disip a la joven Mairín Delgado, militante del PSUV detenida en la avenida Victoria el 24 de septiembre por un presunto robo a una funcionaria de ese cuerpo policial. Su mamá, Miriam Guédez, denunció a través de la página Aporrea.org una serie de vejaciones más propias de los nazis que de un Estado social, democrático, de Derecho y de Justicia, como proclama la Constitución. Actualmente Mairín se encuentra en la cárcel de mujeres de Los Teques, a las órdenes de un tribunal, que la juzga por robo agravado y resistencia a la autoridad.
El comisario Elvis Ramírez, director de Investigaciones de la Disip, declaró que la joven fue detenida junto con otras personas en flagrancia y negó categóricamente que haya sido torturada durante su estancia en El Helicoide. “En tres oportunidades se han hecho exámenes médico forenses a la detenida y a sus acompañantes”, declaró Ramírez a Ciudad CCS (11/10/2009).
El que es picado de culebra, cuando ve un bejuco brinca. Son muchos años en una cultura de abuso e impunidad. Uno tiende a creer verosímil cualquier represalia hacia quien cometa la osadía de meterse con un policía, mucho más si, como se rumora, la funcionaria de la Disip es una persona con discapacidad. Y como la falta de escrúpulos es extendida, también debe tomarse nota de la práctica político-abogadil de convertir cualquier caso criminal en un caso de Derechos Humanos, como forma de llamar la atención u obtener indulgencias.
Sólo una investigación transparente y sin tabúes aclarará lo sucedido. Cualquiera sea el resultado, en un sentido u otro, será otro caso para ser narrado con el papapapán de Rafael Sylva y el gañote de Porfirio Torres.
Taquitos
SALUD. La salud del alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, es objeto de una campaña sistemática de rumores. Es común que empleados de la alcaldía se acerquen a uno con cara de preocupación y pregunten "¿es verdad que el alcalde está enfermo, que tiene cáncer de estómago?". En días pasados tuve oportunidad de cenar con él y lo vi deglutir con placer un bisteack con papas fritas. Dudo que alguien con tal padecimiento pueda disfrutrar de ese menú. POR FIN. En la Feria Internacional del Libro de Venezuela, prevista para el mes próximo, será presentado finalmente el libro Abril, golpe adentro, de mi autoría, bajo el sello de Editorial Galac. Esperaremos con apertura las críticas constructivas y con una coraza las destructivas. CITA. "De esta forma las parejas sólo se unían una vez cada ocho o diez meses y cuando se juntaban, tenían tal cansancio y tal depresión... que dejaban de procrear. Respecto a los bebés, morían al poco rato de nacer porque a sus madres se les hacía trabajar tanto, y estaban tan hamrientas, que no tenían leche para amamantarlos, y por esta razón, mientras estuve en Cuba, murieron 7 mil niños en tres meses. Algunas madres incluso llegaron a ahogar a sus bebés de pura desesperación... De esta forma, los hombres morían entre las minas, las mujeres en el trabajo y los niños de falta de leche... y en breve espacio de tiempo esta tierra, que era magnífica, poderosa y fértil, quedó despoblada... Mis ojos han visto estos actos tan extraños a la naturaleza humana y ahora tiemblo mientras escribo". Fray Bartolomé de Las Casas, citado por Howar Zinn en La otra historia de los EEUU.
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