Cristianos a votar ¡NO!, la otra es de vaqueros


Estamos a muy pocos días de tomar una decisión trascendental. Una decisión que posee la profundidad de las cosas más sencillas. Optar por la revolución de los pobres, excluidos e ignorados o alinearse con los enemigos del pueblo y de Jesús. Decirle NO a los enemigos de la vida y del reino de Dios o llamarlos a la restitución de la infamia con el SI. Aquellos que nos llamamos, -y pretendemos serlo- cristianos, no podemos dudar. La adhesión a Cristo no se expresa mediante la celebración de actos cultuales. Estos son una parte, acaso formal, destinada a conformar y ofrecer ciertos elementos propios de la práctica religiosa. La adhesión a Cristo se verifica en su seguimiento incondicional. Toma cuerpo en el acto de seguir los caminos que Él transitó, hacer las elecciones que Él hizo y, en fin, reproducir sus mismos actos.



En el sentido más amplio puede afirmarse que, en términos de comprobación, el cristiano debe ser amigo de sus amigos, andar con quienes El anduvo y enfrentarse a quienes le condujeron a la muerte, y una muerte de cruz. Cualquier otra cosa, cualquier otra elección es un acto falaz y fraudulento de la esencia cristiana, esto, indiferentemente de que una parte gruesa de la jerarquía eclesiástica (en el caso de los católicos) esté alineada, como lo ha estado por siglos, con la mentira y la muerte encarnada en los ricos explotadores y en el imperio avasallador.



Jesús fue de hecho un revolucionario y un inconformista con respecto a la situación religiosa y la actitud de los sacerdotes y pontífices. Jesús luchó contra cualquier tipo de fuerza social que deshumanizara al hombre y la causara la muerte. En este sentido la lucha de Jesús fue para que el hombre viva en justicia y abundancia. En esa lucha Jesús fue descubriendo que las fuerzas de la muerte se justificaban a sí mismas desde posiciones religiosas. Por ello buena parte de su actividad se dirigió a desenmascararlos. Esa actividad controversial de Jesús le ocasiona numerosos ataques y persecuciones y, en último término, la muerte. Los agentes de la opresión contra quienes luchó le dan muerte, del mismo modo que hoy intentan dar muerte a su mensaje revolucionario encarnado en este proceso de cambios.



Compatriotas cristianos: Jesús anuncia el Reino de Dios a los pobres, anuncia la vida a aquellos que menos la tienen. Que Dios sea Dios de vida tiene que pasar por una verificación histórica, que no es otra que dar vida a los secularmente privados de ella, las mayorías pobres y oprimidas. Quienes son los pobres y oprimidos se deduce del significado de pobres en Isaías 61, 1-2ª y 58,6. Pobres son todos aquellos que gimen doblegados bajo cualquier tipo de yugo y por ello la misión de Jesús, -por tanto tú misión- es la de una liberación total que incluya, y muy específicamente, la liberación de la miseria material.



La visión de Dios que tiene Jesús le fuerza a predicar y actuar a favor de la vida y de su plenitud y para que esta prédica sea realista, Jesús, como los profetas, se solidariza y fija en aquellos lugares donde más precaria, amenazada o inexistente es la vida humana. Jesús constata que la ausencia de vida y su aniquilación no es inocente, es fruto del pecado del egoísmo, de la explotación y el robo, de allí sus reproches y anatemas. Jesús es radical en su condena: “Ay, de vosotros los ricos” (Lc. 6, 24). Afirma una condena absoluta a la riqueza, en primer lugar por las consecuencias para el propio sujeto rico (“Ya habéis recibido vuestro consuelo”) (Lc 6, 20). Pero, sobre todo, condena la raíz intrínseca de la malicia de la riqueza, que es relacional: La riqueza es injusta. El papa León XIII, en su Encíclica Rerum Novarum, a comienzo del siglo XX, decía: “La riqueza es injusta, no sólo porque quien la posee la ha adquirido con malas artes, sino también, de un modo más general, porque en el origen de casi todas las riquezas hay alguna forma de robo”.



Un cristiano pues, no puede hacer otra opción que la misma que hizo Jesús. La opción por la vida, la igualdad, la justicia y la equidad. Un cristiano no tiene más opción que el NO. Jesús así lo enseña. Jesús estará con nosotros y votará NO.



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J. Martín Guédez


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