Hay quienes asocian cultura con el espepitar en tres platos las obras de Platón; o en un canto la crítica a Kant; o sueñan dentro de sus enrejadas prisiones con las Fugas de Bach. Yo estoy muy de acuerdo con eso. Yo me aprendí de memoria "La Repùblica" de Platòn y la recitaba todos los Año Nuevo para hacerle competencia a mi adeco favorito, Don Andrés Eloy Blanco, y a las "Uvas del Tiempo". Eso me hacía, ante algunos ojos, culto; ante otros, loco de perinola; y ante
los menos, un hombre de memoria prodigiosa perdiendo el tiempo.
Están quienes aprecian a Ludwig por su posición política, motor de sus obras y su revolución musical, y al mismo tiempo se nos agua el ojo con una canción del maestro Eduardo Serrano: Camurí, mi preferida. Eso es cultura y eso es identidad. Tener una biblioteca robusta y con libros rojos y azules -para que se vea bonito- también es cultura: la cultura del consumismo, la cultura de la pretención.
Ahora, cuando de elecciones se trata la única cultura válida es la cultura democrática. Uno, con buena voz de barítono, puede pasar el rato cantando un Arias de la Cardenata en la cola para depositar el voto, y esa cultura musical y de teatro de La Ópera no hará mi voto más culto que el que canta, por dar un ejemplo, La Múcura. Puedes ir leyendo a Dostoievsky, u "Obras Completas de Sofía Imber", y eso no te hace mas culto que aquel que va con un periódico clandestino (por
aquello de la tiranía, digo...) como El Universal. Todo lo contrario. Quizá leyendo a los columnistas de El Universal, el lector pueda sacar más provecho que a las obras de Sofía. Y además le dan chance de leer la misma cosa todos los dias. Puedes, incluso, memorizar y competir conmigo en mi espipeteao de la Repùblica: ¿Qué os parece un bien aderezado rosario de "flores sin gusano" de La Bruzual; escritora clandestina por excedencia (sic)?
Las venezolanas y venezolanos, por nacimienta y nacimento, por naturalizaciona y naturalización, han dado muestras -en su mayoría- de cultura democrática. Todavía el mundo, y otros muchos vespertinos internacionales, recuerdan como un pueblo impuso la constitución ante el golpismo. El fin de semana pasado, una vez más, comparecieron a dirimir diferencias en urnas electorales(!Cuanta falta le hace el adjetivo "electoral" a esta urna, Miguel Hernández!).
El voto es culto cuando con gallardía se acepta la derrota y cuando con humildad vinculante se acepta la victoria. Hay por supuesto minorías incultas. Para ellos la democracia y las libertades democráticas son pantallas aceptables, siempre y cuando sean ellos quienes mandan y las masas sumisas y enajenadas obedezcan. La gran "sorpresa" en estas elecciones no fué el cacareado voto oculto de SUMATE, es decir la incógnita de la que ahora - por obra y gracia del "señor y dador de vida"- tienen una certeza que espanta al Power Point. La gran sopresa la recibió James Carter con el cacerolazo a manos de los representantes de lo mas granado del voto inculto. A mí, estas cosas, no me sorprenden porque yo tengo cultura beisbolera; magallanera para más señas.
Yo a ellos les veo las costuras, que algo queda...
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