Preocupado porque, según dijo, en Colombia “volvemos al punto muerto en el que nos encontrábamos”, el ex presidente Ernesto Samper, aseguró a PANORAMA que, en este momento, lo mejor “sería restablecer el diálogo directo entre Chávez y Uribe”. En su país existe gente a favor y en contra, pero “el principal enemigo del acuerdo es el ministro de Defensa (Juan Manuel Santos)”.
Para Samper, Uribe le tuvo miedo a la plataforma que el canje le daría a las Farc para relegitimarse. “Chávez no es la única vía, pero sí la mejor”, afirmó.
“El principal enemigo del acuerdo es el Ministro de Defensa colombiano”.“En tres meses, Chávez logró avances significativos que no se habían podido lograr en cinco años”. “Las Farc cometieron una equivocación al no cumplir con las pruebas de supervivencia”.
“En Colombia existe un gran sentimiento de frustración nacional porque existía la esperanza de que se hubiera podido llegar rápidamente a una solución de este problema, que hoy en día compromete a más de 42 personas secuestradas por razones políticas”.
El abogado, economista y político colombiano que ocupó la presidencia de Colombia del 7 de agosto de 1994 al 7 de agosto de 1998, Ernesto Samper, es un testigo excepcional de los acontecimientos ocurridos en Colombia durante las últimas décadas.
Tras el fin de la mediación internacional impuesto por Álvaro Uribe, PANORAMA conversó en exclusiva con el ex presidente, quien valoró que la mejor opción en este momento “sería restablecer el diálogo directo entre el presidente Uribe y el presidente Chávez”.
—Ante la decisión del presidente Uribe de dar por terminada la mediación internacional, usted propuso que sería necesaria una reunión entre los dos presidentes, ¿cree que sería factible esa reunión?
—La negociación del acuerdo humanitario, que estaba estancada en Colombia desde hace cinco años, tuvo en los últimos tres meses un impulso que no se había conocido.
Me parece que la tarea del presidente Chávez fue muy meritoria y estaba dando sus resultados.
Aquí, en Colombia, lo que existe es un gran sentimiento de frustración nacional porque existía la esperanza de que se hubiera podido llegar rápidamente a una solución de este problema, que hoy en día compromete a más de 42 personas secuestradas por razones políticas.
Por esta razón, la mejor opción en este momento sería restablecer el diálogo directo entre el presidente Uribe y el presidente Chávez, y que los dos, con unas reglas de juego bien definidas, pudieran seguir trabajando en la búsqueda del acuerdo.
—Conociendo a Álvaro Uribe, ¿cree que rectificará, tras la condena internacional al cierre de las negociaciones?
—Lo veo difícil, pero no descarto que en un futuro próximo la intermediación del presidente Chávez pueda volver a ser necesaria, bien para volver a abrir la mesa de negociación, o bien para superar los puntos inamovibles que han puesto tanto el Gobierno como la guerrilla como condición para negociar.
—¿Qué evaluación hace de las gestiones que adelantó Chávez en comparación con otros procesos anteriores?
—En tres meses logró avances significativos que no se habían podido lograr en cinco años, empezando por los contactos con las Farc, como ha reconocido el propio Gobierno del presidente Álvaro Uribe.
Ellos no han tenido ni un solo contacto directo con las Farc, y si uno no tiene contacto con la parte con la que tiene que negociar, imagínese cuanto se demora la negociación.
—¿Cómo evalúa la llamada del presidente Chávez al general Montoya, ¿cree que fue lo suficientemente importante para romper este proceso?
— No entro a calificar este hecho porque, debido a mi condición de facilitador, prefiero mantener una equidistancia; pero creo que esta discusión es absolutamente episódica.
—¿Qué motivos subyacen en la decisión de Uribe?
—El temor de que las Farc utilizaran el proceso humanitario como plataforma para su relegitimación y hacer publicidad en favor de su causa revolucionaria.
Las Farc quieren un reconocimiento internacional. Sin embargo, este es un coste que todos sabemos que habría que pagar en algún momento. Aunque ellos son los culpables y los responsables de los secuestros, también ellos tienen la capacidad de solucionar el problema.
—Algunos voceros del Gobierno de Uribe han mantenido una posición muy crítica con Chávez, como, por ejemplo, Juan Manuel Santos o Carlos Holguín, ¿piensa que el Gobierno colombiano creyó en algún momento en el acuerdo?, ¿o esto se veía venir?
—Es cierto que en el Ejecutivo colombiano hay amigos y enemigos del acuerdo humanitario.
El principal enemigo es el Ministro de Defensa, quien ha estado sistemáticamente obstaculizando las precarias gestiones que ha hecho el Alto Comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo.
Lamentablemente, el episodio de esta semana es una victoria de los sectores que están en contra del acuerdo humanitario.
—Hay quien afirma que Uribe quiere presentarse a un nueva reelección presidencial, y termina con esta mediación porque Chávez estaba adquiriendo demasiada notoriedad en el pueblo colombiano, ¿cree que lo político está primando sobre lo humanitario?
—No sé si esto habrá molestado o no al presidente Uribe, lo que sí es cierto es que si el Presidente hubiera cogido el toro por los cuernos hace cinco años y hubiera avanzado con una zona de despeje para una negociación, no estaría ahora teniendo que apelar a facilitadores nacionales e internacionales para hacer una tarea que el Gobierno ha debido hacer directamente y sin delegación alguna.
—¿Qué futuro tiene el intercambio humanitario en manos del Gobierno colombiano sin ningún tipo de mediación internacional?
—Es un futuro bastante incierto. A partir de ayer volvimos al punto muerto en el que nos encontrábamos desde hace años.
Aquí se generó mucha esperanza con las gestiones del presidente Chávez y yo, particularmente, no noto un cambio en el Gobierno que pueda aprovechar esta coyuntura para convocar a las Farc a un proceso de negociación.
—El presidente francés Sarkozy manifestó que Chávez era la única opción, ¿usted suscribe esta opinión?
—No sé si será la única porque, en estos temas, en los que está involucrada la vida de tantas personas, uno no puede decir que sólo hay una salida, hay que buscar otras, pero sí le puedo garantizar que era la mejor salida.
—Dada su experiencia en otros procesos, y a la luz de esta experiencia reciente, ¿cree que podemos sacar alguna lección para el futuro?
—La lección sería que todo proceso es distinto y que uno debe tener en cuenta que, en este tipo de acuerdos, todas las partes tienen que ganar. Además, no se puede utilizar un proceso humanitario para conseguir un espacio político.
—Muchos analistas manifestaron que en este proceso todos salían ganando, ¿al final, no han salido todos perdiendo por la manera en la que ha concluido?
—Hay varios perdedores, pero en distintos niveles. Los mayores perdedores son los secuestrados y sus familias. Por otra parte, espero que esto no afecte a las relaciones entre Colombia y Venezuela y se mantengan las relaciones de cordialidad entre los dos presidentes.
Las Farc, a mi juicio, cometieron una equivocación, al no haber cumplido con el presidente Chávez con la entrega de las pruebas de supervivencia.
Eso le dio argumentos a la gente de la derecha colombiana para presionar al Presidente diciendo que no había una actitud sincera de parte de las Farc y estaban engañando al presidente Chávez.
En Colombia, lo que precipitó la decisión de Uribe fue una cadena de desencuentros.
—¿Qué expectativas hay acerca de las Farc?, ¿cuál podría ser su próximo movimiento?
—Las Farc deberían entregar las pruebas de supervivencia que anunciaron, pero no entregaron, como una ratificación de su compromiso con el presidente Chávez.
Me parece que tienen la obligación moral, ante la comunidad internacional, de ratificar que había un compromiso con el presidente Chávez y que ese compromiso se estaba cumpliendo.