Para Díaz Rangel, es preocupante que los incrédulos superen a quienes sí creen en los planes de magnicidio. Opina que los medios de comunicación privados son los culpables de esta reacción, aunque también hace un reclamo a quienes dirigen la política comunicacional del gobierno bolivariano para que aumenten su capacidad de convencimiento.
Y es algo curioso, dado que el pasado 10 de septiembre fue puesto al descubierto un plan magnicida, que involucraba a personas concretas (varios de ellos militares activos e incluso con cargos de importancia dentro de bases militares) y habían pruebas más que convincentes: grabaciones donde los involucrados planeaban el golpe.
Es cierto que a veces los propios medios que apoyamos al gobierno bolivariano contribuimos a crear el síndrome de "Juanito y el Lobo", hablando día a día de planes e intentos de magnicidio que, afortunadamente, no se cristalizan. Pero, ¿tenemos que esperar a que dichos planes se ejecuten para creer en ellos?
También es cierto que algunos dirigentes del proceso bolivariano a veces han caído en acusar de magnicidas a determinadas personas, sin ofrecer pruebas creíbles. Seguramente hace falta un llamado de atención de parte del pueblo hacia estos líderes, o que más bien prestemos atención a quienes sí hacen denuncias más serias y fundamentadas.
Pero hay algo que no se puede ignorar: La historia. El magnicidio es un arma que ha sido utilizada por el Imperio estadounidense durante todo el siglo XX, y no hay nada que indique que piensen dejar de utilizarla en el siglo XXI.
El programa "Cara de Vidrio" de Avila TV nos recuerda que el magnicidio moderno nació dentro del suelo estadounidense: Abraham Lincoln, William McKinley, James Garfield, Martin Luther King, Malcolm X, John Lenon, John F. Kennedy y su hermano Robert fueron asesinados durante el ejercicio de la Presidencia o camino a ella, en acontecimientos que tal vez nunca se aclaren.
Pero el magnicidio se convirtió en un producto de exportación "Made in USA": Jorge Eliecer Gaitán (Colombia), Jaime Roldós (Ecuador), Omar Torrijos (Panamá), Salvador Allende (Chile), Oscar Arnulfo Romero (El Salvador), Patrice Lubumba (Congo), Maurice Bishop (Grenada) y Joao Goulart (Brasil) fueron presidentes o líderes en sus países, que fueron asesinados por fuerzas estadounidenses, o por oligarquías locales apoyadas por Estados Unidos.
Otros, como Saddam Hussein (Irak) y Manuel Noriega (Panamá) fueron derrocados por EEUU luego de que ellos los pusieran en el poder pero no pudieran controlarlos más.
Además, presidente como como Beltrand Aristide (Haití), Juan Bosch (República Dominicana), Mohammad Mossadeq (Irán) y el propio Hugo Chávez fueron derrocados pero permanecieron con vida. En el caso de Chávez, ésto le permitió protagonizar el más espectacular retorno al poder del que se tenga noticia en los últimos 100 años. Pero la CIA y los factores de poder estadounidenses no se perdonan ese "error", y de seguro buscan formas de "corregirlo".
De cualquier manera, les dejamos un oportuno programa de Avila TV que habla del tratamiendo que dan los medios privados al asunto del magnicidio: en unos casos, lo estimulan. En otros, lo banalizan y lo ridiculizan. Intentan que lo veamos como algo natural y trivial, como recoger la basura, lavar la ropa o ver la telenovela. ¿Permitiremos que los medios nos manipulen de esta manera?
El programa también dedicó segmentos a los talk shows venezolanos y al uso de la televisión por parte de las religiones.
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