30 de marzo 2009. - "La nuestra es una revolución liberal, burguesa y popular, moderada e interclasista, que colma un vacío en la historia italiana. La izquierda en cambio no cambia nunca: es la misma comunista de siempre, formada por millones de adoradores de Stalin, Mao y Pol Pot. Sólo ha cambiado de nombre pero no ha tenido el coraje de renegar del comunismo y de pedir perdón a los italianos". Así abrió Silvio Berlusconi, de 72 años de edad, el espectáculo del congreso fundacional del partido Pueblo de la Libertad este fin de semana en Roma.
Quince años después de su ingreso a la política, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, fue elegido este domingo líder del partido Pueblo de la Libertad (PDL), fusión de Fuerza Italia y la fascista Alianza Nueva, de Gianfranco Fini, contexto en el que el gobernante demandó más poderes para el jefe de gobierno, al considerar que sus facultades son "caducas e insignificantes".
Unos 660 delegados se reunieron en la capital italiana para sellar la creación del nuevo partido, cuyos socios fundadores se unieron en abril de 2008 para participar en las elecciones legislativas celebradas en ese fecha.
Pero de acuerdo con algunos observadores, tras el escenificado espectáculo se oculta el próximo golpe de Berlusconi: en su discurso final, el primer ministro pidió: "mayor gobernabilidad" para Italia y, con este fin, "más poder" para el jefe de gobierno. En su opinión, sus competencias actuales son "caducas e insignificantes".
Berlusconi, magnate de las comunicaciones, abogó durante su discurso por "modernizar" la Constitución, reforzando principalmente los poderes del jefe de gobierno que considera "casi inexistentes".
Gianfranco Fini, actual presidente de la Cámara de los Diputados, que ambiciona suceder a Berlusconi, no ha ocultado durante los últimos meses sus discrepancias con el jefe de gobierno sobre temas como el respeto al laicismo, el papel del Parlamento y la ley sobre la eutanasia aprobada en el Senado, iniciativa que, dijo, es de un "Estado eclesiástico, no de una democracia laica".
La izquierda criticó a Berlusconi al señalar "que quiere hacer tabla rasa de la Constitución para convertirse en el patrón de su nueva empresa: Italia", como dijo el ex juez anticorrupción Antonio Di Pietro, jefe de Italia de los Valores.
"Mucha autocelebración, una enésima apoteosis de Berlusconi pero nada concreto para el país", denunció a su vez Pier Luigi Bersani, un dirigente del Partido Democrático.