Don Luís Zambrano con su gran sapiencia siempre le decía a los jóvenes: “No permitan que se les cierre la noche al mediodía”. Y es triste decirlo, a Don Luís nosotros por la desidia estamos consintiendo que la noche se le cierre al amanecer, sin tan siquiera al despuntar el alba, sus inventos desaparecieron y hasta los hierros o la chatarra que se hizo vieja con él, se dispersaron; su casa se está cayendo a pedazos y el viejo torreón de su trapiche dejó de humear y señalar el camino a su morada; al encuentro con uno de los hombres más extraordinarios de la Venezuela del siglo XX; de un creador que nunca se dejó vencer por los obstáculos, pero que el silencio lo tiene en el peor de los olvidos. Sirva este artículo, para poner de nuevo en boga el pensamiento y accionar de Don Luís Zambrano, para convertir su casa paterna en un museo – escuela, donde se formen los creadores del siglo XXI y para que se reconozca su hacer. Si a ver vamos Don Luís fue uno de los primeros revolucionarios de este país, en cuanto a la dependencia tecnológica como propulsor de la innovación y del “aprender haciendo”.
Don
Luís Zambrano Molina (n. 01-05-1901 / m. 15-08-1990), con tan solo
4to. grado fue merecedor de un doctorado Honoris Causa de la Universidad
de Los Andes (noviembre de 1984) como reconocimiento a su sabiduría
popular y a su natural empeño por buscar solución a los problemas
cotidianos, era la primera vez que una Universidad le confería un doctorado
a un campesino de manos encallecidas.
Don
Luís Zambrano iluminó Bailadores, Mucutuy, Canaguá, Mucuchachí y
Piñango antes de que este servicio llegara a ciudades como San Cristóbal
y Maracaibo. ¿Cómo lo hizo?, desde niño tuvo una gran afición por
descubrir las relaciones de la velocidad producidas al accionar por
medio de chorros de agua, naranjas de diversos diámetros a las que
colocaba palitos y más adelante, ruedas y poleas de madera; estos
juguetes le planteaban cada vez nuevos retos y descubrimiento de principios
de física en forma práctica, lo que le permitió luego a fuerza de
su ingenio la construcción de turbinas activadas por la fuerza del
agua; luego vinieron las maquinas moledoras de café, las peladoras
de fresa, clasificadoras de ajo y motores como su famoso TURBOZAM. Por
ello, su vida debemos verla como un ejemplo del saber puesto al servicio
de los demás y su legado lo debemos rescatar, difundir y promover con
orgullo por ser el Pionero de la Tecnología Popular en Venezuela.
Su mayor
legado, además de su inventiva, lo constituyen
sus principios de vida:
"Don
Luís era un hombre con una filosofía práctica capaz de enfrentar
cualquier circunstancia y eso lo hizo grande, a pesar de su pequeña
estatura", queremos señalar algunos de sus pensamientos tomados
del libro Luís Zambrano:
Tecnólogo Popular, escrito por el Dr. Eduardo Planchart Licea y
coeditado por el IMUCU y DIGECEX ULA.
"No
permitamos que se cierre la noche al mediodía". Cuando
usted está haciendo algo y diga "!Ay me pegó la flojera!"
eso no debe ser, eso es permitir que se cierre la noche al mediodía.
El día sería más corto y eso no debe ser. "No dejemos la obra
en el principio sino terminemos".
"Meditar
y actuar", "reflexión y acción". "No espere
saber pa' ponerse a hacer, póngase a hacer pa' poder saber".
“A
mi siempre se me olvidan esos hombres de la ciencia como Aristóteles,
Cicerón. De vez en cuando me acuerdo de Arquímedes, que nunca se me
olvida por el asunto de la palanca, la palanca de Arquímedes. Yo siempre
le digo a la gente, que Arquímedes se equivocó cuando pidió la palanca
para mover al mundo. El mundo no lo mueve la palanca, lo mueve la mujer.
Sin la mujer el mundo no se mueve. Y ¿de qué vale el sacrificio si
no tiene una mujer para gastar lo que hace? ¿De qué vale? Yo digo
que le única palanca que mueve al mundo es la mujer. Y ¿pa' qué se
mueve usted? y ¿pa' qué me muevo yo?”
“Yo
cambié la palabra orgullo por una frase más delicada: enciende tu
luz pero apaga tu brillo. No hay que llenarse de aire porque le pasa
lo que a las ruedas de los carros”.
“Tener
por templo el universo, por altar nuestro corazón, por
sacerdote la conciencia y por imagen a Dios”.
“No es cristiano el que lleva en la ancha frente una cruz como insignia, eso es profano. Es cristiano el que el dolor ajeno tal lo siente y ante la humildad se inclina reverente, ese en verdad, ese es cristiano.
¿De
qué sirve, como dijo un cura: hagan lo que yo mando, más no lo que
yo hago? ¿Por qué el cura predicaba una cosa y hacía la otra? No
son como Cristo, porque Cristo hacía. En cambio la mayoría de la gente
predica por predicar, no practican. Es que predicar es una cosa y practicar
es otra. Y el buen ejemplo se da en la práctica no en el hablar”.
(*) DIRECTOR DEL IMUCU