21 de Septiembre.- Los países del Sur podrían definir criterios alternativos para otro desarrollo productivo del planeta. Y también podrían impulsar una perspectiva de alternativa sobre el tema del cambio climático y sobre la crisis financiera bursátil.
–¿Cómo analiza lo que está pasando con la deuda griega y los cimbronazos económicos de Italia y España?
–La Unión Europea y, en particular, la eurozona atraviesan una crisis brutal. Empezó en mayo de 2010 por el eslabón más débil de la cadena de la deuda pública europea, es decir Grecia, y luego se contagió a Irlanda y Portugal. Igualmente, el peligro más importante en estos días no es tanto Grecia, sino una bancarrota de bancos privados muy grandes, como el Société Générale de Francia que perdió el 55 por ciento de su capitalización bursátil en los seis últimos meses. Estos bancos están al borde de la bancarrota porque utilizaron, en los años 2007 y 2008, la liquidez otorgada por el Banco Central Europeo y las reservas federal de Estados Unidos para endeudar masivamente a países de las zonas del euro, en lugar de utilizar el dinero para dinamizar la economía real. Entonces, estos bancos son muy débiles frente a la situación general de inestabilidad de la deuda pública en varios países de la Unión Europea.
–Cuando uno lee que el Bric, este bloque de países que integran Brasil, Rusia, India y China, dice “hagamos un Plan Marshall, pero en vez de mandarle la plata desde el Departamento del Tesoro norteamericano, lo podemos realizar este grupo de países con recursos propios”, suena extrañísimo. ¿Cómo tenemos que interpretar eso?
–Es una inversión de roles, claro que tienen enormes reservas en dólares y euros. Solamente China podría salvar al conjunto de Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, España. Porque las reservas de China son superiores al total de la deuda pública de los países que acabo de mencionar. ¿Cuál es la reflexión sobre esto? Primero, que en los últimos años con el alza de los precios de materias primas, los países del sur del planeta y China lograron acumular un capital enorme. Además, estas mismas naciones no aplican de manera ortodoxa las políticas neoliberales, al contrario de la Unión Europea y los Estados Unidos. Entonces, yo diría que los países del Sur tienen la posibilidad histórica de cambiar las reglas y de imponer otro rumbo. Y la segunda reflexión es que, sin embargo, estos países no utilizan esta oportunidad histórica para realmente cambiar las reglas del juego global. No retan a Europa para abandonar el dogma neoliberal sino que se proponen como ayudantes a nivel financiero y para mí eso es una debilidad estratégica. Es el problema del G-20, de la política de los gobiernos de Brasil, Argentina y China, que no son de una suficiente ofensiva para doblegar la coyuntura actual.
–Y usted cree que hay un margen en las relaciones de poder internacional para ostentar una actitud más protagónica, más agresiva.
–Por supuesto, los países del Sur tienen realmente la posibilidad. Incluso, podrían definir criterios alternativos para otro desarrollo productivo del planeta. Y también podrían impulsar una perspectiva de alternativa sobre el tema del cambio climático y sobre la crisis financiera bursátil. Nosotros, por ejemplo, y a nivel de los movimientos sociales y de organizaciones sindicales europeos, resistimos a la ofensiva neoliberal extendiendo iniciativas ciudadanas de auditoría de la deuda. Ese movimiento nació en Grecia, y ahora se están constituyéndose pares del mismo tipo en Portugal, en España, en Irlanda, y hace diez días nació, también, un Comité de Iniciativa para una auditoría ciudadana en Francia. En definitiva, el tema de la deuda, ahora, se transformó en el eje central de la discusión política en Europa. Y eso gracias a que, por primera vez, grandes movimientos dedican toda su atención a la resolución del problema. Y lo hacen recordando a la gente que hay que aprender de las experiencias de lucha del Ecuador, de la Argentina. Porque estos países y sus organizaciones sociales, de algún modo, al menos, no siguieron en la doxa neoliberal. De algún modo, hicieron una primera ruptura antipensamiento único, que habría que extender y profundizar.
Fuente:
Eduardo Anguita eanguita@miradasalsur.com