Los jóvenes revolucionarios egipcios que llevan tres días seguidos batallando contra las Fuerzas de Seguridad por hacerse con el control de la plaza Tahrir consiguieron ayer por la noche su primera victoria de calado: la dimisión en bloque del Gobierno del primer ministro Essam Sharaf. Sin embargo, el precio que han tenido que pagar ha sido muy elevado, pues se cuentan ya al menos 33 muertos y unos 1.700 heridos.
El Gabinete, formado en marzo, presentó ayer por la tarde su dimisión ante la Junta Militar que administra el país desde la caída de Hosni Mubarak. Los militares no aceptaron la dimisión de forma inmediata, sino que la pospusieron hasta llegar a un consenso sobre un nuevo primer ministro, según Reuters.
No obstante, no parece que un simple cambio de Gobierno sea suficiente para poner fin a la revuelta en las calles de las principales ciudades del país, ya que el Ejecutivo es considerado una marioneta en manos de la Junta Militar. "La dimisión de Sharaf es insignificante. Queremos que dimita la Junta Militar y sea juzgada por sus crímenes", escribió en Twitter el periodista y activista Hossam el-Hamalawy.
Durante la tarde de ayer, más de 50.000 personas ocupaban pacíficamente la emblemática plaza, donde se han vuelto a levantar tres clínicas de primeros auxilios y varias tiendas de campaña. Horas después de los últimos altercados, el olor a gas lacrimógeno era tan intenso que llegaba hasta el andén de la parada de metro de Sadat, situada debajo de Tahrir.
Calma tensaMás de 50.000 personas resisten en la emblemática plaza cairota
Al cierre de esta edición, se respiraba una calma tensa en la plaza, alterada sólo por las sirenas de las ambulancias que se abrían camino entre la muchedumbre. La línea del frente se había desplazado a la calle adyacente de Mohamed Mahmud, que conduce a la sede del Ministerio del Interior. La tregua ya había sido anunciada por el general Said Abbas al mediodía: "Los manifestantes que permanezcan en la plaza no serán atacados por la Policía o el Ejército. Sólo protegeremos el Ministerio del Interior".
Precisamente de allí llegaban los heridos que eran atendidos en uno de los puestos de atención médica gestionado por una veintena de voluntarios, que a menudo se veían desbordados. "Aquí han muerto hoy unas cinco personas. Cuatro de ellas por herida de bala y una por asfixia", explicaba a Público Hadir, una estu-diante de enfermería de 18 años. Según el relato de varios testimonios, la Policía empezó la noche del domingo a disparar balas en vez de pelotas de goma
Los disturbios se iniciaron el viernes después de una multitudinaria concentración para pedir a la Junta Militar que acelerara la transferencia de poder a un Gobierno civil. Si bien la manifestación estuvo dominada por los militantes de los Hermanos Musulmanes, el principal partido islamista, tras iniciarse los disturbios, los activistas laicos volvie-ron a recuperar la iniciativa.
Como hace nueve meses, son los jóvenes revolucionarios quienes marcan el paso a unos partidos políticos que les siguen a remolque. Cuando Mohamed Beltagi, uno de los líderes de los Hermanos Musulmanes, se acercó ayer a Tahrir, los activistas le expulsaron, recriminándole que su formación no apoyara la revuelta durante sus primeras horas. La mayoría de partidos se ha limitado a condenar los hechos, sin llamar a sus seguidores a acudir a la plaza.
El Ejército solicita un primer ministro de consenso para aceptar la renuncia
Además de laicos, ayer también estaban presentes en Tahrir numerosos militantes salafistas, una corriente islamista radical. "De aquí no me moveré hasta que los militares abandonen el poder", proclamaba Abdel Majid, un joven estudiante de informática que lucía una larga barba, típico signo de identidad salafista. "Antes de lo que ha pasado estos días, me conformaba con que volvieran a las casernas en abril, pero ahora quiero que se marchen ya". Otros manifestantes se mostraban más flexibles, al sostener un mismo cartel que rezaba: "Nuestra única demanda: un calendario para la entrega del poder".
Los enfrentamientos han añadido un halo de incertidumbre a las elecciones legislativas, cuya primera ronda está prevista para el próximo lunes. La hoja de ruta de la Junta Militar establece que tras los comicios se comenzará a redactar la Constitución. Una vez aprobada en referéndum, se celebrarán elecciones presidenciales y se traspasará el poder a la autoridad civil. Según los analistas, la transición civil podría alargarse hasta bien entrado 2013, algo que rechazan de plano todos los partidos políticos. Su plazo lími-te finaliza el próximo abril.
En busca de un líderUna de las posibles salidas a la crisis que se rumoreaba en El Cairo es la formación de un Gobierno de "salvación nacional", en el que estarían representados todos los grandes partidos y que se debería encargar de pilotar la transición hasta la celebración de las elecciones presidenciales. Mohamed al Baradei, el ex secretario general del Organismo Internacional de Energía Atómica, suena como posible aspirante a primer ministro. Sin embargo, habría puesto como condición disponer de plenos poderes frente a la Junta Militar.
La comunidad internacional reaccionó ayer a la situación en Egipto. La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, condenó "enérgicamente el uso de la violencia", mientras la Liga Árabe instó a las partes a actuar con "calma". Estados Unidos,por su parte, dijo estar "profundamente preocupado" por unos "trágicos sucesos" que no deberían impedir la celebración de elecciones.