Octubre 05 de 2012.-La gente esperaba desde temprano, apretujados, con flores, pancartas y las cámaras en sus manos, atentos a la llegada a lo largo de la Bolívar, Urdaneta, Baralt, México, Universidad, Lecuna, Fuerzas Armadas, la verdad es que la toma fue de toda la ciudad. El metro iba reventado, vestido de rojo, era una fiesta caraqueña, los ríos escarlatas se veían y escuchaban a lo lejos cantando, y sólo se podía ver a algún escuálido en un cruce de camino, por su fruncido ceño y su prolija forma de vestir, con la mirada impotente de lo que no se puede cambiar, un huracán rojo, resplandeciente de amor colectivo, amor al líder, amor por el futuro que todavía se construye bajo la égida de los dioses que ayer bañaron con la lluvia divina a todo el pueblo con su líder, un diluvio que envolvió con la misma agua a todos en una especie de bautizo colectivo, a todos por igual...
Antecediendo al candidato de la patria, José Vicente Rangel, patriarca de esta revolución dijo: "...este palo de agua que nos envía Dios para que fructifique la semilla del socialismo y se reproduzca por toda la nación...esta lluvia no la mandan los escuálidos, la mandan las fuerzas de la naturaleza que están con el presidente Chávez...aquí nadie está obligado...aquí no hay duda posible...aquí está la patria o la anti patria...aquí está la nación o la anti nación, aquí está el proyecto neoliberal o el proyecto socialista..." presentando inmediatamente y sin mas preámbulo a Chávez.
Con los truenos, apareció el Chávez de los llanos, de allí venía, con toda esa fuerza, blandiendo una voluntad estremecedora y entregándose a aquella espectácular masa de gente impenitente que también hacía suya esa agua bendecida. Allí estaba Juan de Catia, María de La Vega, Jesús de Antímano, Olga de La Pastora, entre cientos de miles que lo acompañaban en aquel ritual de agua. En esos momentos, Chávez bañado, se convirtía en el rayo fulgurante de esta revolución.
Chávez entonó el Himno Nacional, ante la emoción de tanta gente que lo seguía con el canto del Bravo Pueblo.
"¡Viva la revolución, viva el socialismo, viva Venezuela libre, viva el siete de octubre, viva el pueblo venezolano, viva Bolívar, viva la juventud, viva la lluvia!...".
Calado de agua hasta los huesos, continuó: "Llegó la avalancha bolivariana a Caracas y llegó un palo de agua compadre...miren como está la avenida Bolívar allá, miren y la avenida Mexico allá y Las Fuerzas Armadas allá y la Lecuna allá, la Baralt, la Urdaneta..."
Así comenzó su discurso, el cual les ofrecemos integralmente: