Develan monumento en honor al revolucionario Eduardo Gallegos Mancera

Eduardo Gallegos Mancera luchador revolucionario

Eduardo Gallegos Mancera luchador revolucionario

Credito: TP

13 de diciembre de 2013.- En una emotiva jornada, el pasado domingo 1° de diciembre, a las 12:00 del mediodía, fue develado un monumento en reconocimiento a Eduardo Gallegos Mancera, médico del pueblo, poeta y revolucionario a carta cabal, a quien le tocó vivir en carne propia las tropelías de los órganos de seguridad de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, período en el que fue preso y torturado durante cinco años en la cárcel de Ciudad Bolívar, de donde saldría definitivamente el 26 de enero de 1958, tres días después del derrocamiento del nefasto personaje.

Eduardo Gallegos Mancera, quien nació el 24 de mayo de 1915 en la parroquia Candelaria, compartió su vida con la política, la poesía y el ejercicio de la medicina. En esta última actividad, que realizó a lo largo de 30 años, además de trabajar en la Cruz Roja, visitó, sin importar el día y la hora, a quien lo necesitara, especialmente en las zonas populares de Coche y El Valle, sin cobrar jamás por ello, razón por la que se le considera como precursor de la Misión Barrio Adentro. 

En su accionar político, fue miembro del Buró Político y secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Venezuela. En 1947 fue electo concejal uninominal de El Valle por el partido rojo, junto a otros dos médicos revolucionarios, Alcides Rodríguez y el “Indio” Héctor Marcano Coello. En el año 1968 el pueblo lo elige como senador del extinto Congreso de la República.

Además, es autor de numerosos libros, entre los que destacan “Cualidades del dirigente”, Ancho río, alto fuego”, “Sol, sólo sol”, “El Valle de mis quereres” (del libro El Valle y sus cercanías) y “Cartas desde la prisión”.

Su desaparición física ocurrió el 3 de julio de 1989

Indoblegable ante sus enemigos

A la parroquia El Valle, frente a la plaza Bolívar, donde fue develada la estatua, autoría de Carlos Vielma, acudieron tres generaciones de familiares y camaradas de este insigne revolucionario, cuyo férreo carácter y convicción política, como lo expresara durante el evento el diputado revolucionario Jesús Faría, le permitieron soportar, siempre con la moral en alto, los peores atropellos a su integridad.

El valor de hombres como Gallegos Mancera, estimó Faría, se expresa en que para esa época, el solo hecho de militar en el Partido Comunista de Venezuela era prácticamente una condena a persecuciones, torturas, asesinatos, incluso a la desaparición física, pero muy por encima de esas dificultades y desafíos, ahí estuvo Eduardo, un verdadero revolucionario comunista, irreductible ante los enemigos serviles del imperialismo, como fue la dictadura de Pérez Jiménez.

“Estamos sumamente orgullosos de haber militado con un hombre de gigantesca dimensión moral, en lo ético y en lo ideológico de Eduardo Gallegos”, aseveró.

Ejemplo ético y revolucionario hasta el final

Recordó que fue testigo con la pasión y entrega con la que este hombre se dedicó a la causa de la revolución hasta sus últimos días. Al respecto, evocó cómo luego de estar hospitalizado, los doctores quienes lo atendían, ante la precariedad de su estado de salud, decidieron desconectarlo –como suelen decir en el argot médico– y de manera casi milagrosa, Gallegos Mancera, con la misma fuerza con la que superó las atrocidades de las cárceles perezjimenistas se levantó, venciendo así parcialmente a la muerte y al poco tiempo ya estaba trabajando.

“Lo cargábamos por unas escaleras en Cantaclaro, sede del Partido Comunista de Venezuela, y ahí todos los días nos daba un ejemplo de entrega, como pocas veces se ha visto en este país, con la humildad y la sencillez que siempre lo caracterizó: jamás una palabra para solicitar un reconocimiento en su nombre”, reflexionó el legislador, quien es oriundo de esta parroquia.  

Deuda con Eduardo Gallegos Mancera

Faría reconoció el esfuerzo colectivo por levantar la escultura en bronce, en honor a hombres que como Eduardo dieron lo mejor de sí por una patria libre, soberana, por una patria socialista y “ahí se inscribe en un primerísimo lugar el nombre, la lucha y la obra que como hoy, y todos los días, recordamos: Eduardo Gallegos Mancera”.

“Nosotros tenemos una deuda con él, no es el monumento, la estatua que en sí es algo maravilloso, bellísimo, la deuda que tenemos con Eduardo es profundizar la revolución, su ejemplo, su legado, esa estela luminosa, no podemos permitir que jamás se mancille: hacer la revolución es como hacer miles de estatuas en recuerdo de Eduardo Gallegos Mancera”.

Antes de culminar su breve intervención, sobre quien dijo se podría hablar durante días, además de enviar un caluroso abrazo a sus familiares y camaradas, invitó a los presentes a leer la obra “La muerte de Honorio” en la que el prolífico autor venezolano Miguel Otero Silva, relata la noble y hermosa acción de un médico comunista, que no era otro que la de Eduardo Gallegos Mancera.

Eduardo Gallegos Mancera: humanista, luchador social y poeta revolucionario

Al preguntarle a María Enriqueta Gallegos cuáles eran las tres principales características de su padre Eduardo Gallegos Mancera, médico caraqueño, quien por su irrestricta vocación social es considerado pionero de la Misión Barrio Adentro, no dudó en responder: humanista, luchador social y lealtad revolucionaria. Estas palabras las pronunció María Enriqueta este domingo 1 de diciembre durante un acto cultural revolucionario en el que fue develado un monumento, tallado en bronce, elaborado por Carlos Vielma, en reconocimiento a Eduardo Gallegos Mancera, frente a la plaza Bolívar, de la parroquia El Valle, y adonde se dieron cita camaradas y revolucionarios que acompañaron a tres generaciones de familiares de este insigne venezolano.

En la obra destaca un pensamiento de Eduardo Gallegos Mancera, el cual fue transcrito fielmente  por Vielma, el cual dice: “Amigos, si os place, cuando yo haya cesado, colocad este breve epitafio en algún lugar perdido: fue leal a su credo, por él en su entraña ardió fuego”.

De profesión geógrafa y jubilada de la UCV, María Enriqueta recuerda que su progenitor, tras sufrir cinco años de prisión durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, además de visitar a los enfermos en los barrios, atendía en su casa en Coche gran cantidad de personas que se agolpaban ahí para ser vistos por este hombre, quien hizo del ejercicio de la medicina una labor humanitaria y social, nunca con fines de lucro.

“Nos marcó su profundo humanismo, se desvivía por todo el mundo. Todas sus hijas recordamos mucho que nuestro padre se parecía a Chávez, en lo humanitario, en su vocación social, su amor por el prójimo, incluso en el buen humor, siempre tenía un chiste o un poema a flor de piel; él nos marcó en muchas esferas de la vida, pero lo político es un común denominador, todas sus hijas, nietos, somos revolucionarias y revolucionarios”, dijo, mientras regaló una hermosa sonrisa. 

olo pudo la familia disfrutar de este hombre “un tiempito muy corto después de la dictadura de Pérez Jiménez, ya que luego de la prohibición y suspensión de las actividades del PCV, ordenada por Rómulo Betancourt, estuvo en la clandestinidad la mayor parte de la denominada democracia representativa, hasta que llegó el período de pacificación ocurrido en el primer gobierno de Rafael Caldera”.

Desde entonces, María Enriqueta Gallegos estuvo con él hasta sus últimos días, período en el que, nos comentó, su padre desarrolló toda su vena como poeta.

Entretanto, Valeria Matamoros Gallegos, nieta de Eduardo Gallegos Mancera, a sus 39 años es Ingeniera Petrolera, y sobre su abuelo recuerda que jamás cobró una consulta, y por esa vocación humanista, sostiene que él es todavía para toda la familia una guía de humildad, de valores, de confianza, de ayuda y compromiso social.

Aunque adolescente para la época, expresa que compartió con él muchas cosas “en una época muy diferente, muy dura, en la que toda la lucha que libraba mi abuelo parecía como estéril, “era la época en la que nos calificaron como la generación boba, nos querían meter en la cabeza que los venezolanos nunca íbamos a ser capaces de hacer las cosas por nosotros mismos”.

Vengo de esa generación, dijo, pero armada con las enseñanzas de ese gran hombre, “hemos luchado por revertir eso, y todavía se está luchando, ahora en revolución”.

En la emotiva jornada pusieron la nota cultural el grupo infantil de danza popular “Las Estrellitas de Canaima” el señor Juan Rojas, bolerista de la parroquia, y un grupo de Danza Árabe.



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