Una Corte Suprema de Justicia hecha a la medida del presidente Lucio Gutiérrez había anulado los juicios en contra de los dos ex presidentes.
Por ese hecho, en el que también resultó favorecido el ex presidente Alberto Dahik, a Gutiérrez se le acusó de politizar el poder judicial.
Así pasó a formar parte del grupo de tres presidentes cesados por presión popular, deun total de cinco que ha tenido Ecuador desde 1996.
Desde que asumió, en el 2000, para un período de cuatro años, Gutiérrez se vió enredado en una crisis que lo había llevado incluso a la antesala de un juicio político.
Sus cinco ministros de gobierno en dos años, su permanentemente rectificación de decisiones y su gestión lo habían llevado a una credibilidad del 6 por ciento, según las encuestas.
Con el apoyo de diputados desafiliados de otros partidos, Gutiérrez conformó una condicional mayoría a su favor en el Congreso. Con ellos, cambió los tribunales Electoral y Constitucional, y cesó a los miembros de la Corte Suprema de Justicia, en diciembre.
Pese a esto, o por esto mismo, el Presidente estaba acorralado. Por una parte, tenía a los partidos que lo apoyaban y que se oponían a la salida de los jueces: muchos de ellos eran sus cuotas políticas. Por otra, no podía controlar la presión popular e internacional por la ilegal permanencia de la Corte Suprema.
Las protestas por el regreso a un régimen de derecho habían crecido hasta convertirse en marchas masivas que ponían nervioso al mandatario. Tanto, que el pasado fin de semana decretó un estado de emergencia, que duró 20 horas.