Aunque es una perogrullada, no podemos dejar de mencionar como una clave importante de esta cuarta victoria —Elecciones 1998, 2000, revocatorio y la de ayer— el particular liderazgo que Hugo Chávez ejerce sobre un amplio sector de los venezolanos. Ese “amor de pueblo”, como el Presidente lo ha catalogado, demostró incluso en esta oportunidad que sigue estando por encima de los aparatos partidistas y eso que llaman las maquinarias.
La victoria, en buena medida, es el producto del liderazgo de Chávez, de la credibilidad de la que cuenta y de ese diálogo que el Presidente ha logrado entablar con los sectores populares.
No fue ésta una brillante campaña electoral por parte del chavismo. El Comando Miranda estuvo lejos de la labor integradora y bien orquestada que dasarrollo el Maisanta para el revocatorio. La jornada, una vez más, descansó fundamentalmente en los hombros de Hugo Rafael.
Los recorridos con el chávezmovil (camión-tarima) que acercaron al Presidente a la gente, que lo ponían en comunión directa con la población, que lo devolvieron a los barrios y los pueblos que le dieron su primera victora, fueron la nota distintiva de este proceso. Pero eso se logró por ese liderazgo que, “más que amor, es frenesí”.