Por favor camaradas: ¿alguien conoce a un chavista honesto?

Definitivamente, en la viña de la política hay mucho más cosas y más extrañas que en la del Señor. Uno se encuentra, a cada paso, con las cosas más inverosímiles que se puedan conocer en los que piensan día y noche, sin importar a qué clase social pertenecen y siendo totalmente indiferentes a las necesidades de los demás, vivir en una villa con una hermosa playa al frente, una montaña en la parte trasera, un riachuelo por el medio, muchas matas de coco para tomar whisky, una casa de chicas play boy escondida detrás de un estero, una pista para aviones ejecutivos, un galpón con mercancías acaparadas, varias hummer, unos cuantos AK por si se acercan los malandros, muchas frutas, varias cajas de aspirina, muchas viagras y condones importados de Hong Kong, tarjetas de crédito doradas o sin límite de gastos, unos chores con etiquetas de Hawái, unas franelas estampadas en países árabes, perfume francés, jabón las llaves por si lo muerde un perro con rabia y para no perder la nacionalidad criolla, mucha crema Colgate y un cepillo dental promocionado por una hermosa modelo en tanga. ¡Ah!, un garrote y un teléfono de un juez corrupto por si a la chica se le ocurre pensar en hacerlo cornudo.

                Imagínense, camaradas, cuánto de ciencia costó –en investigación-  el ejercicio mental que hizo un brillante intelectual para tratar de identificar “… aunque sea un chavista honesto…”, pero no logró “… encontrar ninguno”. Y lanzó el siguiente SOS: “Si alguien sabe de alguno, por favor nómbrelo”. Y se despide no en castellano sino en inglés: “please”. No es jodedera, dijo. Pues, sin jodedera es necesario decir algunas cosas que están más en la política de la Tierra que en la villa de los sueños.

                Nadie –absolutamente nadie- en este mundo actual puede crear una doctrina que supere o desplace al marxismo. Por eso no soy chavista aunque mucho admire al camarada que ya no vive entre nosotros. Eso lo he escrito y dicho siempre, pero como me he identificado con el Gobierno que hasta hace poco presidió el camarada Chávez y ahora el camarada Maduro y como siento profundo respeto por los millones de venezolanos y de venezolanas que se identifican como chavistas –como también por los antichavistas- resulta imperioso responder a ese brillante intelectual invisible buscando, tal vez, que tome conciencia de su tiempo –aunque sea para más hacer riqueza económica individual- y lo invierta en cosas que merezcan la pena destacar aun cuando sea un acérrimo enemigo del chavismo o del socialismo. El marxista sí cree que del enemigo se puede aprender tanto en teoría como en práctica. Leo, por ejemplo y con frecuencia, a articulistas o intelectuales que combatieron y combaten lo que se denomina chavismo, tales como: el padre Ugalde, Marianella Salazar, Vicente Díaz, Fausto Masó,  Laureano Márquez, Alberto Rodríguez Barrera, el historiador Agustín Muñoz, Alberto Franceschi, Alberto Quiroz Corradi, Carlos Blanco, José Guerra, Eduardo Fernández, Eduardo Semtei, Alberto Barrera Tyszka (para mí: el mejor articulista de todos los opositores) y otros. Son enemigos de verdad verdad del Proceso Bolivariano pero saben escribir y quien los lea, si se lo propone, adquiere nociones no sólo para buen escribir sino para dominio del lenguaje aunque no esté de acuerdo con nada o casi nada del contenido de sus escritos. Pero nunca he leído en sus artículos una perogrullada como la de ese intelectual que realizó muchísimos esfuerzos, perdió gran parte de su tiempo y todavía no ha encontrado a ningún chavista honesto. Creo que ese odio personal atravesado en su corazón le anchará demasiado las espaldas como para no dejar que su alma pase por el ojo de una aguja y así no se llega al reino de los cielos.

                En la política quien mete a todos los de una misma tendencia de pensamiento social o de una misma clase social en el mismo saco, está frito. Sus análisis no pasan de ser meras vulgaridades o especulaciones de pacotilla por muy hermosas que sean las palabras con que escriba. Y sus conclusiones, por supuesto, terminan siendo, en el fondo y por fuera, su propia expresión de comportamiento.

                Ese intelectual, por su ceguera mezquina y por lo extremadamente reducido de su visión, no midió cuánto irrespetó a una muchedumbre, mínimo, de siete millones de venezolanos y de venezolanas que se declaran chavistas y no tienen cargos en la administración pública, lo cual les hace imposible el robo de los bienes de la sociedad. Si un camarada dijese, por ejemplo, todos los opositores son conspiradores, terroristas, mercenarios, ladrones, no haría más que reflejar su propia oscuridad política dándole patadas por la espalda a las ideas que pregonan los que hablan de socialismo. En verdad, un portero puede robar en un Ministerio como un Ministro puede ser honesto o lo contrario, pero atreverse a asegurar que no existe ni un solo chavista honesto es una infamia imperdonable, es una calumnia de esas que aseguran al alma su viaje eterno al Infierno.

                No voy a decir absolutamente nada sobre los altos dirigentes del Proceso Bolivariano o los altos funcionarios del Gobierno. Ellos saben defenderse solos. Quisiera nombrar algunos –como veracidad de su honestidad- pero si los nombro podría mal interpretarse que los que no nombro sí están implícitos en actividades deshonestas y sería una gravísima irresponsabilidad de mi parte creer o evidenciar eso. Confieso, sí, que conozco unos cuantos dirigentes del Proceso Bolivariano (mucho de trato, de camaradería y de andanzas o aventuras) y creo que es arrecho, súper arrecho, que les puedan comprobar actos leoninos: es decir,  de ser deshonestos. Ojo: eso son los que realmente conozco en persona con años de camaradería y de amistad que son dirigentes porque no-dirigentes  o militantes conozco demasiados que juro y perjuro son camaradas honestos. Jamás (ni siquiera pierdo un segundo de tiempo en pensarlo) me atrevería  a decir que en la Oposición no hay nadie honesto porque, lo juro por Dios y todos los santos habidos y por haber, que si lo dijera nunca más escribiría una sola palabra para publicarla, porque entraría a esa negra lista de farsantes o mentirosos mayúsculos.

                Quien diga que el choque entre las ideas, la polémica entre posiciones políticas, la lucha entre ideologías, no sea imprescindible en este mundo, no tiene mirada hacia ninguno de los tres tiempos básicos: pasado-presente-futuro. Deben enfrentarse porque es un combate importantísimo  en la lucha de clases. Por eso invoco a los camaradas para que refuten a los adversarios ideológicos y políticos con argumentos que contribuyan a armar de teoría a las masas populares aunque éstas en determinados momentos superan con creces a sus propios maestros. Estimular el odio individual se convierte en un grave problema para el sicoanálisis, porque éste termina rechazándolo. Cuando la teoría prende en la conciencia de las masas, se hace práctica social. Lo dijo Marx y Marx no se equivocó. ¡Ah!, y Lenin dijo: “Sin teoría revolucionaria no existe movimiento revolucionario”. Al pueblo lo que es del pueblo y también lo que es de César y lo que es de la revolución… y punto final.



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Freddy Yépez


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