Es bien sabido que nuestra 'viveza criolla' es de suma versatilidad, lo que la hace una virtuosa en eso de la actualización y además casi que de manera automática.
De acuerdo al momento, a las circunstancias, a la situación, a todo; el “vivo” busca resolverse económicamente como sea, donde sea y a veces a costa de quien sea o de lo que sea.
Más allá de los casos harto conocidos, pioneros todos del “trabajo creativo”, no por ello menos honesto como por ejemplo:
Los limpia-vidrios, aquellos que sin previo aviso y desde lejos te disparan un chorro de agua con jabón sobre el parabrisas, salpicándote todo el carro el cual por cierto estaba recién lavado.
Los llamados “Se lo cuido”, quienes te ofrecen el servicio de vigilancia de tu vehículo cada vez que lo estacionas, aunque sea para comprar una empanada y comértela frente a ellos. (Aún así hay que pagarles porque si no te insultan).
Así como los malabaristas, los trapecistas, los traga-fuegos, etc
Más allá de estos casos, aún recuerdo las primeras ventas callejeras pero organizadas de "masa para cachapas", montaron la primera y en menos de un mes el país estaba inundado de ellas.
Luego de la llegada de los celulares, la inmediata proliferación de “mesas ensombrilladas” en todas las aceras para el alquiler de los llamados “Pegaitos”.
Luego la recarga de saldo en los mismos, a cambio de una cantidad extra que hace la ganancia.
Posteriormente los auto-lavados en los ‘garages’ de las casas que para ser auto-lavados, solo deben contar con dos tobos y un hidrojet (en caso de que el servicio sea de lujo); lo que provocó que entonces los hogares venezolanos dejaran de tener un espacio para la hacer su parrilla, y tener entonces una inundación permanente de agua, jabón y zancudos.
De las mas recientes creatividades están las llamadas "Si hay sopa en leña".
Ollas, ollitas y ollones pueden verse cada 300 metros bajo cualquier sombra de árbol, para que los fines de semana los comensales, puedan ir a sudar el ratón y echarse tres más pa' nivelarse.
Pero ahora, como nada se nos escapa porque somos "viveza pura", (tan vivos somos que nos bajaron 100 dólares del cupo electrónico de un solo trancazo, por andar con la “viveza” de viajar para traer dólares y revenderlos a 80 Bolos).
No es de sorprenderse entonces de que a partir de la instalación del famoso sistema biométrico, muchas persona entre ellas los mas pobres, aquellos que nunca compran nada porque siempre andan más limpios que un quirófano; comiencen a vender su "cupo dactilar", es decir, dame tanto por mi huella para que puedas hacer otro mercado y tengas mas harina pan, mas leche, mas aceite, etc.
Pero la cosa no terminaría allí, me imagino que la fulana huella (la que antes de nada servía sino para reseñar a los amigos de lo ajeno) ahora será cotizada de acuerdo a la oferta y la demanda, en otras palabras; mas capitalismo dentro de la construcción del socialismo, ya que el dueño de la misma podría venderla, canjearla, subastarla, etc.
Ya me imagino a un gentío en la plaza o frente a una licorería gritando:
¿Quien quiere mi huella? ¿Quien quiere mi huella?
Comencemos por 300 Bolívares ¿Quien da más? ¿Quien da más?
Y de esta manera, nuevas mesas y sombrillas irán apareciendo por todo lo largo y ancho del territorio nacional con el letrero “Si hay huellas”.
¿O quien no pudiera creer, con lo "vivos" que somos, que el más “pila” no vaya a abrir una oficina donde de manera más organizada preste el “servicio”?
Algo así como:
-Aló buenos días, “Huellas y algo más, c.a” a la orden…
-Yo llamo por una huella.
-¿De donde llama usted?
-De Mariara
-Ah perfecto, si, creo que por allá tenemos a fulanito de tal y a sotanito de mancual que hasta hoy tienen la huella disponible, pero ya va no vaya a colgar déjeme revisar en la computadora... si efectivamente están disponibles, pero hay un problemita.
¿Cuál?
-Tiene que pagar 300 bolívares adicionales para el taxi porque el tipo tiene el carro en el taller y no puede llegarse hasta el supermercado sino en taxi, a menos que usted lo busque y lo lleve a su casa.
-Ok!
O tal vez la cosa se vuelva “aspiración” y entonces lo que una vez fue un sueño llegar a cumplir los dieciocho años para poder votar, ahora le pregunten a un adolescente.
¿Y tú? ¿Que es lo primero que harás al ser mayor de edad?
Y este responda: ¡Vender la huella, eso ‘manquesea’ me deja algo pa' rumbeá con los panas!
O hasta se convierta en un mecanismo de presión o chantaje; como la muchacha que le dice al amigo: Fulano, se me acabó la margarina para las arepas, préstame tu huella para comprar una ¿si?
Y el tipo le diga: ¡Si me das un besito!
O la mujer que le dice al marido:
Mi amor se acabo la leche del niño, anda a comprar un kilo.
Y el esposo le responda:
¡No puedo mi amor, anoche aposté la huella jugando dominó con el compadre y la perdí!
O que las casas de empeño dejen de recibir como prenda los televisores y las licuadoras; para comenzar a emitir letras de cambio sobre la garantía de huellas a futuro, en fin…
El asunto es que pareciera ser, que la única manera de evitar que los venezolanos cometamos tantas “vivezas” (vender la huella en este caso); es que nos guinden un captahuellas en el cuello, para que no puedan comprárnosla mas de una o dos veces al mes o según lo regulado. Que Paradoja.
No crean, tal vez la cosa suene a mamadera de gallo pero…. Jum ¡!!
En todo caso, ojalá no lleguemos nunca a vender la huella que dejó marcada Simón Bolívar.
“Cano” me está diciendo: ¡Que mentecita la tuya Jorge!
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