Mi contribución a la guerra económica

Una palabra que se ha puesto muy de moda es autocrítica. Ésta ha estado en boca de muchos, pero pocos le han dado el sentido apropiado.

Autocrítica, según se lee en http://www.wordreference.com significa:“Juicio crítico sobre uno mismo, o sobre una obra propia”. Es decir, qué hace uno mal o bien en X circunstancia o momento.

Sin embargo hemos visto y oído como en los últimos 365 días mucha gente se ha dedicado a “autocriticar” al gobierno por lo supuestamente mal que está haciendo las cosas. Señalan a diestra y siniestra a todo el mundo, pero pocos, casi nadie; ha volteado su dedito acusador hacía sí mismo para increparse sobre de qué forma contribuye a la guerra económica que ha desatado el imperio y la burguesía lacaya sobre todos nosotros.

Para muchos la culpa es de Nicolás (así a secas), porque según ellos él no aplica la ley.

Desde hace más de un año el gobierno lleva una dura lucha contra aquellos que se quieren pasar de vivos (o de miserables), y más de uno ha ido a parar derechito a la cárcel. A pesar de ello hay otros que aún andan sueltos.

Es justo aquí donde debe estar la autocrítica. El gobierno no puede tener un fiscal de la Superintendencia de Costos y Precios Justos, un policía y un militar, en cada cuadra del país, supervisando que compra y que vende cada uno de nosotros. Tampoco puede estar el coco de la justicia en cada esquina del país asustando a cada ciudadano.

En buena medida la guerra económica existe por la falta de consciencia de aquellos que se meten en cuanta cola consiguen, para comprar lo que sea y después revenderlo por un costo superior al original.

También por aquellos que aunque están suficientemente abastecidos de productos de primera necesidad, se matan para tener más productos acaparados en su casa.

Por quienes dicen que van a viajar al exterior y lo que hacen es raspar el cupo Cadivi y por los que deben vender un determinado artículo a, por ejemplo, 50 bolívares y lo hacen por 500. También son responsables aquellos que compran ese producto a pesar de que saben que ese no es su precio real.

En fin, todos, o casi todos, tenemos nuestra cuota de responsabilidad en esto de la guerra económica y en buena medida todo se resolvería si tomáramos consciencia de que nuestras acciones a afectan es al país, es decir a nosotros mismos.


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Rosa Ángela Latorraca González


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