Como siempre yo con mis reflexiones micro económicas Jajajaja, ¡mentira! mis reflexiones de ama de casa, gerente del hogar, administradora de los ingresos o como quiera que nos llamemos los que hacemos mercado para el alimento y vida de nuestra familia.
Esta semana ¡por fin! Y gracias a las y los compañeros de Aporrea que denunciaron la situación de la red publica de distribución de alimentos, pues no solo era Abastos Bicentenario, apareció la comida en los anaqueles de la red pública.
Ese argumento del ministro Osorio de la semana de descanso de los proveedores, lamentablemente le quedo muy mal, de hecho en cualquier otro país, ya ese ministro estaría de cajero en un supermercado a ver si entiende como es la cosa del comer, no puede ser que siga de ministro tan tranquilo, quien cree que un pueblo puede vivir una semana sin alimentos y aquí no ha pasado nada.
La microeconomía según yo, es la economía de la cotidianidad, y nos señala por sentido común simple, no muy científico, que los suministros, especialmente en las ciudades debe ser permanente, pues las y los consumidores compran todos los días, no un día específico, y si de cambiar los hábitos de consumo se trata esta estrategia de abastecer cada dos semanas los anaqueles, entonces deben organizarse mejor, e inclusive anunciarse, y por supuesto, aumentar el número de centros o lugares de distribución de esos alimentos, pues efectivamente en el caso de Caracas, que aloja aproximadamente un poca mas de 3 millones de habitantes, no hay suficientes espacios para hacerse de los productos regulados o subsidiados que es lo que se puede comprar especialmente en estos momentos de especulación galopante.
De acuerdo a la información de la internet, a saber solo en el área metropolitana de Caracas, (21 parroquias de Distrito Capital y cinco municipios del estado Miranda) se cuenta con:
38 Mercales,
10 Abastos Bicentenario;
15 PDVAL, decir; 63 establecimientos, que además no son del mismo tamaño, sólo los abastos bicentenarios tienen grandes dimensiones como para admitir hasta 600 personas en un solo momento.
Teniendo en cuenta la población de la ciudad, creo que las matemáticas indican la necesidad de mas establecimientos de este tipo, pues no son suficientes, y a esto se añade que los suministros no son regulares, por el contrario es al azar encontrar los productos, un dialogo común en las colas en estos establecimientos es:
– ¡hoy hay leche, pero no harina de maíz precocido!,
– ¡que bueno, y ¿habrá pollo?,
– ¡llego pero se acabó, porque empezaron vendiendo cuatro por persona, despúes empezaron a rebajar a tres, luego a dos y por último uno por persona cuando no quedaban mas pollos,
– ¡será que hay café.... y así cada vez que se va a comprar.
Este dialogo es común también en los establecimientos privados, pero eso no sorprende porque ellos están en la guerra económica en el frente de batalla, no nos puede sorprender. Lo que sorprende es que en los establecimientos del proceso, los suministros no se encuentren a diario, tanto que el pernil acaba de salir a los anaqueles de Bicentenario, pero en Diciembre apareció con mucha timidez. Inclusive yo compre uno de bromita, y quise comprar otro ya que la carne se desapareció desde mediados de diciembre y llego tan poca, que a muchas personas no nos dio chance de comprar, pero no pude comprar otro pernil porque si acaso vendieron en dos oportunidades en todo el mes de diciembre. Pero extrañamente ahora que abren los bicentenarios, después de estar cerrados como el de San Bernardino, o abiertos pero vacíos como el de Plaza Venezuela, y aparecen los perniles.
¡Bienvenidos los perniles!, siempre son útiles, pero habrá que ver donde estaban en Diciembre, si se fueron de parranda, o había alguien por allí guardando unos perniles pa pola.
Yo vivo frente a un PDVAL que nunca tiene nada, y cuando tiene si acaso alcanza para cien personas. Ese PDVAL empezó muy bien, pues vendía hasta verduras, ahora lo recortaron a dos pequeñas hileras de anaqueles casi siempre vacías, con empleados muy groseros/as y antipáticos/as, y de paso, tienen una sala de fiesta que hace sospechar que lo que dicen las y los vecinos es verdad, y que buena parte de los suministros se orientan al servicio de las fiestas que allí se ofrecen. Eso lo dicen inclusive gente que trabaja en el NUDE... Así que ojo pelao.
Esta semana se han visto colas inmensas, y nosotros allí, infelices y mal humorados, como cualquier escuálido, pues hacer colas de seis y ocho horas no es precisamente algo que nos guste, sabroso es tomarse una cerveza en la orilla de la playa viendo el mar, pero hacer una cola, ¡bien gracias!, que la hagan los que quieren minimizar este problemon que estamos viviendo.
Vamos Osorio, Villegas y todos y todas los que pareciera que quieren convencernos que hacer cola es bueno... Vacie... na guara, ¡que la hagan ellos!