Carnet de la Patria ¿Aroma de exclusión?

“¿Ya te dieron el carnet?” o “¿cambiaste carnet?” Son preguntas habituales que se hacen los estudiantes universitarios al tramitar sus inscripciones. Preguntas también recurrentes entre quienes inician labores en un organismo público o privado, los que igual a aquellos, luego de cumplir con los trámites requeridos salen vigorosos exhibiendo el nuevo documento en sus pechos con orgullo. Casi nadie está exento de poseerlo, pues es una licencia o permiso que concede derechos y deberes. Y es parte de la burocracia en nuestras sociedades capitalistas o socialistas, por supuestos con matices funcionales diferenciados, pero que cumplen similar función identificadora, de orden y organización social.

Pero este carnet de la Patria ha levantado mucha polvareda, comprensible por ser la nuestra una sociedad altamente politizada. Que si servirá para controlar a la gente cuando vaya a votar; que si la firma que se haga al sacarlo servirá para solicitar la disolución de AN; que con él nos van a tener controlados…En fin, un sinnúmero de atributos cual percepción tenga cada quien además de aquellas endosadas por actores políticos y medios de comunicación.

Aún no salgo del asombro al recordar la intervención de un dirigente político en un programa de televisión, quien advertía que el carnet tiene “aroma de exclusión y no de inclusión” y remataba con la repetida expresión:”…porque la derecha toma los listados para arremeter en contra de esas personas”, en un evidente condicionamiento para que la gente no lo saque, no sé si por ingenuidad, torpeza o intencionalidad. Por fortuna esa es una individualidad, y así lo entendemos muchos, de un partido de honrosa y dilatada trayectoria en la lucha por la conquistas del pueblo, que deben mantener y evitar que algunos lo conviertan en tribuna para discursos floridos y oportunista. Y quiero terminar este párrafo con otra parte del asombro que no puedo salir. Esa expresión lapidaria del referido dirigente, es similar a aquella que generaron cuando se instauró como política de Estado llevar a las casas lo bombillos ahorradores, recordemos que indicaban que a través de los mismos “la inteligencia cubana infiltrada en el gobierno de Chávez, vigilaría todos los pasos de la población desde sus hogares”.

Lo cierto es que ya todos estamos vigilados y controlados, tenemos sensores insertados por nosotros mismos para que nos aguaiten día a día, y no es precisamente el gobierno quien creó todos esos mecanismos de control social ¿Cuántos usuarios tiene Facebook? ¿Cuál es su función y la de las ya múltiples redes sociales? ¿A quien no le ha llegado un mensaje solicitándole participar en tal o cual negocio o entretenimiento? Ya conocen todas nuestras preferencias ¿Quiénes les informó tanto sobre nosotros…? En ese campo estamos totalmente vulnerados, por eso no me vengan a decir que el carnet va a servir para una lista…qué sé yo. En fin, debemos trabajar para cohesionarnos como pueblo en el acto informativo, formativo y en la custodia del manejo trasparente de los bienes y recursos destinados al pueblo, y en esto, el carnet de la Patria puede tributar.

Lo aborrecible de un carnet, es el “chapeo”, para lo cual no fue concebido éste, presente todavía en nosotros. Práctica enquistada en nuestra cultura política por lo que Chávez y el equipo promotor del Congreso Fundacional del PSUV en el 2008, negó la posibilidad de que los delegados tuviésemos carnet, que sólo tuviésemos un “babero” en el que, por un lado aparecían nuestros datos de identificación con los de la circunscripción de la que éramos voceros y por el otro, una frase que decía: “El portador/a de esta credencial fue designado/a por los batallones socialistas de su circunscripción para ser vocero de la misma ante las instancias locales, regionales y nacionales del PSUV así como para participar en el congreso fundacional. No otorga ninguna autoridad ni privilegio adicional”. Con ese cartón plastificado pendiendo de nuestro cuello, participamos en los diversos foros y mesas de trabajo y de discusión que se dieron en todo el territorio nacional. Se trataba de evitar el riesgo de adentrar en el partido naciente la cultura del “chapeo” privilegiadora de élites que era necesario desmontar.

Pues bien, este Carnet de la Patria que algunos dicen debió llamársele dispositivo x o y, para evitar desviar la atención de su propósito fundamental, es un gesto de buena fe por parte del gobierno para verificar el alcance se de los programas sociales. Hay que dar crédito a esa buena intención, chavistas disgustado con o sin razón y así como los no chavistas que en definitiva es el mismo pueblo. Hasta cuando descreer o estar con la paranoia. Es necesario informarse, desprejuiciarse y entender que es un dispositivo para minimizar los efectos de las estructuras corruptas dentro de las instituciones, que por tal servirá para velar por la distribución equitativa de los recursos dirigidos al pueblo; para eventualmente detectar la usurpación de identidad que pasa con frecuencia por estos días; para que con eficiencia se puede conocer quienes cobran pensiones sin tener la edad para ello (negocio que tienen mafiosos) y quiénes deberían tenerla y no la tienen; para que se detecte quienes se han apropiado de varios carros de la Venezuela móvil, cuando solo tiene derecho a uno; para detectar quien aparece con crédito agrícola sin nunca haberlo solicitado ¿Quién lo solicito por él? Y así, cientos de funciones de contraloría que pudieran hacerse con este carnet para beneficio del pueblo… ¿Eso es exclusión?

Hay que comprender finalmente, que el Carnet de la Patria no será eterno. Se trata de un dispositivo para facilitar salir de esta coyuntura, de identificar precisamente la población que ha sido más vulnerada por la exclusión. Así está declarado en su razón de ser y en los mecanismos tecnológicos que lo soportan.



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Aquileo Narvaez Martínez


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