Pan, paz y trabajo: No necesitamos ni CLAP ni Bachacos

Como sabemos, el socialismo es un sistema según el cual la tierra debe ser propiedad común de todos los hombres y mujeres, y todo el mundo debe trabajar, "producir", con arreglo a sus capacidades y disfrutar, "consumir", con arreglo a sus fuerzas. A nadie que sepa razonar puede ocultársele que el entretenerse en remendar y repintar un sistema social totalmente podrido es perder lastimosamente el tiempo. Es necesario, pues, que nos aferremos a la palabra "socialismo" y la inscribamos audazmente en nuestras banderas, no podemos callar cuando oímos tantas veces se oye en la actualidad, que el socialismo, cuando se nos invita a cambiar el nombre de socialista, que todavía asusta a tantos espíritus medrosos, sino que debemos levantar nuestra enérgica protesta contra semejante disparate. Por lo que toca a la implantación del socialismo, hay que saber ante todo, pues es la cuestión capital, si éste puede implantarse o si hay que admitir un periodo de transición durante el cual se eduque al pueblo para él.

La implosión de la revolución chavista se debe casi tanto a su degración cultural-política —y a veces, a la ridícula deficiencia de la élite burocrática— así como al estancamiento económico y la dependencia de recursos. Era de esperar que el nuevo gobierno "madurista" no erige ningún sistema nuevo, sino que se aplica predominantemente a poner parches en el viejo edificio, a taponar y ocultar a la vista las grietas abiertas por tiempo, y a lo sumo, a levantar, un nuevo piso sobre los viejos. El Gobierno, dominados por débiles dirigentes, "sus camaradas", estaban vacilando sobre el camino a seguir, la mayoría compartían el punto de vista del socialismo que señalaba que esa etapa la revolución chavista sólo podía ser demócrata-burguesa. Con el final de la revolución, triste capítulo, no pocos dirigentes (balandros) debilitaron sus fundamentos, se mostraron como millonarios (en dólares) y oligarcas.

A medida en que el pueblo se adentró en la crisis de alimentos, hambre y miseria, el Gobierno y sus apoyos oligárquicos comprueban como sus votantes los abandonan. El giro a la derecha es una revuelta contra las coaliciones neoliberales que han gobernado desde la partida del Comandante Chávez. Sin embargo, los maduristas no pueden culpar al imperialismo —como solían hacerlo— porque ellos, nunca hicieron nada para seguir el socialismo. Aparato estatal es deplorable por no decir miserable. Son ridículamente deficientes.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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