Esos patrones a quien imitar

A pesar de la diversidad de tipos de conducta humana, los hombres de una misma cultura tienden a conducirse dentro de un número restringido de patrones.

De ahí la extraordinaria pedagógica que en nuestro tiempo tienen los medios audiovisuales en cuanto a darle a la juventud tipos de héroes o de personajes a imitar, cuya acción se traduzca en beneficio del pueblo.

Si esto de las imágenes ideales es cosa común entre las personas corrientes, la cosa se complica en el caso de los políticos y de los mandatarios.

En Venezuela la casi totalidad de los que ambicionan la cosa pública hacen lo indecible por parecerse al Libertador, aunque de él tengan apenas su nombre en los labios y la más inmensa canallería en el corazón.

El elogio preferido de los adulones es decirle al Presidente de turno: ¡Hay, mi jefe, usted cada día está más parecido al Libertador!

A mí, con toda la admiración que le profeso al Padre de la Patria, se me pone la carne de gallina cuando veo al mandatario de turno citar en exceso al Libertador o adoptar poses donde se percibe claramente una tendencia a identificarse con él. Pues eso quiere decir que megalómano habemos.

Lo más curioso en estas identificaciones que pretenden hacer nuestros mandatarios con el Padre Libertador es que, por más esfuerzo que hagan, no sólo no se le parecen, sino que terminan imitando a otros autores vernáculos sobre quienes la historia no tiene muy buena opinión.

Los políticos y mandatarios, al igual que los pensadores y estadistas, suelen conducirse a otros gobernantes como fieles copias al carbón de lo que actuaron en otros tiempos, y hasta con varios siglos de diferencia.

Como pueden ustedes ver, las similitudes caracterológica del gobernante criollo con el francés, a quinientos años de distancia son tan abundantes como para inclinarnos a creer que el sátrapa de Betancourt y el lambrucio y ladrón Carlos Andrés Pérez. ¿Cómo se explica este fenómeno? Plutarco se limitó a señalar en sus Vidas Paralelas este fenómeno de que un personaje histórico se parezca a uno que lo precede. ¡Quizás! ¿Son actos deliberadamente conscientes los que llevan a un gobernante a parecerse a otro? Lo dudamos para Venezuela, como lo señalamos en un principio. Es evidente la intención de cuatro gobernantes, de Guzmán a la fecha, que han pretendido seguir los pasos del Padre de la Patria con frustros resultados.

Todo nos hace pensar que en los gobernantes no democráticos sus líneas arquetípicas son tan escasas que casi podemos anunciarlos y reconocerlos con bastante anticipación, porque son tan parecidos los unos a los otros como una gota de agua a otra.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!"



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Manuel Taibo


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