Es una verdadera desgracia lo que ocurre con la prestación de los servicios públicos en Venezuela; desde la distribución de electricidad hasta el suministro de agua potable y el manejo de las comunicaciones telefónicas, nada funciona de forma adecuada, y por tanto millones de venezolanos sufrimos terribles penurias día tras día. Debido a esta desastrosa situación la calidad de vida del ciudadano común se deteriora progresivamente, y las autoridades no hacen sino ofrecer burdas excusas ante los racionamientos prolongados y descontrolados de la energía eléctrica, la suspensión indiscriminada del servicio de agua potable, la pésima distribución del gas licuado doméstico, la deficiente recolección de los desechos sólidos, y pare de contar.
Respecto a la interrupción permanente del suministro de energía eléctrica y de agua potable, por ejemplo, se intenta hacer creer a la opinión pública que hay un supuesto bajo nivel de agua en cursos fluviales, embalses y represas, y esto ha servido como justificación para mantenernos sin esos dos servicios fundamentales. Evidentemente puede haber algo de cierto en lo esgrimido por el Gobierno Nacional en cuanto al descenso en el nivel de las aguas, pero también es verdad que no se ha realizado el mantenimiento adecuado a los complejos hidroeléctricos y no se finalizaron ciertas obras (como plantas termoeléctricas) destinadas justamente a mantener elevada la producción de electricidad durante épocas de sequía fuerte. A esto se agregaría la renuncia de ingenieros y técnicos especializados en tareas de mantenimiento necesarias para la generación adecuada de electricidad.
Cabe preguntarse, entonces, ¿por qué tal desastre en la prestación de los servicios públicos en Venezuela? Por un lado la respuesta obvia es la escasez de recursos económicos disponibles, en un país ahogado por una enorme deuda externa e interna, con la estatal PDVSA en crisis, con un PIB cada vez menor, y además bloqueado económicamente por parte de uno de sus más importantes aliados comerciales, como es Estados Unidos. Para colmo la corrupción reinante y la ineficiencia termina de completar el panorama sombrío que caracteriza hoy día a la prestación de distintos servicios públicos a las comunidades. En este sentido hay quienes consideran que servicios como el suministro de energía eléctrica, al ser subsidiados en gran parte por el Estado, no funcionan precisamente por tal motivo. Pero no es así, en primer lugar porque la buena o mala administración no es una característica sine qua non de una institución o empresa sea privada o sea pública, y en segundo lugar porque algunos servicios, públicos pero prestados por empresas privadas, como la distribución de agua potable y la recolección de desechos sólidos, tienen precios elevados e igualmente son ineficientes, y en el seno de dichas empresas también reina la corrupción y la pésima gerencia.
¿Y cómo puede solucionarse el desastre que representa la prestación de servicios públicos en Venezuela? El panorama es bien complejo teniendo en cuenta la gran crisis económica que azota al país debido a diversos factores internos y externos, y que afecta absolutamente todo, incluido el adecuado suministro de electricidad, el abundante aporte de agua potable, la recolección eficiente de los desechos sólidos y el servicio continuo de las comunicaciones telefónicas y electrónicas. Y si bien una mayor cantidad de fondos contribuiría, al menos en teoría, a aumentar la calidad de la prestación de los servicios públicos, no se puede estar de acuerdo con la propuesta de algunos en cuanto a elevar exageradamente los precios, advirtiendo que algo así golpearía aún más a un pueblo que día a día sufre por el altísimo costo de la vida. Por otra parte debemos exigir una administración lo más cristalina y racional posible de las empresas que prestan los servicios, aunque esto parezca una utopía.