Como una muestra de lo empeñado que está el gobierno en hacer que se cumplan las leyes, se difundió la noticia de que recientemente habían sido desalojadas de las instalaciones del Restaurant Rucio Moro unas 600 personas por estar "tomando caña" sin respeto de las medidas de seguridad ni distanciamiento social que deben cumplirse por la situación de pandemia que atraviesa el país.
Haciendo un ejercicio de análisis fundado más en la imaginación que en cualquier otra rigurosidad científica – pero no por ello carente de cierta validez – se puede pensar que, considerando los recientes resultados electorales, la mayoría de los que estaban en ese restaurant posiblemente eran de los que se hacen llamar chavistas o socialistas. Esto debido a lo siguiente: si tal como muestran los resultados electorales hay un 67% aproximado de la población que dice ser chavista, socialista o apoyar a este gobierno y un 33%, eso significa que es bastante probable que esta proporción se repita poco más o menos en cada grupo poblacional que se aglomere bajo cualquier circunstancia a lo largo del país. De esto puede inferirse, entonces, que si en el mencionado restaurant estaban 600 comensales sin mascarillas, consumiendo bebidas alcohólicas y haciendo lo que mejor les viniera en gana sin hacer caso a las recomendaciones que se han hecho en materia de salud, por lo menos 400 tienen que haber sido de los que se hacen llamar chavistas, socialistas o que directa o indirectamente participan en las actividades del gobierno.
Si esto fuera cierto se estaría cumpliendo entonces una de las constantes que más ha sido característica del actual gobierno: Los primeros saboteadores de las políticas públicas que quieren llevarse a cabo por lo general son los mismos que participan directa o indirectamente de las mismas. Dicho de otra manera: los primeros que no le paran bolas a los lineamientos de Maduro y su gente son los mismos que aparecen públicamente rasgándose las vestiduras queriendo hacer parecer que son más chavistas que Chávez y más comunistas que el gallo rojo. Pareciera contradictorio, pero es precisamente este tipo de actitud las que les ha permitido sobrevivir en medio del caos que generan y que les ha permitido acceder a una serie de privilegios dentro de los círculos de poder.
Por otra parte, si esto no fuera así, podría suponerse entonces la existencia de otro panorama: La mayoría de las personas que estaban en ese restaurante es posible que pertenezcan a los círculos más encumbrados de la oposición y probablemente les resbala todo lo que el gobierno diga o haga en previsión de contener la pandemia. De este modo cualquier esfuerzo que se esté haciendo en materia de salud pública, aplicación de test, seguimiento de casos, acondicionamiento de salas hospitalarias y más, estaría siendo saboteado con este tipo de actitudes que pueden fácilmente ser un factor de propagación del virus. De cualquier modo, también entonces cabría preguntarse ¿qué ha hecho el gobierno para que los mismos de siempre sigan y sigan molestando sin que pareciera que nadie es capaz de ponerle el cascabel al gato?
Definitivamente todo depende del cristal con que se mire y lo que fue hecho noticia por el gobierno como una medida que muestra su interés en que se cumplan las regulaciones destinadas a la previsión de la pandemia desde otro punto de vista puede entenderse como una evidencia más del gran fracaso que se ha constituido este gobierno en el que se evidencia que todavía las clases privilegiadas siguen siendo cada vez más privilegiadas y cada vez hacen más y más lo que les da la gana. Esto se aplica de igual manera para quienes se hacen llamar chavistas o socialistas que con ello han logrado un ascenso dentro de la aristocracia del gobierno y entre quienes dicen adversarlo pero al final también son aprovechadores de todas las facilidades que se les han procurado desde los círculos del poder.