La corrupción debe haber impregnado hasta el genoma humano, algún cromosoma del cuerpo debe tener estampado el gen de la corruptibilidad. La corrupción encarna la progresiva desintegración de una sociedad. Un proceso lento pero inexorable que lo corroe todo. Una depravación de las costumbres por la cual el individuo desprecia todos los valores sociales y familiares para sustituirlos por sus “valores” personales en función de sus ambiciones. La mala plaga de unos individuos que pierden por completo la noción del deber para auspiciar la cultura de la “viveza criolla” apoyados en las ventajas que les proporciona el manejo de los ingentes recursos del estado y en la manipulación de las conciencias de la inmadura juventud que en vez de ser formada bajo los mas insignes valores, es empujada hacia el abismo de los anti valores que mantienen vigente el síndrome fatal de la corrupción. Es por ello que tanto en el sector privado como en el público y lastimosamente en el recinto de los entes educativos la corrupción sigue siendo el estigma mas arraigado, más mencionado y menos combatido en la historia social y política de nuestra nación, sin olvidar por supuesto que este mal es propio de la humanidad entera a través de los siglos. La corrupción representa el mayor enemigo interno de la democracia revolucionaria, su gobierno y sus instituciones. A esta crisis moral se suman también los oportunistas disfrazados de revolucionarios que, amparados en la también practica corrupta del nepotismo procedente de funcionarios públicos que aprovechan su posición para colocar a sus familiares en puestos de dirección sin estar preparados para ello, proceden a adueñarse del control de las instituciones para así seguir la cadena interminable de los vicios heredados de la cuarta república. Se trata por ejemplo de pactos disimulados entre Viceministros del actual gobierno y oportunistas con el discurso adoptado del “tercer motor”, pero de innegable corazón adeco, que acceden a mantener en la “dirección” a un familiar, asignándole una categoría que esta está muy lejos de poseer, violándose así las normas y reglamentos que rigen las instituciones de educación superior. Por supuesto que los participantes de estos “convenimientos” pregonan a los cuatro vientos su incorruptible “currículo” y lanzan su cadena de improperios a quien se atreva a poner en duda su tan cacareada pero hipócrita honorabilidad. Se trata también de aquellos funcionarios públicos, subalternos de gobernadores, corruptos sin medida, que por no haber profilaxis moral, han perdido el dominio de su voluntad ética entregándose en los brazos del capricho y los instintos más salvajes; extraviando totalmente los escrúpulos morales y pensando que los derechos ajenos están allí para ser violados y que la conciencia de los jóvenes es presa fácil del dinero regalado, que los convierte así en agentes activos de destrucción institucional. Y estos funcionarios públicos en combinación con testaferros, empresarios corruptos y corruptores, muestran niveles groseros de riquezas sin ningún tipo de disimulos y con grados de exhibición que se hacen chocantes especialmente para quienes desde abajo en el proceso revolucionario, siguen firmemente apegados al ideario revolucionario.
Estas referencias solo son la punta de un iceberg en crecimiento y que “si no se toman medidas efectivas y ejemplarizantes el cuerpo social se verá sucumbir y el proceso revolucionario desvanecerse poniendo en riesgo su propia existencia”.
Las preguntas que surgen finalmente, son: ¿Seguirán nuestras instituciones educativas, donde deben formarse las futuras generaciones, entrampadas en el ejercicio malsano del poder, en la apatía de muchos docentes, administrativos, obreros y estudiantes? ¿Continuaran los adecos infiltrados y disfrazados de chavistas controlando las instituciones de educación superior?, ¿Se perpetuará el nepotismo en el tecnológico?
enmanuel1@cantv.net