La cola para comprar productos regulados en el Unicasa de La Candelaria se formó en la esquina de Avilanes. Lucía tan compacta que parecía una sola, cuando en realidad eran tres. Se forman allí para entrar por la puerta del depósito del establecimiento los adultos mayores, las mujeres embarazadas y el público en general.
Este jueves le correspondió adquirir productos regulados a las personas cuyo terminal de cédulas de identidad terminaban en 6 y 7. El barullo en la zona aturde.
La gente acusa de bachaqueros a varios hombres jóvenes que encabezan la larga fila. Los señalan con el dedo índice y comienzan a gritarles: “¡fuera, fuera, fuera…!” con expresivas muecas de rabia dibujadas en el rostro.
Cada cierto tiempo, dos efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) se acercan a la cola. Los hombres cuestionados por las féminas simulan que están poniendo orden, pero son los primeros en entregar sus respectivos carnets de identidad a los efectivos militares. Enseguida, los afortunados avanzan escoltados por los verde olivas hacia el supermercado a comprar papel tualé, margarina sin sal, dos kilos de harina de maíz y de harina de trigo todo uso.
La impotencia de los que aún quedan en la fila se desparrama por todo el lugar. Las mujeres se sientan en la acera a rumiar su ira y entre ellas comentan el cúmulo de irregularidades que deben enfrentar para comprar en esa sucursal de la cadena Unicasa.
—El 7 de octubre la Sundde (Superintendencia de Precios Justos) hizo una fiscalización aquí y ordenó que no se debían hacer varias colas, porque eso era discriminatorio para la gente. Fíjate, eso en nada ha cambiado”, señaló una mujer visiblemente molesta.
Otra ama de casa comentó que los hombres que se ponen en la punta de la cola son “mafiosos” que, con la excusa de que están poniendo orden, “se colean a la vista de todos y hasta meten en la fila a sus familiares y amigos”.
Una señora que conversaba con un amigo comentó que, desde hace una semana para acá, se ha hecho normal ver a la gente organizando listas y colas en la esquina de Avilanes desde la noche anterior a las ventas de los productos.
—Mucha gente está volviendo a hacer colas de noche. Hubo un tiempo sin que se viera eso después que robaron a un poco de gente, pero otra vez han vuelto a coger la maña, señaló la señora.
Su interlocutor le respondió que esa apreciación le parecía extraña, porque desde que los consejos comunales de la parroquia decidieron organizar las listas vecinales, la madrugadera había disminuido considerablemente.
El hombre explicó que, gracias a este mecanismo, en una época no muy lejana, los vecinos de La Candelaria podían adquirir un 70 por ciento de los productos regulados que llegaban al local. Se lamentó porque ayer no vio a nadie de los consejos comunales en la zona con las apreciadas listas.
En la parte interna del Unicasa, ayer ocurrió un hecho destacable: los empaques de harina de maíz precocida volvieron a los anaqueles. Los compradores, luego de retirar un combo contentivo de papel tualé, harina de trigo, mantequilla y crema dental, se dirigieron hacia un pasillo donde retiraron de los estantes dos apetecidos kilos de harina precocida.
—Creo que es una buena idea eso de colocar los productos regulados en los estantes, porque se acaba con el nerviosismo. Mira como la gente agarra sus dos kilos de harina sin desesperarse, tranquilos. Creo que eso es porque ve que hay suficiente para todos, comentó un adulto mayor.
En las trece cajas habilitadas en el establecimiento se observó ayer fluidez en las largas colas, pero la gente se quejó porque algunos de los empleados tenían mercancía debajo de sus mostradores.