"El Destino Manifiesto" de los EEUU y el dilema de la cultura

Antes de entrar a la cuestión del "destino manifiesto" de Estados Unidos es necesario ahondar en algunas cuestiones correlativas al mismo, por ejemplo, en la sociobiología: disciplina que investiga y sistematiza el soporte biológico de la conducta social. La sociobiología explica que el cimiento de la conducta del ser vivo y, desde luego, del humano lo determina la genética. Pretende exponer semejanzas y diferencias socioculturales en función de la selección natural conocida como "eficacia biológica inclusiva". Es una ciencia creada en los años sesenta del siglo XX, aunque el término pertenece a Hockett que lo insinuó en 1948. Afirma que especies, grupos y organismos ambicionan tener una capacidad genética en la siguiente generación sucesiva; pues, la función de los genes radica en lograr su propia vida. Entre su hipótesis sostiene la posibilidad de que el altruismo y el egoísmo son genéticos ¿Lo será también la corrupción, la cleptomanía, la violencia, la crueldad, la cobardía, el fascismo, entre la variedad de comportamientos? Porque su finalidad se apoya en el estudio de la conducta a partir de los genes.

Además sirve de refuerzo a la antropología, ya que su metodología y aclaraciones son valoradas por las ciencias sociales debido a la analogía con el concepto de "meme", es decir, la "unidad de transmisión cultural". La amplificación de la sociobiología hacia el esclarecimiento de la conducta social radica en que la transferencia cultural de lo aprendido no se efectúa de forma genética, si bien, tiene un papel preponderante. De hecho Dawkins formuló en 1976 el neologismo "meme", "memes" o "mimeme", a manera de semejanza o de comparación con el al vocablo "genes" –un concepto creado en 1909 por Wilhelm Johannsen, el cual indica la esencia mínima de la herencia genética—. De modo que el "meme" constituye la fiel unidad de imitación, desarrollo cultural y de la memoria generalizada por la cultura.

Dawkins advierte que la difusión cultural se parece a la propagación genética porque puede producir un medio de evolución: "Cuando morimos, hay dos cosas que podemos dejar tras nuestro: los genes y los memes (…) Pero si contribuyes al mundo de la cultura, si tienes una buena idea, compones una melodía, inventas una bujía, escribes un poema, cualquiera de estas cosas puede continuar viviendo, intacta, mucho después que tus genes se hayan disuelto en el acervo común. Sócrates puede o no tener uno o dos genes vivos en el mundo actual, como lo señaló G. C. Williams, pero ¿a quién le importa? En cambio, los complejos de memes de Sócrates, Leonardo, Copérnico y Marconi todavía son poderosos" [en El gen egoísta (los memes), Salvat, Barcelona 1986:281-296].

La cualidad genética se transmite mediante la repetición de los genes y la de los "rasgos culturales" a través de la duplicación de los "memes" o unidades de información cultural. La congregación de los genes en cromosomas se considera similar a los memes agrupados en espacios culturales que van en aumento. La diferencia está en la condición natural del cromosoma que es libre de la acción del hombre, mientras la esfera cultural depende de éste. Al punto que la cultura no reside en la actitud o en la conducta sino en la información que define la actuación del individuo, tal principio se conoce como "concepción ideacional de la cultura" [Leslie White, La ciencia de la cultura, Paidós, Buenos Aires 1964:268, 367].

Al parecer la argumentación de la sociobiología, quizá por asociación comparativa, remite a la tesis del darwinismo social o la evolución social del sujeto más apto desde el punto de vista económico en el ámbito del capitalismo. Luego de publicarse El origen de las especies de Darwin, surgió la ideología del darwinismo social o evolucionismo social. Sus seguidores creían que el progreso cultural y biológico depende del libre juego de la competencia económica, del hombre contra el hombre, de país contra país y de "raza contra raza".

Herbert Spencer fue quien más influyó como darwinista social. Aconsejó que se terminara la caridad y el apoyo a desempleados, a pobres y a las "razas atrasadas", porque ayudarlos constituye un obstáculo para la "ley de supervivencia de los más aptos" en lo económico; y así se prolongaría la agonía, profundizando "la miseria de los no aptos". Spencer mediante el darwinismo social justificaba el sistema capitalista de la libre empresa, su prestigio todavía persiste entre los seguidores del capitalismo independiente sin barreras y entre los fanáticos de la supremacía de los blancos [Malvin Harris, Introducción a la antropología general (El darwinismo social), Alianza, Madrid 1993:619].

Spencer, en política y en moral, afirma que los principios de la ética tienen un fundamento biológico (la hipótesis básica del darwinismo social). Respalda una forma extrema de liberalismo y asevera que el hombre como el producto más perfecto de la evolución biológica, cultural y espiritual, se organiza en sociedades de evolución "superorgánica". Lo cual como exigencia lleva al individualismo a modo de expresión de cierta cualidad moral superior y en su proceso evolutivo la injerencia del Estado es una amenaza [H. Spencer, Principios de biología; El individuo contra el Estado].

Al paso la cultura condensa la información comunicada mediante el aprendizaje social o la socialización, por imitación, enseñanza y asimilación. En seguida los rasgos culturales o "memes" organizan las unidades de transmisión cultural. Por lo demás, la palabra cultura procede de la voz cultus, supino del verbo latino colere que significa "cultivar". Cultus expresaba un campo cultivado y adquirió, por una parte, la significación de "cuidado" y "culto" en lo religioso (el "cuidado" o "culto" a los dioses). También se suponía "culto" al hombre que "cultivaba" su espíritu de acuerdo a la metáfora que empleaban los sofistas: "el espíritu es como un campo".

En ese orden, el hombre "inculto" sería un terreno sin cultivar y el "culto" aquél que cuida su espíritu. El vocablo cultura se entiende aplicado al humano y por ello se relaciona con la expresión griega παιδεία, paideía, que por etimología significa educación de los niños (pedagogía), instrucción. Aunque, pese a ello, tiene un alcance más amplio que incluye el proceso de formación de enseñanza aprendizaje de jóvenes y adultos; si bien, se involucra y confunde con la noción de cultura y de civilización [Werner Jaeger, Paideia, FCE, México 1971:4-8]. No obstante, desde los siglos XVII y XVIII hasta la contemporaneidad, el conocimiento de cultura ha evolucionado por diversas razones: filosófica, científica, sociológica, antropológica, política, militar, estratégica.

Si una idea o modo de interpretar la cultura se colectiviza más que otra se debe a que aumenta su poder cultural por medio del aprendizaje social, además de la disposición personal del sujeto para el estudio y la lectura. ¿Quizá ocurre porque interviene como motivo para la capacidad biológica, la supervivencia del hombre y de una civilización en cuanto se sostiene en un hecho cultural? De tal manera se reflexiona sobre la siguiente interrogante: ¿eso explica la actitud pragmática del estadounidense mediante la tesis del "destino manifiesto" como factor cultural, antropológico, sociológico, religioso, ideológico, político, económico, militar, que tiene incidencia en la formulación de la filosofía del pragmatismo?

El pragmatismo (de παγμα, pragma, acción) es una escuela filosófica de los EE.UU. de fines del siglo XIX y comienzos del XX, sus propulsores fueron Charles Peirce, William James y John Dewey [a propósito de éste filósofo, y observándolo como penetración y dependencia cultural, su influjo metodológico es notable en los diseños curriculares de los estudios de Educación en las universidades de Venezuela]. Peirce propuso el método del pragmatismo con el principio de que el interés y valor de un concepto radican en los efectos directos sobre la conducta humana. Al procedimiento de dar significado a los conceptos y de eliminar lo metafísico, llamó Peirce "pragmatismo", inspirado en la "praxis" de la filosofía griega y en la "práctica" de Kant.

Tales ideas las popularizó W. James en su libro Pragmatismo (1907). Según este pensador, más que concordar con lo real, la verdad reside en lo que conviene al pensamiento o para conseguir una relación satisfactoria con lo real. La ventaja y la conformidad refiere a lo útil o lo práctico; por tanto, en su enfoque ético, lo "verdadero" constituye una clase de "bueno". No obstante, James precisa que no hay originalidad respecto al pragmatismo: "El método pragmático no tiene nada de nuevo. Sócrates fue un adepto a él, y Aristóteles lo usó metódicamente" (Pragmatismo. Un nuevo nombre para algunas antiguas formas de pensar (nota preliminar: Jorge Luis Borges), Emece, Buenos Aires, 1945:82-83).

Se destaca que corrientes como el pragmatismo y el marxismo se estiman filosofías de la acción, debido a la importancia que le dan a la práctica y al poder natural que posee la voluntad para la iniciativa y su alcance práctico en la realidad. Al respecto Marx señaló: "Los filósofos [idealistas] se han limitado a interpretar la realidad de diversas maneras, de lo que se trata es de transformarla" (Tesis sobre Feuerbach, 11). La filosofía de la acción, de directriz espiritualista y percepción romántica, especula que la actividad configura el eje de la vida del hombre y establece la razón de la filosofía como la unión de la práctica y la teoría.

De tal forma el hombre con la praxis muestra la hondura de su ser y la condición ética. Praxis proviene de πρᾶξις, y es igual a πρᾶγμα (pragma), conforma un sustantivo del verbo griego práttein que significa: acción, obrar, hecho o realizar algo. Entre los griegos era sinónimo de "actividad práctica" en oposición a la "actividad teórica"; también indicaba la acción moral. Por ello Aristóteles distinguía entre poíesis, ποίησις (poesía, creación, acción) y praxis, πρᾶξις; él pensaba que la poíesis incumbe a la técnica con una intención externa y la praxis concierne a la φρὁνησις, phrónesis: sabiduría y prudencia.

Sin embargo, la antítesis entre la "actividad práctica" y la "actividad teórica", como se pensaba, fue puesta en duda por el materialismo histórico de Marx y Engels. Según ellos la praxis tiene una acepción más definida, científica y técnica. La entienden como la práctica del hombre sobre lo material y lo social para transformar la naturaleza, la sociedad, el hombre y su realidad. En consecuencia reposa en la base de la teoría, es decir, que ésta se origina de la actividad, de la práctica, de la experiencia. De modo que la praxis no se opone a la teoría y por consiguiente genera el principio del conocimiento, de la ciencia, del saber, de la epistemología. Entonces la conciben como la unión dialéctica entre la acción y la teoría.

Aclarado el asunto de la práctica volvemos al tema principal. La ideología religiosa del estadounidense orientada hacia la acción, resume la herencia de sus antepasados colonizadores británicos que se distingue por el ideal del "destino manifiesto"; ya que en la naturaleza de su personalidad cree que "Dios ha escogido a Norteamérica para defender el Bien, el Derecho, la Verdad". Según ellos, en su fanatismo de alienación religiosa, están predestinados a una misión que está escrita y revelada, es indiscutible y pública.

Doctrina a la manera, ¿acaso como una emulación?, del "pueblo escogido por Dios", los judíos, y que hoy al parecer los sionistas recogen ese legado; quienes sin sensibilidad humana y de manera cruel exterminan al pueblo de Palestina, la patria donde nació el hombre Jesús, el "Cristo", el ungido. Pero no el Jesús, el semidiós mítico de la leyenda creada (luego de su "visión" en un ataque de epilepsia) por el pagano, judío helenizado, Pablo de Tarso, sino el Jesús real, el moral, el histórico y revolucionario; el que enfrentó al Imperio romano y a la intolerancia del judaísmo. Pablo, el Apóstol, de modo pragmático instaló la base metafísica de la arquitectónica del judeo cristianismo, con una narración literaria y ficticia, infiltrado por el modelo de la mitología griega; pero también introdujo el cimiento del accionar político, económico y administrativo de esa religión.

En efecto, "el destino manifiesto" concreta el fundamento filosófico, metafísico y religioso con el que actúa en el mundo el gobierno estadounidense, a través de todos los medios posibles, incluso la guerra, la invasión, el sometimiento, el genocidio, el despojo de las riquezas naturales, la violación del derecho internacional y humano, con el fin de mantener su poder; y la hegemonía cultural (subjetiva y objetiva), política, económica, militar, científica y tecnológica. Todo se vale en su ética pragmática, si es "útil y ventajoso". En ello hay la orientación racista, intransigente y fascista, de la supremacía blanca para mantener su estilo de vida, en el ámbito del capitalismo. Una minoría poderosa que pone en peligro la existencia del hombre y de la humanidad, con sus decisiones nocivas. Así se observa desde la perspectiva mayoritaria de los pueblos del planeta.

Los puritanos y cuáqueros, que en esencia detentan la doctrina del "destino manifiesto", emigraron desde Inglaterra hacia el norte del continente americano. Ellos tenían conciencia de su encargo, que luego fue desvirtuada, de "construir un mundo nuevo en donde el hombre estará a salvo de la opresión y libre para siempre" [G. Deledalle, La filosofía de los Estados Unidos, Tecnos, Madrid, 2002:23]. Con el plan del "destino manifiesto" los estadounidenses se dirigen hacia el objetivo propuesto y al éxito, sin mirar atrás, a la historia, sin desistir ni rendirse ante la realidad y torcerla a su favor. Puesto que estiman más conveniente a sus intereses el "fondo sin detenerse en la forma" ni en el cómo, ya que el fin justifica los medios [Alexis de Tocqueville, La democracia en América, II, Alianza, Madrid 1998:9].

Esa voluntad de animal político tiene resonancia desde Aristóteles, asimismo que en las investigaciones de Maquiavelo y en el juicio de la filósofa Hannah Arendt: "Sólo la acción es prerrogativa exclusiva del hombre; ni una bestia ni un dios son capaces de ella, y sólo ésta depende por entero de la constante presencia de los demás. Esta relación especial entre acción y estar juntos parece justificar plenamente la primitiva traducción del zōon politikon aristotélico por animal socialis, que ya se encuentra en Séneca" (La condición humana, Paidós, Buenos Aires 2009:38).

Cuando el designio del "destino manifiesto" de los estados Unidos se analiza desde la posición de Latinoamérica, diferentes pensadores lo estudian. Está el caso de José Enrique Rodó, nativo de Uruguay, que escribió el ensayo Ariel inspirado en la comedia La Tempestad de Shakespeare. De allí tomó el nombre de los personajes que convirtió en logosímbolo –"personaje conceptual o concepto-metáfora"—. Ariel, el semidiós alado de La Tempestad, fue el nombre de un ídolo moabita (pueblo que habitaba la región de la Arabia Pétrea al este del mar Muerto, descendiente de Moab el personaje bíblico; hijo de Lot), después representa a un ángel rebelde en el Paraíso perdido de Milton y asimismo en el Fausto de Goethe.

El maestro Próspero, influido por una escultura de Ariel, enseña a sus jóvenes discípulos la fórmula de la conducta intelectual y social, junto al método para decidir un punto de vista idealista y estético; en coherencia con los valores de la cultura latina. Todo ello en oposición a la cultura anglosajona, materialista, utilitaria y pragmática; sin finalidad humanista ni ética o espiritual, por tanto egoísta, individualista y superficial. A esta cultura la personifica Calibán y Ariel simboliza a la latina, de acuerdo a la insinuación de Rodó. Con tales personajes, ya previos en Shakespeare, Rodó recrea a Calibán (1878) el drama filosófico de Ernest Renan. Escritor que identifica, al deforme habitante de una isla caribeña, con la decadencia y la corrupción de una seudodemocracia que suprime a Ariel mientras humilla al culto y distinguido Próspero. No obstante, Rodó no asume la interpretación de Renan sobre la simbología shakesperiana sino que invita a confiar en el poder de la educación.

Rodó en Ariel caracteriza de modo literario y filosófico la tensión histórica, política, ideológica, étnica, religiosa y cultural, de la oposición del valor ético y estético que hay entre América Latina y los Estados Unidos. Éste, el Calibán anglosajón, utilitarista y pragmático, persuadido de su creencia en el "destino manifiesto"; imperial, expansivo, hegemónico y su teoría del monroísmo. Frente al Ariel, el intelectual crítico y orgánico de la América hispana, latino, independiente, rebelde, cimarrón y bolivarianista.

La Doctrina de Monroe rechaza de forma aparente la injerencia de Europa en América y afirma: "América para los americanos", es decir, para los Estados Unidos. Si bien, se comenta que el creador del monroísmo (como un movimiento contrario a la teoría del bolivarianismo) fue el presidente de la Unión, James Monroe (1917-25), "el último de los padres de la patria"; no obstante, el verdadero autor fue su asistente John Quincy Adams, quien después asumió la presidencia de los Estados Unidos entre 1825 y 1829.

Dicho enfoque alegórico de Calibán –nombre mezclado con el término caribe y el grotesco significado de caníbal, así lo simbolizó Shakespeare desde la infame perspectiva británica eurocentrista—. Junto a Ariel y otros personajes como Próspero y Miranda, constituye el inicio de diversas formulaciones polémicas de interpretación crítica sobre la realidad latinoamericana. En su otredad refiere a la histórica contingencia desigual, peligrosa y difícil, debido al azaroso y nefasto contacto del norte con el sur del continente de América o Abya Yala.

¿La concepción del "destino manifiesto" hacia dónde conduce a los Estados Unidos? Ya que siendo líder de Occidente, su conservación y estabilidad está en lo que hagan ellos para defender su identidad cultural occidental, en momentos cuando cambia el equilibrio de poder en el planeta; lo cual no encaja en su pretensión globalizante y, en consecuencia, entran en conflicto con otras culturas. Aunque la significativa variable cultural, que incluye las diferencias religiosas, no es el problema fundamental del antagonismo, como afirmó Huntington en los años noventa con El choque de las civilizaciones (Paidós, Madrid 1997), sino por lo contrario el factor político y económico en la lucha por el poder mundial entre dos bloques.

La "hegemonía cultural" de la cultura estadounidense, la cara bonita, es la estrategia precisa para lograr el dominio y si esta falla, entonces recurre a la guerra, al nazi- fascismo, el terrorismo, la neocolonización y otras tácticas inhumanas; ¡la cara terrible! Un desafío para la paz y la supervivencia de la humanidad. Impedir el conflicto no resulta sencillo si se considera la naturaleza irracional y calculadora del individuo. Con todo, la espiritualidad humana busca establecer una simetría internacional de categoría multipolar, fundada en la razón, el diálogo, la tolerancia, la observancia de la autonomía, la soberanía y la libre mancomunidad entre los pueblos de la civilización occidental, oriental, africana, latinoamericana y demás. ¿Acaso se trata de una utopía? En resumen: ¿el destino manifiesto de los EEUU consiste en caer en "la trampa de Tucídides", si llegase a la confrontación directa con China, Rusia, Irán, Corea del norte? Sería una hecatombe, la Tercera, ¡y última!, Guerra Mundial. Mientras tanto, Estados Unidos gira alrededor de la trampa.

 

arjevach@gmail.com



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