En el ámbito revolucionario, nacional e internacional, hay un debate importante sobre la “entrega” de Joaquín Pérez Becerra al Gobierno colombiano, por las altas autoridades venezolanas, sin que mediaran dudas de ningún tipo.
En Aporrea, el día de ayer, la indignación y el desconsuelo del PCV y de los colectivos sociales era reseñada ampliamente. Por cierto PPT envió a todos los medios, incluso a APORREA, una declaración donde fijaba una contundente posición sobre el tema el Secretario General Nacional de Organización, Rafael Uzcategui, reconocido revolucionario, y la misma fue omitida en todas las editoriales, incluso en Aporrea. La posición critica, sin contemplaciones, del PPT, no la publica ni la derecha ni la “izquierda”.
Hoy, 27 de abril, continúa la polémica en los espacios revolucionarios. Hay mucha preocupación. E incluso, ya aparecen las opiniones de quienes exculpan a Chávez por la decisión tomada considerando que fue una jugada de Santos, o que es parte de una estratagema internacional que involucra a los organismos de seguridad europeos.
Ambos grupos tienen razón. Pero, la pregunta es: Por qué Chávez se expone tanto?. Por qué confía en Santos y no en las instituciones venezolanas con competencia en el tema o, incluso, en los miembros del PSUV. El sentido particular, y la percepción, de la responsabilidad que tiene Chávez del ejercicio del cargo, lo lleva ignorar las dimensiones institucionales que, efectivamente, existen en la toma de decisiones. Chávez no confía. Santos lo llama y éste se compromete sin medir las consecuencias o al menos no todas.
Esa desconfianza generalizada de Chávez, que se trasmuta en una absoluta confianza en si mismo, constituye su gran debilidad. Tiene una visión plana de las situaciones. No tiene el sano reflejo de la duda, que lo lleve a decir, déjame estudiar la situación. Veamos que dicen las instituciones responsables. Veamos si las leyes lo permiten. Esa visión, incluso desde el ámbito de lo político, era una preocupación constante ampliamente expresada por el PPT. El PCV aún persiste en el llamado, que siempre hizo el PPT, de avanzar en una dirección colectiva del proceso. Por cierto, eso constituyo el error “imperdonable” del PPT dentro del proceso. A estas alturas ya debería haber conciencia que existe una complejidad grande cuando las decisiones que se adoptan están relacionadas con el mundo exterior.
Santos llama a Chávez habiendo evaluado conscientemente toda la situación, lo que se dice un plan perfecto.
- En víspera del inicio de la reunión de Cancilleres de América Latina y el Caribe en Caracas- le pide que detenga a un “guerrillero” de la FARC. Chávez no puede saber, efectivamente, de quién se trata. Santos aprovecha el factor sorpresa porque “conoce” la debilidad de Chávez, cual es pensar que puede adoptar todas las decisiones, sin riesgos, de ningún tipo. Los cuerpos policiales venezolanos “incomunican” a Joaquín Pérez Becerra; impiden que el Cónsul sueco, y los diputados del PSUV y del PCV, se comuniquen con éste y sin mirar o exigir las “pruebas” que se requieren para detener a un ciudadano Pérez Becerra es “entregado” al gobierno más criminal de América Latina y del mundo.
- Joaquín Pérez Becerra es entregado al gobierno colombiano, a las prisas, subrepticiamente, sin más, como se entrega un niño a unos malhechores. No fue deportado porque para eso se requeriría que éste hubiese realizado una infracción calificada en las leyes venezolanas, cosa que no ocurrió. No fue extraditado porque los procedimientos penales son prolongados en el tiempo y exige que Colombia entregue “pruebas” contundentes de los delitos por los cuales se le acusa y que, además, esos hechos califiquen como delitos en Venezuela. Tampoco se cumplió el deber de exigir las garantías procesales que la norma interna e internacional determina. El gobierno nacional actuó como actuó el puntofijismo en su peor época.
- Mientras, Santos, el mismo que agredió militarmente al territorio ecuatoriano y tiene a Walid Makled retenido en Colombia, malhechor narcotraficante al que altos personeros gubernamentales dieron prebendas para manejar una importante infraestructura portuaria y aeroportuaria en Venezuela, se permite EXIGIR a Venezuela que a éste se le den garantías de respeto a su vida, a sus derechos humanos.
- Chávez aparece cuestionado por los sectores revolucionarios y está en la “mira” de los sectores reaccionarios del mundo.
- Santos no va a extraditar a Makled, prontamente, como lo cree Nicolás Maduro. Eso se verá, si es que lo hace, en unos seis meses o más. La llave Santos-Makled pone en jaque la credibilidad del gobierno venezolano.
- El Gobierno deja postradas en su credibilidad a las instituciones del Estado, que no actúan autónomamente. Por ejemplo, cómo explicar que la Defensoría del Pueblo no se haya activado. Cada quien que asuma sus competencias o que renuncien. Tampoco se pueden abordar los asuntos de Estado como lo hacen los adolescentes, por purita emoción: “ese si porque es mi pana”.
- Es necesario que se entienda de una vez, por todas, la diferencia entre deportación y extradición. Se deporta a un ciudadano cuando éste ha infringido nuestra normativa interna. Se extradita cuando un Estado solicita y comprueba, de acuerdo a los procedimientos jurídicos penales, que el ciudadano solicitado ha cometido delitos que en la legislación del país requerido califica también como un delito.
- Es por esa razón que decimos que Joaquín, el justo, no pudo ser deportado, menos extraditado. Fue “entregado”, simplemente, como se entrego a Jesús.
- Chávez debe rectificar. Aplicarse, el mismito, las tres erres pues. Pensamos que deben haber buenas relaciones con Colombia, pero la calidad de las relaciones diplomáticas no están reñidas con la inteligencia, con el respeto a las instituciones venezolanas, con el olfato revolucionario. ¡Estar mosca, pues¡
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