Debo decir que la entrega del Director de Anncol a las autoridades
colombianas, ha sido algo muy duro de asimilar para la militancia
revolucionaria. Eso es innegable. He dejado pasar sin embargo algunos días
para poder entender este procedimiento tan expedito, esperando se decanten
las (mis) pasiones. Debo decir en primer lugar que se equivocan de plano
los camaradas revolucionarios al juzgar los hechos, porque ellos no tienen
que responder por el manejo del Estado ante el mundo y ante la historia;
por cuanto eso es un asunto único, exclusivo e ineludible de Chávez.
Ser líder es algo serio, que precisa de capacidades, percepciones, audacia
e inteligencia natural muy elevadas. Maquiavelo, ese gran padre
incomprendido del arte del manejo del poder, lo dijo hace quinientos años:
“Un príncipe ...ha de comprender que no le es posible observar con
perfecta integridad lo que hace mirar a los hombres como virtuosos, puesto
que con frecuencia, para mantener el orden en su Estado, se ve forzado a
obrar contra su palabra, contra las virtudes humanitarias o caritativas y
hasta contra su religión. Su espíritu ha de estar dispuesto a tomar el
giro que los vientos y las variaciones de la fortuna exijan de él ... a no
apartarse del bien, mientras pueda, pero también a saber obrar en el mal,
cuando no queda otro recurso”. Por prejuicios filosóficos y mojigatería
política, la izquierda yerra, pero la derecha siempre vence y aplasta. Esa
misma elite que ha dominado la escena mundial y la guerra de las ideas, y
que ha convertido en una especie de monstruo a ese pensador (como si él
hubiese inventado el mal), es la misma que sin embargo aplica
implacablemente sus máximas para usufructuar el poder y someter a los
pueblos. Y nosotros, la izquierda, estamos atados a “principios”,
mayormente deformados y distorsionados por un inadecuado e inmaduro
análisis de la realidad, donde como viejas beatas vivimos aterrados viendo
pecados en cualquier parte, como si estuviésemos fundando una religión y
no haciendo política. Por eso Chávez es el líder y nosotros sus
seguidores.
No es que el Presidente tenga el monopolio de la infalibilidad, de ninguna
manera, pero tiene la claridad necesaria y el imprescindible valor para
tomar las decisiones que permitan la viabilidad de los cambios y las
transformaciones que precisa nuestra patria; porque, y eso debe ser así,
primero es Venezuela y su revolución, y luego todo lo demás. Ninguno de
nosotros hubiese fusilado a Piar, por su valor y su heroísmo a toda
prueba, e inclusive su inocencia, porque no somos Simón Bolívar. Jamás
habríamos firmado ni apoyado el Decreto de Guerra a Muerte, porque no
entenderíamos que la salvación de la República pasaba por dividir las
aguas entre la península y el pueblo americano. Por eso toda la
responsabilidad histórica, por tanta sangre derramada y destrucción,
recayó sobre la cabeza y los hombros del Libertador, y ese es el precio
personal que debió pagar eternamente para que fuésemos libres de España.
Asesino, caudillo, demonio, delincuente, loco, fueron solo algunos de los
epítetos que el Padre de la Patria tuvo que arrastrar como pesados
grilletes, mientras defendía con las armas en la mano a nuestra naciente
patria. En ese contexto hay que entender a Chávez, y no desde la comodidad
de una computadora o de un escritorio, por muy revolucionarios que sean
sus usuarios.
Es claro, luego del discurso del Presidente el primero de mayo en Caracas,
que había una trampa montada por organismos de inteligencia imperiales,
que controlan a Interpol, facilitando la llegada de Pérez Becerra a
Caracas. Ni en Suecia ni en Alemania hubo problemas con él ¿Por qué? ¿Cómo
sabía Santos el número del asiento del Director de Anncol e inclusive lo
que comió durante el vuelo desde Europa? ¿Por qué no lo detuvieron en
Frankfurt o Estocolmo? ¿Quién lo invitó a venir? Es evidente que Santos
estaba en la jugada junto a los gringos y esos países socios de la OTAN, a
fin de poner en serios aprietos al gobierno bolivariano. Chávez por
supuesto no puede decir públicamente eso, pero nosotros sí. Nosotros no
podemos permitirnos un flanco amenazante en Colombia, a sabiendas que en
costas cercanas a la estratégica península de Paraguaná (allí está el CRP,
el complejo refinador más grande el mundo) y en la boca del Lago de
Maracaibo, están acechando con sofisticados equipos de telecomunicaciones
e intercepción las fuerzas especiales del Comando Sur de EEUU.
Hay camaradas en el mundo, honestos, trabajadores, cuya calidad
revolucionaria nadie pone en duda, que se encuentran confundidos. Como
nunca han participado del poder ni jamás han manejado un Estado como el
nuestro, juzgan desde el hígado y no desde la razón. Apenas Chávez se
aparta un milímetro de su usual proceder y ya vislumbran “traiciones”,
“pacto con la burguesía”, “debilidad ante Colombia”, “claudicación de los
principios”, “sumisión”, y un muy largo etcétera, que recuerda aquel
marido celoso que, no estando seguro de su propia valía, ve infidelidades
de su pareja en todas partes, por muy absurdo que ello resulte. Alguno de
estos camaradas, especialmente de los medios de comunicación de la
izquierda, violando sus propios principios y actuando como los clásicos
medios manipuladores de la derecha, ya han pontificado que la revolución
bolivariana es “reformista”, y por tanto le “quitarán su apoyo”. Ya veo
porqué siempre nos ha destruido la derecha y los ricos: nuestros análisis
políticos parecen ser frutos de la estética más que de la ciencia o de la
filosofía materialista.
Una vez más hay que aprender del Libertador. En el Manifiesto de Cartagena
(1812), donde hace un análisis de las razones de la caída de la Primera
República, Bolívar reflexiona: “Los códigos que consultaban nuestros
magistrados, no eran los que podían enseñarles la ciencia práctica del
gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que,
imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección
política, presuponiendo la perfectibilidad del linaje humano. Por manera
que tuvimos filósofos por jefes, filantropía por legislación, dialéctica
por táctica, y sofistas por soldados. Con semejante subversión de
principios, y de cosas, el orden social se resintió extremadamente
conmovido, y desde luego corrió el Estado a pasos agigantados a una
disolución universal, que bien pronto se vio realizada”. Qué es eso,
¿”traición a los principios”?, ¿”realpolitik”?, ¿”aberración dialéctica”?
Juzguen ustedes mismos.
En pocas palabras camaradas revolucionarios: hay que dejar el infantilismo
de izquierda y seguir creyendo en pajaritos, como cuando éramos niños,
porque el imperialismo (antes España, ahora USA) no nos perdonará. Algunos
“desencantados” que en lugar de estar buscando un líder de carne y hueso,
ruegan cómodamente por un mesías a su gusto que descienda de los cielos en
medio de una luz enceguecedora y trompetas angelicales; destruyen, quizás
sin querer, la esperanza del pueblo venezolano.
Yo con Chávez me resteo, no joda. A pesar de sus imperfecciones.
juancv@ula.ve