Uno de los puntos de oscuros y extraños de la decisión de enviar rápidamente a Pérez Becerra a Colombia, es sin lugar a dudas INTERPOL. Venezuela tiene muchos tipos prófugos con alerta roja y todos se pasean por el mundo muy tranquilamente e INTERPOL hace caso omiso de nuestras alertas. Los prófugos nuestros no se burlan de INTERPOL, por el contrario, este organismo y los prófugos se burlan de Venezuela.
Centrémonos en tema de esta nota: El acontecimiento tuvo lugar en Venezuela y en un lugar muy céntrico de la capital. El hecho en cuestión, tuvo que ver con la “detención de Rodrigo Granda. ¿Recordamos ese caso? ¿Era otro momento? ¿Granda no estaba calificado como el canciller de la FARC? ¿Se volvió terrorista la FARC o el gobierno se pasó a la derecha o está muy sifrino?
Mi edad, no está para que me deje mal frente a un recuerdo y si mi juventud temprana no me juega una mala pasada; el caso Rodrigo Granda sucedió en el año 2004 y fue “detenido” en Caracas por un grupo de policías colombianos quienes actuaron como si estuvieran en su patio y se lo llevaron a Colombia, después de haber pasado por varios puntos de controles policiales. Nos percatamos con esta “detención” que nuestra inteligencia, contrainteligencias y sistemas de controles estaban caóticos. Conocido el hecho se encendieron tardíamente las alarmas en Miraflores y aconteció uno de los tantos conflictos (léase ataja perros) entre el gobierno de Colombia y el de Venezuela. Mucha lengua pero después bajamos la cabeza.
El que más desentico habló en ese conflicto sobre la “detención” de Rodrigo Granda, fue el entonces Ministro de Interior y Justicia Jesse Chacón, quien en esa oportunidad prometió una investigación y nos comunicó en rueda de prensa, que si lograba demostrarse lo que ya estaba demostrado y no requería ninguna investigación, se tomarían las acciones porque el asunto era complicado. No retengo más detalles sobre el asunto, pero lo cierto es que este incidente pasó y vino luego la reconciliación con su respectiva luna de miel nuevamente con Uribe. Si al ver vamos, esta operación de “detención” a Rodrigo Granda fue más o menos como la operación que recientemente realizó un grupo elite de los Estados Unidos en Pakistán para matar por primera o décima vez a Osaba Bin Laden. La diferencia fue que aquí lo sacaron muy desentica y tranquilamente y allá entraron a plomo limpio, como es natural en el caso de los Estados Unidos. Aquí y allá, hubo violación de la soberanía.
No hay variación entre uno y otro caso. Supongo que un especialista en derecho internacional encontrará más de una diferencia y sus razones tendrá, pero viendo el caso sin las complicaciones del derecho internacional y los alertas de INTERPOL, la situación es más o menos la misma. La diferencia en estos dos casos son de formas y visibles en el campo operativo. Esta vez, En lugar de mandar a otro grupo elite para secuestrar a Pérez Becerra y llevárselo; Santos decidió llamar a Chávez y pedirle que lo secuestrara él y luego se lo enviara inmediatamente y creo que lamentablemente, eso fue lo que pasó. Este cambio y esta estrategia de usar la fuerza y la capacidad del otro, permite comprender la ingenuidad, infantilidad o algún miedo de los nuestros y observar (lamentablemente) la habilidad política de Santos, que definitivamente le enredó un poco la vida al comandante.
La matemática efectivamente habla, cuesta creer en este caso de Pérez Becerra, que todas las individualidades y los colectivos que han mostrado su opinión estén equivocados al cuestionar la decisión y la razón este del lado del gobierno. Muy pocos, según la lectura que he realizado han mostrado su acuerdo con la decisión del gobierno. La única situación que uno no extraña, pero preocupa, es observar como ni un miembro de la Dirección Nacional del PSUV haya manifestado una opinión diferente. Esta uniformidad de criterio en relación con este caso y con otros, es un hecho que no es muy frecuente en el desempeño de un partido político y obliga a concluir, que definitivamente el PSUV es un cosa perfecta, no es suficiente afirmarlo, sino mirarse en que son muy pocas las cosas perfectas en este mundo. Es más, no creo recordar que el PSUV se haya reunido ni para una cosa ni para la otra. Es decir, no he visto una declaración del PSUV para apoyar o para cuestionar la decisión. No he leído tampoco un voto salvado. La uniformidad y la perfección son totales. ¿Es sano esto? ¿Será que cambiamos a Pérez Becerra por Walid Makled?