Los últimos acontecimientos y la respuesta oficial indican que nos enfrentamos a la violencia política, aquella que -mediante atentados físicos contra objetos, instituciones o personas, selección precisa de daños, víctimas y puesta en escena- procura fines políticos.
Cerramos septiembre con la información (El Nacional) de que ocurrieron en el mes “más de 400 decesos” y “Suman 108 muertes los dos fines de semana más violentos del año en Caracas”. Sorprende a uno de los países más felices del mundo la noticia de un doble asesinato y atemorizan las declaraciones oficiales que afirman haber abortado en los últimos días “varios planes terroristas que pretendían ejercer violencia y realizar atentados en el centro del país, incluyendo Caracas”. Las principales autoridades califican las muertes de sicariato político, “macabra encomienda”, “homicidio intencional, planificado y ejecutado con gran precisión”. La bancada del PSUV repudia el uso de la violencia como arma política y el empleo del paramilitarismo en Venezuela y un diputado de oposición pide al presidente no sembrar odio a raíz del crimen. La Fiscal General pide confiar en las instituciones…
Un enfrentamiento entre el Cicpc y el colectivo "Escudo de la Revolución" deja 5 muertos. Familiares niegan que fueran delincuentes, alegando que “defendían esta revolución”. Un medio informa que colectivos “declaran la guerra al Cicpc” y ante la posibilidad de que “grupos oficialistas tomen venganza” por la muerte de sus integrantes a manos del Cicpc, “se reforzó la seguridad en las instalaciones del organismo”. Parlamentario de oposición afirma que “los colectivos se le escaparon de las manos”.
La violencia además de los daños físicos conlleva efectos psicológicos, dado que las relaciones interpersonales se construyen bajo el imperio del miedo y la desconfianza En el campo social, la anomia, el desarraigo, la polarización y las frustraciones colectivas se constituyen en focos de violencia política. Ante tal situación, cobra cuerpo la impotencia política, la sensación de ausencia de poder ante las instancias sociales de toma de decisiones frente a problemas políticos complejos. Se asume una actitud de pasividad y apatía política y la ciudadanía desesperanzada abandona los espacios a la anomia y la violencia política.