Aun asimilando todo este desastre en que me han dejado la casa, ya me indigné, ya lloré, aquí voy pasando junto a mi hija la tristeza, en ese estado de limbo en que nos deja un duro golpe, pero aquí estamos tratando de saber que tanto se llevaron, desde el punto de vista material, eso que algunos nos dicen, tranquila eso se recupera, como si no entendieran que estamos en otro momento, en otro país, que la actual situación no está como para salir a reponer lo que nos han robado, el esfuerzo y el trabajo de años, cosas que aunque son material tienen de algún modo una significación afectiva, un regalo de la abuela que ya no está, los primeros zarcillos de mi hija, mi vieja guitarra española que me regalo mi madre hace más de 30 años, entre tantas otras cosa que forman parte de nuestras íntimas emociones.
Se profana nuestras casas, el asiento de nuestros hogares, nuestro espacio para la paz y los sueños, en este momento ya nada nos mantiene a salvo, vivimos o sobrevivimos en una especie de ruleta, esperando nuestro turno para perderlo todo. Así estamos, es el día a día que nos acosa. Ya perdimos las calles, las plazas, los parques y ahora también nuestras casas, que ya no son un refugio para el sosiego.
Ya de nada nos sirve el lamento, hay que recoger las rabias, sacudirse la tristeza y echarse a arder, El deterioro de la situación de seguridad personal es una realidad que nos golpea. La impunidad de que gozan los delincuentes es tan grande que ya se consideran por encima de la ley, ya nos han quitado todos los espacios, no hay garanta de un Estado de derecho. Las víctimas no tienen ningún medio de obtener justicia y reparación, ya que las instituciones judiciales y de seguridad han sido rebasadas por la delincuencia y sus mafias.
Tenemos que organizarnos, tratar de protegernos entre nosotros, ya sabemos que estamos en un estado de indefensión, que nadie vendrá a velar por nuestro resguardo, que la actual crisis no da señales de mejoría, al contrario todo nos dice que vamos al abismo, en caída libre, que somos un pueblo dejado al abandono. Debemos organizarnos para protegernos entre nosotros, para exigir respuestas a quienes nos gobiernan y para resistir. No tenemos otra elección.