Fabricio Ojeda y yo

Una manía que tuvieron algunos gobernantes del pasado, fue la de llevar al Panteón Nacional a cuanto personaje se les ocurrió. En el caso de nuestros héroes independentistas, no tengo objeción alguna, pero ahora me pregunto ¿que de heroico tuvo una pianista como Teresa Carreño para que esté allí?. Que yo sepa, la carrera de esta reconocida pianista la hizo en el extranjero y la mayor parte de sus ejecuciones corresponde a la cultura del continente europeo. Tiene méritos evidentes y nunca renunció a su nacionalidad, desde luego, pero ¿acaso son suficientes para que esté allí?.

Idéntico cuestionamiento me hago respecto a la figura del político, periodista y luchador social, Fabricio Ojeda. Reconozco, no faltaba más, cuanto estuvo dispuesto a hacer para el reestablecimiento de la democracia siendo presidente de la llamada "Junta Patriótica", aunque los gobiernos que vinieron después, nada tuvieran que ver con un verdadero ejercicio de la soberanía y la democracia. Al fin y al cabo, como se demostró después, Ojeda y otros luchadores de la época, terminaron siendo "tontos útiles" para que los pseudoluchadores que pasaban su dorado exilio en las tierras de Donald Trump, implantaran las líneas políticas que les señalaron en Washington.

Una vez llegada la "democracia representativa" al Palacio de Miraflores, Fabricio Ojeda se dispuso a continuar su lucha siendo parlamentario, labor en la cual podría haberle dado sus saberes al país...hasta que cometió el "trágico error" como dijera el Comandante Chávez, de renunciar y de irse "a las montañas", olvidándose de que era padre de familia, de que sus hijos le necesitaban, para pelear en una guerra incierta contra no se sabe que cosa, porque no existía fundamento alguno para una lucha guerrillera. Lucha en la cual tuvo arte y parte, como fuera reconocido después, el propio Comandante Fidel Castro Ruz, al pretender "exportar" la Revolución Cubana, financiando guerrillas en la América Latina. Ese financiamiento, fue el que desató las iras de los amos del poder de Washington quienes ordenaron "la guerra turbia" representada en la funesta "Escuela de las Américas" y el horrendo "Plan Cóndor", su producto "más mentado". De esas guerrillas salieron personajes abominables que terminaron siendo burócratas convencionales como Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez, más cuadrado con los beodos de la "república del este" que con grupos de políticas progresistas.

Ya sabemos como terminó sus días Fabricio Ojeda: capturado y "suicidado" en un calabozo del temido SIFA, sin que la justicia  venezolana castigara ese crimen, a diferencia de lo ocurrido en los países del Cono Sur de nuestra América. Y ahora, con una manía reivindicativa, que recuerda a los gobernantes del pasado cuartorrepublicano, el Presidente Nicolás Maduro, propone una exaltación injustificada a todas luces para otra víctima más de equivocaciones propias y crímenes ajenos en el Panteón Nacional, en lugar de dedicarse a luchar para que su gobierno termine saliendo por la Puerta Grande de la Historia y no por la puerta del desprecio y la corrupción; para que salgamos de tanto acto hipócrita de exaltación de un Socialismo inexistente por culpa de los entronizados que felices celebraron que dejara de existir el estorbo que para ellos fue siempre Hugo Chávez y para no hundirnos más en el pantano del Gran Paso hacia Adelante, para después dar varios pasos atrás, como en el caso de los billetes de 100 bolívares, mientras hay quienes se empobrecen y buscan en la limosna y en algunos basureros lo necesario para vivir y en la radio suena "la hora de la salsa" de este redimido Abdalá Bucaram que hace las veces de Presidente.

(¿CONTINUARÁ?).



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Roberto Arenas


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