No suelo hacer elogios de los dictadores, ni soy propenso a defender sus "obras". Pero, indudablemente, en lo que a la Historia de Venezuela atañe, hay que hacer, al menos, una excepción. Esa excepción es la de el general Marcos Evangelista Pérez Jiménez.
Tengo muy claro que, en efecto, Pérez Jiménez era un dictador: no fue elegido mandatario, traicionó a dos presidentes como Isaías Medina Angarita y Rómulo Gallegos, asumió la jefatura del Estado de manera ilegal y reprimió como todo dictador suele hacer. Sin embargo, compararlo con los "carniceros" de toda época y lugar carece de todo sentido, ya que no fue un genocida como Francisco Franco, Augusto Pinochet o cualesquiera de los últimos dictadores del resto del Cono Sur. La leyenda negra que rodeó y aún rodea al recuerdo de Pérez Jiménez, fue debidamente forjada y difundida por los representantes de gobiernos, como diría Gabriel García Márquez, mejor vestidos pero no más justos ya que dejó un montón de expedientes de asesinatos, desapariciones y crímenes por encargos que los gobiernos sucesivos, incluso los de la Revolución Bolivariana, no quisieron castigar.
Como creía en un principio el reconocido periodista Miguel Salazar, yo también me tragué la historia de que Pérez Jiménez era simplemente un militar de cuartel y nada más. Craso error: Hace años supe que había estudiado en la Academia Militar de Chorrillos en Perú de donde egresó con excelentes calificaciones que no obtendrían otros militares venezolanos que allí también estudiaron. Y por otro lado, allí también estudió la ciencia de la Economía, requisito que considero imprescindible para quien aspire a un cargo de elección popular, Presidente de la República incluido.
Cierto es que, el General Pérez Jiménez se inclinó, en un principio, ante los dictámenes del Imperio Equívoco del Norte...pero no es menos cierto que también tenía un ideal nacionalista que lo llevó a proponer y hacer construir la infraestructura que haría que Venezuela comenzara a ingresar totalmente en el siglo 20 y proponer la idea de un Fondo Monetario Latinoamericano, cosa que no le gustaba mucho a los amos del Fondo Monetario Internacional. Como otros gobernantes, también tuvo personajes funestos que son los que terminaron de crearle la "leyenda negra": Pedro Estrada y Manuel Silvio Sanz, las puntas de lanza del muy eficiente aparato represivo conocido como "Seguridad Nacional". Lo que no sabía el mandatario, es que estos hombres, buscando la manera de justificarse ante éste, eran capaces de crear cuanta conspiración existiera y arrastraban gente movida por la ambición, para luego ejecutarla y "desaparecerla", como también harían los muy "democráticos" Betancourt y Leoni. Seguro que nadie recuerda el caso de los 7 sicilianos dispuestos a asesinar a Pérez Jimenez, uno de los famosos montajes en los que tan siniestros personajes estuvieron involucrados.
Aplausos merece la recuperación del archipiélago de Los Monjes, tan apetecido por la oligarquía colombiana que impulsara el episodio de la nave de guerra "Caldas" en aguas del Golfo de Venezuela, en tiempos del fallecido ex-presidente Jaime Lusinchi. Ojalá se hubiera adelantado, entonces, la recuperación definitiva de nuestra Zona en Reclamación.
Mencionar las obras de su gobierno pasando por la hoy desaparecida Televisora Nacional, la nacionalización de CANTV (empresa privada, en su origen), la creación de la hoy desaparecida CADAFE (ahora, CORPOELEC) y el rosario de infraestructura (Autopistas Caracas-La Guaira y Regional del Centro, las Torres de El Silencio, la Ciudad Universitaria y un largo etcétera) puede resultar abrumador. A diferencia de quienes le sucedieron, siendo Pérez Jiménez especializado en Economía y Gerencia Militar, estaba encima de los proyectos verificando constantemente su progreso y su conclusión. Su periodo de gobierno es el del esplendor del desarrollo de la política científica. Producto de ello, fue la instalación de un reactor atómico en Altos de Pipe y la fundación del IVNIC (Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales, hoy IVIC) presidido por ese gran sabio que fuera Humberto Fernández Morán, quien tuvo la "mala suerte" de ser designado Ministro de Educación de Pérez Jiménez, cargo que ejerció solo 8 días, que bastaron para que tan ilustre venezolano fuera condenado al ostracismo, sin que se preservara adecuadamente su legado científico y sin que sus restos fueran repatriados a su tierra zuliana.
Infortunadamente, la obra final de su periodo de gobierno comenzó a ser mal vista por el Imperio al que sirvió inicialmente. Desde su "exilio dorado", políticos apátridas y oportunistas como Rafael Caldera, Rómulo Betancourt y el siempre marginado Jóvito Villalba se prestaron a la jugada de la firma de un "pacto de caballeros" cobijado bajo la sombra del fulano Imperio, lo que hizo apurar el final previsto de su gobierno.
No quisiera añadir más que, como algunas personas sean expertas en obras de gobierno o no, sostienen que de no haber ocurrido su derrocamiento, Venezuela, con mucho, habría sido toda una potencia, cosa que ni siquiera se intentó en las últimas presidencias signadas en cierto modo por el populismo, la improvisación y la corrupción. Por eso, a pesar de declararme progresista y anti-imperialista, declaro mi apoyo a la obra de gobierno de Marcos Pérez Jiménez quien merece un mayor reconocimiento del que le niega cierta historia "oficial" sostenida por los herederos y viudas del Pacto de Punto Fijo. Por donde se lo mire, gracias a él también tenemos Patria, así quieran contrariarme. No me harán cambiar de opinión.
Honor a quien honor merece.