A trece años de la siembra del Camarada Giandomenico Puliti, hoy recordamos a este importante colaborador de Aporrea.org con su presente artículo:
¿Cuándo me nació esta incertidumbre, que se niega diariamente a abandonarme? Desconozco su origen. Lo he buscado con insistencia: inútil tiempo perdido; vano intento; instante jamás recobrado. Buscar esa “cosa” que nunca sabremos qué es.
Redescubrir pasos perdidos. Pasado, presente, porvenir: ¿para qué? Detener tu andar e interrogante: ¿qué es esto tan difícil de explicar? Muchas pequeñas historias desaparecen: ya no están tus amigos cercanos (muertos, desaparecidos, olvidados, trasladados, no reconocidos...) Un padre que grita en la lejanía. Afanado procuras responderle. ¿Humanas situaciones, verdad Eros? Alguien debe saberlo: pienso a cada rato. Alguien debe escribir –algún día, nunca es demasiado tarde- una creíble historia sobre el surgimiento de tantas incertidumbres humanas. Somos, ante esa dimensión desconocida llamada tiempo, briznas de paja sacudidas por el viento. Hoy nunca será como ayer. ¡Ay!.
¿Quién sabe, a ciencia cierta, hacia dónde iremos dentro de unos treinta o más segundos, por ejemplo? Ni apretando los puños lograremos averiguar acerca de “algo” tan desconocido como el futuro. Ni siquiera con buenos padres, maestros o gobernantes lograremos desentrañar nuestro porvenir. ¿Suerte? ¿Azar? ¿Destino? Cielo, Edén, Paraíso Terrenal, más allá (castigo divino, salvación eterna); una luz que renace bajo el sol de cada día; una sombría oscuridad; destello, relámpago; una música serena y armoniosa; la danza regular de tu respiro; el sonido de unos labios buscando dónde esconder sus apetitos (¿Es única esa mujer siempre soñada? Cantarle su amor ya no bastará. Gracias por existir). Todo pasa y todo queda; y ante esa vida dulcemente alegre, ¿acaso una muerte reposada y tranquila y segura, con alguien –quizás hasta desconocido trashumante- rezando por el eterno “reposo” de tu alma? Últimos momentos. Todo el peso de nuestros dolores, alguna vez caerá. No te desesperes. Abrázate al fuego de tus hijos apenas creciendo: en sus ojos podrías hallar lo que siempre has buscado.
¿Qué hombre –animal o humano- habita dentro de mi frágil cuerpo? ¿Cómo lograr consuelo ante tantas desdichas? ¿Has visto, amigo mío, alguna luz frente a la permanente oscuridad de muchos semejantes nuestros? No te sorprendas: otros tantos andan igual. Sueña: quizás algún día logres acercarte al futuro de tu tiempo. Dibuja esa canción ansiosamente esperada: ¿Será la aurora el motivo deseado? ¿Cómo respirar un nuevo aroma en esa mujer siempre cercana a tus sufrimientos? Sueña un poco más: cuesta poco. A lo mejor allí encontrarás respuesta a tus incertidumbres cotidianas. Tiempo y futuro pueden esperar. Una inmensa luz vendrá. Así será.