"El golpe militar está en marcha, y salvo un imprevisto será postergado "
Miguel Salazar
Miguel Salazar, en su nuevo semanario, reitera sobre otro golpe militar contra el gobierno de Chávez. Ese artículo ha levantado suspicacia. Algunos lo podrían considerar irrelevante. No seamos ingenuos. Existen elementos suficientes como para tomarlo seriamente en cuenta. Revisemos algunos detalles.
El columnista no descubre el agua tibia. Sólo observa, analiza y advierte. Entre líneas aparecen varias verdades. Otros también lo han dicho. En todos los intentos ha estado metida la mano del Pentágono. Impunidad confundida con democracia. A Chávez han pretendido desconocerlo desde 1998. En aquella ocasión figuró Enrique Salas Römer, y parte del estamento militar venezolano. El 11 de abril de 2002 se materializó una de esas tentativas. En ella participaron gobiernos de varias naciones: Estados Unidos, Colombia, España y República Dominicana. Ahora, y exceptuando al actor europeo, vuelven por sus fueros. Sobre todo, y como señala Salazar, el sector comercial de Colombia. Agreguémosle la rancia oligarquía colombiana, más poderosa que la nuestra y representante de la extrema derecha más radical del continente.
Muchos errores dieron al traste con el levantamiento militar del 11-A. Pero, podemos estar seguros, en la próxima aplicarán una operación quirúrgica. No lo dudemos. Si ocurre un nuevo golpe, no quedarán rastros del chavismo ni chavistas para defender a Chávez. Ni huellas de sus más acérrimos rivales.
Ligar al gobierno venezolano con el narcotráfico y la guerrilla colombiana, no es un hallazgo científico. Desde hace varios años se ha intentado hacernos creer en este vínculo. El Pentágono está disfrazando el Plan Colombia para invadir a Venezuela, y no para eliminar el cultivo y tráfico ilícito de drogas. La campaña nacional e internacional de descrédito apunta hacia esa dirección. Con un gobierno narcotraficante y terrorista, bien vale una intervención extranjera.
En todos los escenarios juegan papel fundamental algunos medios de comunicación privados. Sobre ellos recaerá la responsabilidad de silenciar la masacre generada por una nueva asonada militar. Seguramente volverán a colocar cartones animados y telenovelas, mientras los venezolanos nos enfrentemos sangrientamente.
La corrupción infundada, o verdadera, será otra arma para desprestigiar al gobierno nacional. Mucho dinero corre libremente para comprar conciencias. No sólo en el sector opuesto, sino dentro del gobierno y en las instancias de los poderes públicos. Disfraces existen en todas partes, y cada cual tiene su precio. Desde el Poder Judicial y Electoral podrían surgir varias sorpresas. No nos engañemos. ¿Cuántos de sus representantes aguantan un depósito de dólares en los bancos del exterior?
En el Tribunal Supremo de Justicia y en el Consejo Nacional Electoral hay seres de carne y hueso, crecidos en una sociedad capitalista. Por ejemplo, pocos le prestaron atención a la acelerada adjudicación del contrato de las máquinas para realizar las próximas elecciones. ¿Fraude en la esquina? Señala Salazar: "El Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia están penetrados por los conjurados; quienes hoy son señalados como simpatizantes del régimen son tan sólo parte de una comparsa fríamente calculada". ¿Y dónde están los cuerpos de inteligencia del Estado? Alcaldes y gobernadores de la oposición incitan al caos (mención especial para Manuel Rosales). No saben contra quién acabarán enfrentados. Si Chávez sale mediante mecanismos no constitucionales (golpe, intervención o magnicidio), aquí correrá la sangre de todos; y los autores intelectuales no sufrirán ningún daño. Si la lucha alcanza ribetes incontrolables, habrá slogan: ¡Dictadura ya! No habrá compasión con ninguno. Las experiencias de Chile y Nicaragua todavía permanecen frescas. Al respecto, Salazar refiere: "Sobre Venezuela se cierne una terrible amenaza, más que el costo político y represivo -que de ella se derive- hará que los bandos en pugna no obtengan dividendo alguno; al final de la jornada los conspiradores quedarán fuera del juego". La represión será brutal. El silencio se impondrá. Ante ese terrible escenario, sólo una trilogía podrá salvarnos de la hecatombe: sociedad, fuerzas armadas y gobierno. Salazar comete un error: menospreciar al pueblo venezolano. El mismo que rescató a Chávez el 11 de abril de 2002.
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