Amnistía en Venezuela y ofensiva contra el Plan Colombia

Chávez tiene razón

Hugo Chávez sorprendió este 31 de diciembre con el decreto de una ley de amnistía para los presos que habían participado en el golpe de abril del 2002, despertando severas críticas en algunos sectores que le apoyan, quienes han leído la medida únicamente en el ámbito de la política nacional y la consideran un perdón inmerecido hacia quienes perpetraron o legitimaron la violencia que entonces se desató contra los partidarios del gobernante y contra la sociedad venezolana en general.

Algunas de estas reacciones no sólo responden al dolor de aquellos días y a la exigencia de que se aplique la justicia legal correspondiente, sino que consideran la medida del Presidente como una señal de que la contrarrevolución está ganando espacio tras la derrota de la propuesta de reforma constitucional con la cual se abriría paso a la Venezuela Socialista al producirse una ruptura histórica con el modelo capitalista con el cual se convive en transición. Como es conocido, dicha reforma -sometida a referéndum el 2 de diciembre pasado- no fue aprobada, circunstancia que ha sido aprovechada por la oposición para demandar con mayor fuerza diversos planteamientos, como la liberación de los golpistas a los cuales llaman "presos de conciencia"; todo ello enmarcado en una agenda de "reconciliación" cuyo fondo representa un freno al galope de la Revolución Bolivariana.

Sin embargo, el impacto de la Ley de Amnistía debe ser evaluado no sólo en el contexto nacional, si es verdad que pensamos que esta revolución es continental y que la Patria es América. Por estos días Hugo Chávez ha estado enfrentando una importante batalla dentro de la línea de acción estratégica de la construcción de un mundo multipolar, está enfrentando además una seria amenaza a la revolución venezolana representada en el avance del Plan Colombia y ha estado a la altura que el liderazgo demanda en la cruda confrontación que se ha evidenciado con Alvaro Uribe "como peón del Imperio".

Gracias a los delegados internacionales

El papel que Hugo Chávez desempeñó, primero, como mediador entre la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno encabezado por Alvaro Uribe y ahora como probable depositario de tres rehenes de la guerrilla le ha permitido perfilarse como un hombre necesario para abrir una ventana de paz en la ensangrentada Colombia, lo cual depende no de la política del exterminio del contrario –que es la tesis del gobierno colombiano y del Imperio norteamericano- sino de su reconocimiento y de la flexibilización de posiciones que permitan un acuerdo, en principio humanitario.

En este contexto se ha hecho evidente para los colombianos y el mundo la cerrazón del gobierno de Uribe a la posibilidad real de un acuerdo político que permita la liberación de los rehenes dado su compromiso con el gobierno de Estados Unidos para el desarrollo del Plan Colombia como expresión de su dominio militar en el continente, de allí la defensa de Uribe a la política de seguridad democrática.

En contraste con los puntos inamovibles de Uribe frente a la guerrilla (como su negativa a la zona de despeje para dar paso al diálogo) Hugo Chávez emite este decreto que se suma a los indicadores sobre quiénes representan la guerra y quiénes la paz en el continente.

En relación con las acciones para lograr la liberación de los tres rehenes prometidos por las FARC hay que hacer un reconocimiento a todos los actores que han intervenido, especialmente a los delegados humanitarios internacionales, a la senadora Piedad Córdoba y a la Cruz Roja Internacional. Ellos han desempeñado un papel importantísimo para lograr la consolidación de esta ventana para la paz en el continente.

Viene el lobo

En medios impresos y electrónicos se ha escrito con abundancia sobre el Plan Colombia y la amenaza guerrerista que éste representa para América Latina y sin embargo pareciese que en este momento no viésemos el peligro, un poco a semejanza del cuento "viene el lobo".

Se ha dicho también que dentro de este plan de acción Estados Unidos querrá implicar al gobierno venezolano con el narcotráfico y ya hay circulando artículos que buscan generar esta matriz de opinión como uno muy reciente publicado en España según el cual Venezuela es un paraíso del narcotráfico y la FARC tiene en la Venezuela de Hugo Chávez un santuario para las operaciones relacionadas con la droga.

Hace unos días en una entrevista televisada el Presidente Chávez hizo referencia a declaraciones de representantes del gobierno uribista dirigidas a ratificar la existencia de vínculos entre él y las FARC, sobre las que precisó que al único jefe guerrillero que conoce es a Iván Márquez, quien visitó el Palacio de Miraflores en el marco de las negociaciones por la paz un día de noviembre del 2007.

En este contexto insertaría una declaración del presidente Uribe que hay que ver con atención: "Si yo fuera las FARC pensaría: el presidente Chávez es el sucesor del presidente Castro; el presidente Chávez es una de las personas que controla el petróleo en el mundo, el presidente Chávez eligió a tal presidente en tal país y puede elegir a tal partido político y tal presidente en Colombia"; Uribe adicionó que había políticos nacionales e internacionales que estaban presionando contra las llamadas zonas de encuentro a favor de la desmilitarización, aunque no se atrevió a mencionar a Chávez y luego desvió la atención hacia políticos norteamericanos, quizás como una queja subrepticia a la decisión del Congreso de Estados Unidos de dirigir en el Plan Colombia parte del presupuesto a atención social y no exclusivamente a militarización. Por todo esto, nos preguntamos cuáles fueron las motivaciones reales de Uribe cuando en agosto del año pasado nombró a Chávez mediador.

Las tres erres

El Decreto Ley de Amnistía por sí solo no representa alguna especie de claudicación en los principios de la Revolución Bolivariana, la medida desde el punto de vista humano es incuestionable y ofrece ventajas políticas.

Las fuerzas que respaldamos al Presidente Hugo Chávez tenemos la tarea de fortalecernos en lo ideológico para impulsar con convicción y cuando llegue el momento una nueva reforma, si fuese esa la vía que finalmente escogeremos para darnos una Constitución Socialista. Pero el ejemplo debe partir de los cuadros de dirección gubernamental y política, con gestión eficiente y compromiso socialista.

Por lo pronto acogemos las Tres Erres que Chávez ha propuesto como líneas de acción para este año "re-mirar" , "rectificar" y "reimpulsar".

martorelly@gmail.com


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