Este domingo 28 de septiembre está dedicado - en los países del Caribe y América Latina - a la discusión de un tema intrincado por la connotación que los prejuicios religiosos le han dado: la despenalización del aborto.
Negar la realidad del aborto es como negar la realidad del consumo de drogas. Los 500 mil millones de dólares anuales por venta de drogas, dice muy a las claras que existe consumo. De igual manera, las estadísticas en todos los países sobre abortos sépticos y no sépticos, dicen que el aborto es una realidad innegable. Ambos hechos originan gravísimos problemas a la sociedad y cuya solución está en la ¡despenalización! En Venezuela el aborto es causa del 60% de las muertes maternas (Maternidad Concepción Palacios). Despenalizar es liberar. En el común de las gentes existe la idea contraria, despenalizar es ordenar, obligar a abortar. ¡No! La despenalización no obliga. La despenalización eleva a la mujer a una escala superior de sus libertades individuales. Le da libre albedrío sobre su cuerpo sometido a prejuicios medievales inaceptables en el siglo XXI.
La penalización del aborto constituye la máxima expresión de hipocresía de nuestra sociedad. Es un problema de clase. Las mujeres de clase media y alta tienen recursos económicos que les permiten ir a clínicas privadas o al extranjero y se practican abortos sépticos. Las mujeres pobres no pueden ir a esas clínicas y se practican abortos no sépticos que les provoca la muerte o daños irreversibles en los órganos reproductivos. Es la estigmatización de la diferencia de clase. Mientras en las mujeres ricas es un lujo que se paga en una clínica privada (delito privado y encubierto), para las mujeres pobres es un delito público que las hace delincuentes. ¡Hasta cuándo tamaña discriminación e injusticia!
Si una mujer o una pareja deciden no tener hijos y utilizan los medios que pone a disposición la ciencia (condón, píldora, aparatos intrauterinos), ello de hecho es una expresión de voluntad. Si a pesar de estas precauciones la mujer queda embarazada. ¿Qué debe privar? ¿La planificación, la voluntad expresada de hecho de no tener hijos o la fatalidad del condón que se rompe, la píldora que no actúa, el aparato uterino que falla? La estadística dice que de cada 5 embarazos tres no son planificados, no son deseados. De esos 5 embarazos el 60% termina en aborto. En consecuencia el aborto terapéutico debería existir como recurso frente a la violación, la enfermedad o la fatalidad. La mujer es dueña de su cuerpo y de su matriz. Nadie puede decidir por ella. Esa libertad no puede estar sometida ni al Estado ni a trasnochadas creencias o prejuicios religiosos.
Estos breves conceptos en el día dedicado a la despenalización del aborto, están sintetizados en las consignas del movimiento feminista internacional: “¡Educación sexual para decidir! ¡Anticonceptivos seguros y gratuitos para no abortar! ¡Legalización del aborto para no morir!” Hay otras consignas también muy emblemáticas de la lucha de las mujeres por su liberación “¡Saquen sus leyes de nuestros cuerpos! ¡Basta de rosarios en nuestros ovarios! ¡Fuera la iglesia de nuestras camas!”
leonmoraria@cantv.net
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