¡Yulimar, Yulimar! ¡Déjame secar mis lágrimas junto con las tuyas! Que en este día de historia, Venezuela sea una sola arropada por el amarillo del sol, de ese sol que eres para un país, el azul del infinito firmamento, de ese infinito firmamento que señalas en cada uno de tus apoteósicos saltos, y del rojo de los corazones, de todos esos corazones que hoy palpitan con tu triunfo.
¡Yulimar, Yulimar! ¡Déjame secar mis lágrimas junto con las tuyas! Hoy, Venezuela desde su inmensidad llanera, la altura de sus andes, la belleza de sus costas, y las profundidades de sus selvas, emergen con su flora y su fauna en múltiples colores y diversidad de vida, para sentir tu hazaña en un maravilloso arco iris que adorna tu rostro impregnado con las aguas del salto Ángel desde la cima del Roraima y la vista de la Gran Sabana, después de navegar por el Orinoco y haber llegado hasta la cúspide del pico Bolívar, para finalmente todos bañarnos en la majestuosidad de nuestras playas.
¡Yulimar, Yulimar! ¡Déjame secar mis lágrimas junto con las tuyas! Porque si la historia de nuestra libertad e independencia ha sido una sola en el pensamiento de Miranda, Bolívar, Sucre, Rodríguez, Bello, hasta llegar a ser genuina expresión de aquellas páginas escritas en la idiosincrasia de un pueblo por Rómulo Gallegos, la ciencia de Fernández Morán y Jacinto Convit, la educación de Prieto Figueroa, o los valores humanos de Uslar Pietri, tu salto de hoy, levanta la Identidad Nacional de esa Venezuela que se niega a dejar de ser protagonista de tanta historia.
¡Yulimar, Yulimar! ¡Déjame secar mis lágrimas junto con las tuyas! Para escuchar junto a ti, el arpa, el cuatro y las maracas de nuestro joropo llanero, la gaita zuliana, la música andino, el galerón margariteño, el golpe tocuyano, o el calipso guayanés, todas interpretando el Alma Llanera en que esta gesta tuya, también es el alma de una nación que pese a las dificultades, se levanta con la alegría de tenerte entre sus hijas.
¡Yulimar, Yulimar! ¡Déjame secar mis lágrimas junto con las tuyas! Ellas son las mismas lágrimas de máxima intensidad de un país que ha vibrado en otras épocas con el triunfo olímpico y dorado de Francisco "Morochito" Rodríguez, aquella selección campeona mundial de béisbol en1941, el Hall de la Fama de Luis Aparicio, los guantes de oro de Omar Vizquel, los jonrones de Andrés Galarraga, los Cy Young de Johan Santana, las cestas de "Los héroes de Portland", los tres clásicos caribeños ganados por Tovar una misma tarde, los triunfos de nuestra Vinotinto, y tantas otras, que como la tuya siguen marcando la historia deportiva de una Venezuela que dice a todo pulmón ¡Aquí está mi bandera! ¡Aquí está mi país!
¡Yulimar, Yulimar! ¡Déjame secar mis lágrimas junto con las tuyas! Porque este día tu triunfo no sólo nos impregna de alegría, sino de muchas esperanzas, y nos revive las ganas de seguir viviendo por esta nación tan duramente azotada por los rigores hipócritas, autoritarios y mezquinos de unos pocos en los últimos tiempos, pero que vemos en tu ejemplo, en tu constancia y en tu espíritu de lucha, el ejemplo, la constancia y el espíritu que unidos en oxigonio también necesitamos para triunfar.
¡Yulimar, Yulimar! ¡Déjame secar mis lágrimas junto con las tuyas! Para que vuelva la eudaimonia, aquella eudaimonia que como venezolanos nunca debe ser abatida y menos subyugada por el hambre que otros pretenden para nuestro pueblo, y que sea tu sentimiento de atleta victoriosa, ese sentimiento de seguir marcando la auténtica y única historia de Venezuela.
