El 27 de noviembre de 1967 llegaba a Caracas la Gran Marcha Nacional Estudiantil, que había salido desde Mérida, con claras demandas para el gobierno adeco de Raúl Leoni. Según serios investigadores como Raúl Zurita y Pedro Pablo Linarez, Leoni instauró en Venezuela el Plan de las Américas, diseñado por Estados Unidos para contrarrestar las protestas en el continente.
Aquella marcha tuvo un sentido libertario, progresista y de izquierda, enfrentándose a uno de los gobiernos más sanguinarios que haya tenido Venezuela pues nació, entonces, la figura del detenido-desaparecido. Estudiantes, campesinos y políticos sufrieron persecución y torturas. Fue en ese quinquenio cuando el dirigente del PCV, Alberto Lovera, apareció asesinado en Anzoátegui en 1965.
Tal fue el entorno de la acción estudiantil y cuyas peticiones no fueron escuchadas por Leoni. Todo lo contrario. Arreció la represión en un país donde la lucha armada y partidos como el PCV y el MIR estaban ilegalizados. Fueron años de enfrentamientos con la guerrilla. El 1969, en el fragor de la renovación universitaria, fue allanada la UCV. Práctica que se acentuó con Rafael Caldera.
Han pasado 51 años y ahora vemos que se replica aquel ejemplo irreverente y decidido en la Marcha Campesina Admirable, la marcha de la Dignidad. Salieron desde Guanare el 12 de julio de 2018, justo cuando se cumplía un mes del asesinato de Jesús León y Guillermo Toledo, miembros del Consejo Comunal Robert Serra y quienes formaban parte del grupo de familias campesinas que disputan el rescate de 336 hectáreas del Hato Palo Quemao. Cansados y cansadas de que no les escuchen decidieron venirse "a pata" hasta Caracas y estar cara a cara frente al presidente Nicolás Maduro. Ya no quieren intermediarios porque con esos se agotaron las palabras…
Nuestros campesinos y campesinas no enfrentarán a un gobierno sanguinario como el de Raúl Leoni, sino a uno revolucionario que, se supone, llegó para hacer justicia y sobre todo para proteger al pueblo. Siendo así ¿por qué tuvo que hacer ese esfuerzo un sector tan estratégico que es el que lleva la comida a tu mesa? ¿Por qué un gobierno que se dice revolucionario ha permitido que las cosas lleguen a un punto casi de no retorno? Ahora recuerdo las palabras sabias de la campesina de Monte Carmelo, Gaudy González:"Yo siempre he dicho que todas las instituciones y los ministerios deberían estar abocados ahorita a la producción de comida porque por la comida nos dominan y la comida no tiene alianza con la burocracia porque el estómago no espera"
Tuvieron que pasar 15 días para que el presidente Maduro dedicara apenas 22 segundos a la Columna Zamorana (casi un segundo por día caminado sin contar los 30 km diarios que recorren), en una alocución de casi dos horas ante delegados cómodamente sentados, para instalar el Congreso del Psuv. Esos 22 segundos quizás abran la compuerta mediática. Por fin la marcha es noticia (aunque hace rato lo es para los medios alternativos y las redes sociales) porque ciertamente ya era inocultable. Todos los estados que han cruzado son chavistas pero sus gobernantes los han ignorado salvo el estado Miranda que envió un hospital ambulante para atención médica.
La brevísima mención presidencial, no obstante, se nos antojó a regaño: Yo quiero una fuerza campesina muy productiva" dijo. ¿Y es que acaso no lo es?. Cuando escribo esto vengo de conocer dos de las muchas experiencias agroecológicas socialistas que se desarrollan en Venezuela: Monte Carmelo y la Comuna El Maizal. Aunque diferentes en su concepción porque la primera viene del cooperativismo y la segunda de la nueva geopolítica del poder que Hugo Chávez pensó y gestó, ambas son altamente productivas y cubren al menos el 70% de la producción alimentaria.
Le faltó decir a Maduro qué parte tiene que hacer su gobierno y qué cosas posiblemente aún no se estén haciendo para apalancar la actividad agrícola, la que viene del campo, de la tierra. Por eso es tan importante ese congreso del Psuv, a ver si de verdad allí, en base a la autocrítica que tanto han aludido en estos días, se llega a soluciones para salir de una buena vez de la dependencia agroalimentaria, la que vemos en las cajas del CLAP. Nos estamos alimentando posiblemente con esquemas de otros países: desayunamos como mexicanos, almorzamos como paquistaníes, merendamos como turcos y cenamos como argentinos.
La marcha trae un documento para Maduro porque es un sector golpeado tanto por la burocracia del estado burgués como por las nuevas formas de latifundio que peligrosamente renacen por esos predios alejados del poder citadino. Quieren cambios de raíz; quieren sacar las raíces podridas de un sistema y sembrar las que verdaderamente volteen la tortilla, y es que sus propuestas están encaminadas incluso a la justicia agraria donde también han avistado, dolorosamente, componendas que les afectan y que hasta cárcel les ha hecho pagar "injustamente". Quieren que se investigue el asesinato de muchos de sus miembros a manos de sicarios. Quieren más atención para las empresas del estado que no están funcionando como AgroPatria; quieren funcionarios más casados con Venezuela y no aquellos que engañan a la Patria o que benefician a un sector privado parasitario con financiamiento incluso para importar semillas y hasta productos transgénicos pese a la prohibición expresa de Hugo Chávez. Quieren proteger las semillas autóctonas; quieren abono para la tierra, medicinas para el ganado.
Cuando ya la columna zamorana avanza en su día 19, nos atrevemos a decir que esa marcha no terminará en Miraflores en un acto protocolar. No. Porque en su vientre se ha gestado un vigoroso movimiento social que hasta ahora nadie ve porque los medios solo cubren la "noticia" sin ir más allá. Ese movimiento es el que ya no tiene vuelta atrás y ojalá el presidente Maduro así lo entienda.
Lo último que quiero es que la marcha campesina termine como la estudiantil en 1967, ignorada y con sus líderes perseguidos, presos, torturados. Pero, un momento. Estamos en 2018 y se supone que el de Nicolás Maduro es un gobierno revolucionario (y él el primer presidente "chavista"), nacido de Hugo Chávez Frías, el que barrió con los gobiernos de la IV República, el que sembró allá en la Comuna El Maizal, el que impulsó el estado Comunal, el que invitó a Gaudy González a Miraflores, la humilde campesina de Monte Carmelo que pidió recursos para un liceo en su comunidad.
Entonces veo todo eso y pienso, digo y espero, que el presidente Maduro se adelante a recibir la marcha y que sea él un campesino más…