Caso venezolano. Qué hacer con la Banca sin liquidez.
De entrada, en la sociedad burguesa, para cada precio hay una demanda. Toda demanda tiende a bajar cuando bajan los ingresos de los consumidores o cuando suban los precios, todo dependerá de la elasticidad de la demanda de algunos bienes, como los de la cesta básica que tienden a ser igualmente demandados al precio que sea con sacrificio de otras mercancías menos imprescindibles.
Con precios mayores, para el oferente sólo baja cierto número de clientes, pero sus ingresos pueden seguir constantes y con precios aun crecientes. A todo fabricante intermediario interesa el valor de cambio y poco el valor de uso: le es indiferente vender un menor volumen de mercancías si con precios mayores obtiene igual y hasta mayores ingresos.
La ley de la oferta y la demanda tiende a cumplirse en la medida de que los ingresos de los trabajadores sean relativamente holgados, sin marcadas diferencias.
Teórica e interesadamente se afirma que si la demanda baja, bajan los precios; esa afirmación es el soporte de un famoso teorema[1]. En realidad lo que ocurre es que si suben los precios la demanda puede bajar porque parte de la clientela no pueda adquirir la misma cantidad anterior si su renta permanece constante.
Obviamente ante una baja de la demanda la oferta se contrae, se adecua a la nueva demanda y a un precio mayor. La oferta se contrae, pero los ingresos del vendedor no tienen por qué bajar ya que, por el contrario, pueden perfectamente subir y subir con cada suba previa. El caso actual venezolano es demostrativo de la falsedad de ese teorema.
En Venezuela estamos viendo que mientras menos demanda haya por causa de precios en suba, más suben los precios en un intento desesperado del comerciante para mantener los mismos ingresos con menor volumen de mercancías colocadas, máxime cuando los precios suben previamente
Con una banca sin liquidez no puede incrementarse la demanda, sino todo lo contrario, pero, los comeciantes siguen vendiendo a precios crecientes. Esta contradicción se explica porque toda demanda depende de dos variables ligaditas: renta-salarios-y precios.
A precios altos baja la demanda por aquello de la desigualdad de la renta en las sociedades capitalistas por mucho que el coeficiente de GINI pretenda disimularlo[2].
Cuando se aplica la ley de la oferta y la demanda, se hace pensando en que la renta permanezca incólume: ignórase que con precios más elevados la demanda decrece sólo en el número de demandantes, según la porción de los insolventes a ese nuevo nivel, pero los precios superiores suplen ese faltante en dinero: menos compradores, pero los que quedan siguen solventes por disponer de mejores ingresos.
La falla de este teorema radica en que trata sólo valores de uso y se abstrae de considerar su valor de cambio. A pesar de señalar precios, en el fondo, ese teorema se limita a marcar las subas o bajas de la oferta y demanda de valores de uso, pero no hay mercancías sin valores de cambio.
Desde lego, una demanda decreciente enrumba hacia una crisis para fabricantes e intermediarios, de allí que la producción comunitaria y la distribución de los CLAP es y será la alternativa a la crisis en cuestión.
[1] Teorema de la telaraña, formulado por Nicolás Kaldor.
[2] Este índice de origen burgués aparentemente sirve para medir la distribución del Ingreso Nacional; con él se ignora que la principal desigualdad en esa distribución es la reinante entre la clase burguesa y la proletaria ocupada. Lo que muestra es la desigualdad entre los trabajadores, de manera que, por ejemplo, si el grueso gana salarios bajos-salarios mínimos-, poco importa semejante información.